viernes, mayo 31, 2013
SIRVIENDO ENTREGAMOS Y COMUNICAMOS EL AMOR DE DIOS A OTROS

Cuando nos incorporamos entre la gente y sobre todos en aquellas familias que necesitan y esperan de nosotros, aquellos a quienes la sociedad y la clase política le han venido negando el derecho fundamental a la vida y a la convivencia; sentimos y palpamos su gran aspiración natural de querer ser felices.
 

Pero la felicidad es como nuestra propia sombra, la vemos, la seguimos  pero nunca la alcanzamos ni la sobrepasamos. Es cuestión de saborear, agradecer y valorar lo que tenemos sin dejarnos llevar por ese espíritu calculador.
 
Necesitamos pues, asimilar y asumir nuestras propias limitaciones conformándonos con lo que tenemos, así tengamos lo mínimo para vivir. Es olvidarnos de nosotros mismos para pensar en las necesidades de los demás.
 
Y me salta a la mente esta gran preocupación: ¿Será que quienes optamos en seguir los caminos de Jesús, nos estamos olvidando de servir a los demás y nos hemos estado metiendo en la dinámica del mundo?
 
No podemos permitir que nuestros pensamientos tomen rumbos diferentes donde nuestras relaciones con los demás estén sometidas a las cotizaciones y a la espera de un buen postor para que podamos recibir algo material a cambio de nuestro servicio. 
 
El servir a otros tiene un poder imaginable y quien lo practica influye en quienes lo reciben. Cuando servimos, vemos como ellos nos aman, nos valoran y se atreven a saber quienes somos y para quien estamos ejercitando este servicio. Y sin condición, vamos a ver como ellos nos abren sus corazones conscientes de nuestras obras y de nuestros afanes por darles una mejor calidad de vida. Pierden el miedo y se deciden en brindar sus alegrías y sonrisas como muestra de gratitud por haberles encausado sus vidas por el bien.
 
Dios nos enseña a través de los Evangelios que el verdadero poder es el servicio a los demás. Así nos lo está reconfirmando nuestro Papa Francisco en sus homilías.
Les invito a que revisemos los dones que Dios nos ha regalado y le pidamos de todo corazón que nos ayude a cuidarlos y ponerlos al servicio de todas las personas que nos rodean y mas entre aquellos que están en dificultades, tristes y agobiados. Que seamos en medio de ellos mensajeros del amor y de paz. Que nuestro servicio a la obra que tu impulsaste entre nosotros y que nos has encomendado para avivar en todo el mundo sirva para que muchas familias hoy se levanten y tomen la bandera que les impulsa sus vidas por los caminos de la constancia y la perseverancia en la solución de sus problemas, y sobre todo que confíen en ti.
 
SEÑOR, TU ERES NUESTRA ROCA. EN TI CONFIAMOS NUESTRAS VIDAS. TE PEDIMOS QUE NUESTRAS JORNADAS SEAN SIEMPRE BENDECIDAS POR TI Y ESTEN SIEMPRE DISPUESTAS A MOSTRAR TU  AMOR.
 
posted by Laureano García Muentes at 9:28 a.m. | Permalink | 0 comments
viernes, mayo 24, 2013
VENID A MI TODOS LOS QUE ESTAN AFANADOS Y AGOBIADOS QUE YO LOS HARE DESCANSAR

Deseo que hoy compartamos la siguiente anécdota que hace referencia al Evangelio de San Mateo 11:28; tomándola en nuestras manos, la  hagamos personal y pidiéndole al Espíritu Santo su Luz, le digamos que penetre en lo más profundo de nuestros corazones para que con su ayuda, podamos atrevernos a decirle a nuestro Padre Dios. ¡Aquí estoy Señor, quiero desde hoy hacer tu voluntad!:
 
Un hombre iba por un camino con un pesado costal de papas sobre sus espaldas. Caminaba lenta y sufridamente, pero no soltaba su carga. Dios, que lo veía, le pregunto: = ¿Hacia dónde vas con ese costal de papas?=. El hombre miro hacia el cielo y le respondió insolentemente: = ¿Por qué me preguntas si tú lo sabes todo?=. Con una sonrisa benevolente, le dijo Dios: =Porque quiero que tú me lo digas=...

En otro lugar, alejado de allí, otro hombre iba por otro camino cargando una pesada carretilla llena de ladrillos. Dios, que lo veía le pregunto: = ¿Hacia dónde vas con esa carretilla?=. El hombre miro hacia arriba y respondió: =Voy al pueblo=. Dios le dijo: = ¿Quieres que te ayude con esa carga?=.
El hombre le contesto: =Puedo solo=...



En otro lugar al otro lado del mundo, un hombre iba por un camino arrastrando un montón de leña atado con una cuerda. Dios, que lo veía, le dijo: = ¿Hacia dónde vas con esa leña?=. El hombre respondió: =La llevo a mi casa al otro lado de ese cerro=. = ¿Es lejos-le dijo Dios - quieres que te ayude?=. El hombre, accedió y Dios bajo del cielo, tomo la cuerda y cargo la leña a sus espaldas. Poco habían caminado, cuando el hombre le quito la leña a Dios y la volvió a cargar el mismo. Dios siguió caminando a su lado de todas maneras y un kilometro más adelante, el hombre le volvió a entregar la leña para que El la cargara. Pero, más adelante, el hombre se la volvió a quitar al Señor y la cargo nuevamente y así siguió a lo largo del camino...

En otro lugar, muy lejos de allí, otro hombre iba por un camino llevando un pesado costal de arena. Dios, que lo veía, le dijo: = ¿Hacia dónde vas con ese costal de arena?=. El hombre respondió: =Tengo que llevárselo a mi patrón, que vive a 10 Km. de aquí=. Le dijo Dios: = ¿Quieres que te ayude?=. El hombre sonrió y le dijo: =// Oh sí Señor, yo ya no puedo con esta carga //= y se la entrego. Siguieron caminando y el hombre le iba contando a Dios alegremente de su vida, de su familia y de su trabajo. Le hacía preguntas, le pedía opiniones, en fin, el hombre y Dios, conversando y conversando, llegaron a destino. El hombre ya no se había acordado más de su carga. El Señor mismo cumplió la encomienda de entregársela al patrón de aquel hombre. El hombre agradeció mucho la ayuda y el Señor le dijo que siempre que lo necesitara estaría allí para ayudarlo, solo tendría que decírselo y El lo escucharía. Así, el hombre se fue muy contento a su casa y le conto a su mujer de la maravillosa experiencia que había tenido y de lo bien que se sentía porque no se había cansado nada ese día, ya que Dios había sido quien había cargado ese pesado saco de arena por el...

 ¿Con cuál de estos cuatro hombres nos sentimos identificados? ¿Eres como el primero que cuando tienes problemas y cargas, no tomas en cuenta a Dios o no quieres tomarte la molestia de contárselo?... ¿O  eres como el segundo hombre, orgulloso y soberbio, que no acepta la ayuda de nadie?. (A veces Dios quiere mandar la ayuda a través de alguno de sus hijos, pero por nuestro orgullo, no queremos decir nada a nadie ). ¿O eres como el tercer hombre, que entrega su carga a Dios, pero en realidad su fe no es tan grande como para olvidarse de ella y decide volverla a cargar el mismo una y otra vez? O  eres como el cuarto hombre que humildemente y con alegría acepta la ayuda de Dios y se olvida de su carga hasta el final del camino, porque confía en que El puede con esa carga, al punto de que el ya no tiene que preocuparse más por ella?


Mucha gente que esta en problemas y se dice creyente, no sabe descansar en Dios. Le piden a Dios, se lamentan con Dios, le lloran a Dios, pero no le sueltan su carga. Piensan que ellos son los que deben seguir soportando su peso.  Por que cuando tenemos problemas y nos decimos creyentes, seguimos cargando con ellos?  Porque a veces le decimos: = ¿Señor, te entrego mis cargas=, pero igual seguimos cargándolas nosotros?.
 Debemos seguir el ejemplo del cuarto hombre, dejar que Dios nos ayude con toda nuestra carga y descansar en El, esto quiere decir que simplemente ya no nos vamos a acordar de ella, que ya no vamos a sentir su peso, //porque ese peso lo esta llevando el Señor//. Muchas veces cuando un hermano se encuentra en dificultades, le decimos que este tranquilo, que deje todo en manos del Señor, que El le dará paz en medio de la tormenta, lo decimos muy fácilmente, pero, cuando las dificultades las tenemos nosotros mismos, nos retorcemos las manos, nos llenamos de ansiedad, nos desesperamos, en fin, //no practicamos lo que predicamos//. Necesitamos cambiar esa actitud, necesitamos ser cristianos convencidos de que Dios cumple Sus promesas.
 
Echemos sobre el Señor nuestras cargas y veremos con nuestros ojos que El nos defenderá; nunca dejara a un lado al caído  ni al justo. Salmos 55:22.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:11 a.m. | Permalink | 0 comments
martes, mayo 21, 2013
UNA FUERZA IRRESISTIBLE QUE NOS INVITA A LA NOVEDAD, A LA ARMONIA Y A LA MISION


 
Homilía del Papa Francisco en la Misa del Domingo de Plaza de San Pedro, 19 mayo 2013


Autor: Papa Francisco
| Fuente: es.radiovaticana.va
 
Queridos hermanos y hermanas:

En este día, contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.


El Espíritu Santo, una fuerza irresistible
 

Pero, ¿qué sucedió en aquel día tan lejano a nosotros, y sin embargo, tan cercano, que llega adentro de nuestro corazón? San Lucas nos da la respuesta en el texto de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado (2,1-11). El evangelista nos lleva hasta Jerusalén, al piso superior de la casa donde están reunidos los Apóstoles. El primer elemento que nos llama la atención es el estruendo que de repente vino del cielo, «como de viento que sopla fuertemente», y llenó toda la casa; luego, las «lenguas como llamaradas», que se dividían y se posaban encima de cada uno de los Apóstoles. Estruendo y lenguas de fuego son signos claros y concretos que tocan a los Apóstoles, no sólo exteriormente, sino también en su interior: en su mente y en su corazón. Como consecuencia, «se llenaron todos de Espíritu Santo», que desencadenó su fuerza irresistible, con resultados llamativos: «Empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse». Asistimos, entonces, a una situación totalmente sorprendente: una multitud se congrega y queda admirada porque cada uno oye hablar a los Apóstoles en su propia lengua. Todos experimentan algo nuevo, que nunca había sucedido: «Los oímos hablar en nuestra lengua nativa». ¿Y de qué hablaban? «De las grandezas de Dios».


Tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión
 

A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles, deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión.


1.La novedad
 

La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios. Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos. Pero, en toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela, aparece su novedad, trasforma y pide confianza total en Él: Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad; los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio. No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien. Preguntémonos: ¿Estamos abiertos a las "sorpresas de Dios"? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta?
 

2. La armonía

Una segunda idea: el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía. En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Un Padre de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: el Espíritu Santo "ipse harmonia est". Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división; y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Si, por el contrario, nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan conflicto, porque Él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia. Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los Pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son peligrosos. Cuando nos aventuramos a ir más allá (proagon) de la doctrina y de la Comunidad eclesial, y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo (cf. 2Jn 9). Así, pues, preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?


3. La misión
 

El último punto. Los teólogos antiguos decían: el alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar; la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu. Sin su fuerza, sin su gracia, no iríamos adelante. El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo. El Espíritu Santo es el alma de la misión. Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar.


El Pentecostés del cenáculo de Jerusalén es el inicio, un inicio que se prolonga.


El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus Apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio, dice: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros» (Jn 14,16). Es el Espíritu Paráclito, el «Consolador», que da el valor para recorrer los caminos del mundo llevando el Evangelio. El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo.

Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión.
 

La liturgia de hoy es una gran oración, que la Iglesia con Jesús eleva al Padre, para que renueve la efusión del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros, cada grupo, cada movimiento, en la armonía de la Iglesia, se dirija al Padre para pedirle este don. También hoy, como en su nacimiento, junto con María, la Iglesia invoca:

 

«Veni Sancte Spiritus! - Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». Amén.

Fuente: Catholic.net
 
 
 
posted by Laureano García Muentes at 5:43 a.m. | Permalink | 0 comments
domingo, mayo 12, 2013
UN INSTRUMENTO QUE SUSCITA LA ESPERANZA EN EL AMOR A DIOS

El Papa Francisco proclamó santa este domingo en la plaza de San Pedro a la colombiana Laura Montoya, “la Madre espiritual de los indígenas”, a la que elogió por “respetar su cultura” y “no contraponerse a ella”.

La Madre Laura (1874-1949), la primera santa colombiana, fundó en 1914 la orden de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena
, conocida como “las Lauritas” y dedicó 50 años de su vida a los indígenas, llegando a adaptar un catecismo a su mentalidad.

“Santa Laura Montoya fue instrumento de evangelización primero como maestra y después como madre espiritual de los indígenas, a los que infundió esperanza, acogiéndolos con ese amor aprendido de Dios y llevándolos a Él con una eficaz  pedagogía que respetaba su cultura y no se contraponía a ella”, afirmó el Papa.

“En su obra de evangelización Madre Laura se hizo verdaderamente toda a todos”, según expresión de San Pablo. “También hoy sus hijas espirituales viven y llevan el Evangelio a los lugares más recónditos y necesitados, como una especie de vanguardia de la Iglesia”, agregó.

Durante la ceremonia, el Papa elevó a los altares también a la religiosa mexicana María Guadalupe García Zavala, y al zapatero italiano Antonio Primaldo y sus 800 compañeros mártires.

“Que por intercesión de Madre Laura Montoya, el Señor conceda un nuevo impulso misionero y evangelizador a la Iglesia, y que, inspirados en el ejemplo de concordia y reconciliación de esta nueva santa, los amados hijos de Colombia continúen trabajando por la paz y el justo desarrollo de su Patria”, clamó el Papa ante cientos de peregrinos de ese país, entre ellos el presidente Juan Manuel Santos, empeñado en un complejo diálogo de paz con la guerrilla de las Farc.
El papa pidió que sigamos “trabajando por la paz y el justo desarrollo de los pueblos”.

SANTA MADRE LAURA, INTERCEDE ANTE NUESTRO PADRE DIOS PARA QUE NOS TRANSFORME EL CORAZÓN Y LE RECONOZCAMOS COMO EL ÚNICO DIOS VERDADERO QUE NOS CONDUCE POR LOS CAMINOS DEL AMOR Y LA PAZ. 
 
posted by Laureano García Muentes at 5:20 a.m. | Permalink | 0 comments
jueves, mayo 09, 2013
NOVENA AL ESPIRITU SANTO
Les invito a que la recemos juntos la Novena al Espíritu Santo. Es esta la novena por excelencia, de ella, se derivan todas las demás.
 
No nos atemos a los textos, sino que tu plegaria salga de lo mas adentro de tu corazón; entra en el espíritu del acontecimiento divino y deja que te guie María para que así, te haga dócil al Espíritu Santo.
 
TE INVITO A QUE ANTES DE EMPEZAR TOMEMOS EL TEXTOS DE Jn.16. 12-15 Y PENETREMOS EN EL Y ENTENDAMOS SU MENSAJE, EL MENSAJE QUE JESÚS NOS DICE HOY:
12. “Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello.
13. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad,
os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. 14. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. 15. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros”
 
Reza confiadamente estas oraciones al Espíritu Santo para pedirle
 Sus 7 Dones:
 
 
¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Haz que yo sepa, con el don de Sabiduría, tener ese gusto por las cosas de Dios que me haga apartar de las terrenas. Gloria al Padre…

¡Oh Espíritu Santo!, que sepa, con el don del Entendimiento, ver con fe viva la importancia y la belleza de la verdad cristiana. Gloria al Padre…

¡Oh Espíritu Santo!, que, con el don del Consejo, ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme. Gloria al Padre…

¡Oh Espíritu Santo!, que el don de Fortaleza me haga vencer todos los obstáculos en la confesión de la fe y en el camino de la salvación. Gloria al Padre…

¡Oh Espíritu Santo!, que sepa con el don de Ciencia, discernir claramente entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero, descubriendo los engaños del demonio, del mundo y del pecado. Gloria al Padre…

¡Oh Espíritu Santo!, que, con el don de Piedad, ame a Dios como Padre, le sirva con fervorosa devoción como hijo en el Hijo y sea misericordioso con el prójimo. Gloria al Padre…

¡Oh Espíritu Santo!, finalmente, que, con el don de Temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por los mandamientos de Dios, cuidando de no ofenderle jamás con el pecado. Gloria al Padre…
 
¡Oh Espíritu Santo!, lléname, sobre todo, de tu amor divino; que seas el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.
 
Secuencia
1 - Ven, oh Espíritu Santo, y envíanos del cielo un rayo de tu luz.
2 - Ven, oh Padre de los pobres, dispensador de las gracias y luz de nuestras almas.
3 - Oh Consolador incomparable, dulce Huésped del alma, y saludable refrigerio.
 
4 - Tú alivias el trabajo, calmas nuestros ardores y eres consuelo en el llanto.
 
5 - Oh Luz beatísima, colma en lo más profundo el corazón de tus fieles.
6 - Sin tu divino socorro no hay nada en el hombre que no le sea nocivo.
7 - Lava lo que está manchado, riega lo que está árido y haz lo enfermo sano.
8 - Doblega nuestra obstinación, enciende nuestra frialdad, y endereza nuestros caminos.
 
 
9 - Concede a tus creyentes, que en Ti confían tus siete sagrados dones.

 
 
10 - Dales el premio de una vida virtuosa, y en un feliz término dales el gozo eterno.
  
Así sea.
COLABORACION:
Luis María, Riosalado (riosalado@uolsinectis.com.ar)
 
posted by Laureano García Muentes at 5:43 a.m. | Permalink | 0 comments
lunes, mayo 06, 2013
LA FUERZA QUE RECIBIMOS DEL ESPIRITU SANTO NOS IMPULSA A TENER VIDA NUEVA

Es preciso que nosotros, como cristianos, intentemos penetrar en el Misterio de Dios y sepamos agradecerle su ayuda amorosa y constante. Debemos atenderlo en el fondo de nuestro corazón, y saber responderles con nuestro amor y con nuestras obras.
 
 
Su Espíritu Santo "el Confortador" nos conforta, nos consuela, nos llena de fortaleza para resistir la tentación del pecado y del abandono, de la debilidad y del miedo a continuar.. Nos ayuda y nos guía con sus fuerzas a seguir en el camino hacia Dios. El nos defiende en la lucha contra el enemigo y es él,  quien nos inspira y nos enseña en el camino de la vida interior.
 

 San Pablo en la carta dirigida a los romanos Cap. 8, 26 nos precisa: "El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables”.
 

 Es algo maravilloso ser conscientes de esto: El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Miren, si ayuda, ¿por qué no nos confiamos a él? Si ayuda, ¿por qué no le pedimos? Si ayuda, ¿por qué no descansamos en él, en vez de querer sacar fuerzas de nuestros medios humanos?
 

 Los medios humanos no son despreciables, sino imprescindibles para todo. Pero tienen una medida, un peso, un contenido.
 

 No podemos creernos súper potentes; no podemos creer que somos capaces de resolver y entender todo, lo divino y lo humano. No podemos pensar que la oración, el trato con Dios se realiza sólo a base de esfuerzo personal: es preciso ponerlo, ¡claro que sí!, pero conscientes de que, sin la ayuda del Espíritu Santo, nada podemos.
 

 Y, si lo invocamos, si creemos en él y en su ayuda, tenemos que pensar en el Espíritu Santo que reza "en nosotros".
 
 
Es tan grande el misterio, que quizás nosotros sólo lo recordamos como algo extraordinario: las lenguas de fuego en el Cenáculo; los Apóstoles, entendiéndose en diversas lenguas; la frase evangélica en que se dice que no se preparen para defenderse, que ya el Espíritu pondrá palabras en sus labios..
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 Creamos en la tercera Persona de la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo que ha sido llamado por algunos autores "el gran desconocido". Porque, realmente, es la tercera persona de la Santísima Trinidad que nos ayuda a ser hombres nuevos y capaces de anunciar el Reino de Dios en todo tiempo y lugar donde estemos.
 
 
GRACIAS SEÑOR JESÚS, POR DEJARNOS TU ESPÍRITU SANTO CONSOLADOR Y DADOR DE VIDA ENTRE NOSOTROS, SIN ÉL, NUESTRAS ALMAS SUCUMBEN EN EL ABISMO DEL PECADO Y PIERDEN FUERZA PARA SEGUIRTE.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:29 a.m. | Permalink | 0 comments
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