
En Jesús encontramos el verdadero sentido de la vida y el camino de nuestra libertad, porque con Él resucitado, nuestra fe adquiere la fuerza vital que nos ayuda a que trascendamos las fronteras terrenales y emprendamos seguro el camino hacia el encuentro definitivo con nuestro Padre Dios.
Cuando leemos Los Hechos de los Apóstoles en el Cáp. 12,6-19 podremos ver que éste nos presenta un mensaje esperanzador que nos invita no solo ha que reconozcamos y aceptemos a Cristo Resucitado como el Señor y Salvador, sino a que comprendamos definitivamente que es Él el fundamento de nuestra fe.
Este mensaje nos ha de llenar de alegría y de la incuestionable seguridad de nuestra fe, porque ella, nos invita a dejar a un lado los temores y las inseguridades que ofrece el mundo y ha creer firmemente en un Dios Vivo que ha vencido la muerte, el dolor, las angustias de la esclavitud del pecado y la falta de justicia, contrario a ese criterio que muchos hombres le hemos dado como un Dios que es castigador.
Jesús es el camino que nos permite ver con nuestros propios ojos la libertad y a vivir de verdad la plenitud la vida. Quien vive un verdadero encuentro con Él y acepta el reto de ser su discípulo, pone sus pasos en sus huellas y es testimonio delante de todos los que le rodea de que convive con Él y es testigo de su resurrección.
Cuando nos encontrarnos con Jesús, también nos encontramos con su Palabra y vivimos permanentemente a la escucha del Maestro. Su Palabra escrita es su voz y ella nos revela quien es Él, quien es su Padre, y cual es el propósito sobre cada uno de nosotros sus hijos.
Quien anda en el camino de su propia libertad no mira hacia atrás ni esconde la Luz que le da su libertad debajo de la mesa, sino que la coloca en un candelero para que todos los que anden en la oscuridad la vean y sean capaces de desprenderse de sus yugos y se decidan a seguirnos.
Quien anda con Cristo Jesús es fiel en los hechos y en las palabras y no mantiene en secreto el camino que ha descubierto; pone de manifiesto y a disposición de todo el tesoro encontrado, para que sean muchos los que lo conozcan, se levanten de sus inseguridades y temores y se afanen por encontrarlo.
SEÑOR, TU MARCAS UNOS PASOS QUE LLENAN DE SEGURIDAD A LOS QUE NOS ATREVERNOS A SEGUIRTE.