sábado, septiembre 24, 2011
CONTEMPLAR EL AMOR INFINITO DE DIOS

Los invito hoy a contemplar el amor infinito del Señor y de su bondad, que se compadece de todo hombre sea cual fuere su naturaleza, raza o religión, solo si en su corazón existe la decisión de conocerle, amarle y seguirle. Cristo nos ama y nos muestra en su Corazón la fuente de la vida y de la santidad y de nuestra redención.

Para comprender de manera sencilla pero con una gran profundidad su dadivosidad hacia todos los hombres, es preciso que recordemos ese encuentro que tuvo Jesús con la samaritana, en la pequeña localidad de Sicar, junto al pozo, que se encontraba allí desde los tiempos del patriarca Jacob. Había acudido para sacar agua. Entonces Jesús le dijo: «Dame de beber», ella le replicó: « ¿cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». El evangelista añade que los judíos no se trataban con los samaritanos. Jesús, entonces, le dijo: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice "dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva (...); el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que salta hasta la vida eterna» (Jn 4, 1-14).

Palabras misteriosas, ¿no es verdad? Jesús es la fuente; de Él brota la vida divina en el hombre. Sólo hace falta acercarse a él, permanecer en él, para tener esa vida. Y esa vida no es más que el inicio de la santidad del hombre, la santidad de Dios, que el hombre puede alcanzar con la ayuda de la gracia que solo Él nos regala a través de su Espíritu Santo.

Estoy seguro que todos los hombres vivimos anhelando beber del Corazón de Jesús una vida abúndate de gracias y de santidad. Y así, a diario lo vemos en todas partes; y de manera especial cuando nos congregamos como comunidad eclesial. Y es que en Jesús está la fuente de la vida y de la santidad. «Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia» (Sal 106, 3).

Queridos hermanos y hermanas, la meditación del amor de Dios, que se nos ha revelado en el Corazón de su Hijo, exige del hombre una respuesta coherente. No sólo hemos sido llamados a contemplar el misterio del amor de Cristo, sino también a participar en Él. Cristo dice: «Si me amáis, cumpliréis mis mandamientos» (Jn 14, 15). Así, al mismo tiempo que nos dirige una gran llamada, nos pone una condición: si quieres amarme, cumple mis mandamientos, cumple la santa ley de Dios, sigue el camino que Dios te ha señalado y que yo te he indicado con el ejemplo de mi vida.

La voluntad de Dios es que cumplamos sus mandamientos, principalmente, el amor al prójimo. Recordemos que los mandamientos fueron dados para el bien del hombre, para su bien personal, familiar y social. Para el hombre son realmente el camino. El mero orden natural no basta. Es necesario completarlo y enriquecerlo con el orden sobrenatural. Gracias a él la vida cobra nuevo sentido y el hombre se hace mejor. En efecto, la vida necesita fuerzas y valores divinos, sobrenaturales: sólo entonces adquiere pleno esplendor.

Cristo confirmó esa ley de la antigua Alianza. En el sermón de la Montaña lo dijo con claridad a los que lo escuchaban: «No penséis que he venido a abolir la ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17). Cristo vino para dar cumplimiento a la ley, ante todo para colmarla de contenido y de significado, y para mostrar así su pleno sentido y toda su profundidad: la ley es perfecta cuando está impregnada del amor de Dios y del prójimo. Del amor depende la perfección moral del hombre, su semejanza con Dios. «El que acoge mis mandamientos y los cumple dice Cristo, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él», (Jn 14, 21).

Acerquémonos pues cada dia a esta fuente, de la que brotan manantiales de agua viva. Pidamos, como la samaritana: «Dame de esa agua», pues da la vida eterna y abundante.
 
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miércoles, septiembre 07, 2011
EL PROCESO DE BEATIFICACION DEL SIERVO DE DIOS PADRE FRANCISCO MARIA DE LA CRUZ JORDAN

Después de su muerte, el Padre Jordán fue sepultado en la Iglesia Parroquial de Tafers (Suiza). En 1956 sus restos mortales fueron exhumados y trasladados a la Casa Madre de los Salvatorianos en Roma, donde había trascurrido una importante parte de su vida. El proceso de beatificación fue introducido en 1942.

Actualmente el proceso de beatificación es dirigido por el Padre Stephan Horn SDS, Postulador. La Congregación para las causas de los santos dio su parecer positivo en lo que concierne a la documentación sobre la vida y las virtudes del P. Jordán, (la llamada positio) y el 14 de Enero del 2011, el Santo Padre Benedicto XVI autorizó a la Congregación para la causas de los santos, publicar el decreto sobre la heroicidad de las virtudes del P. Jordán.

En la Diócesis de Savannah, Georgia, un Tribunal Diocesano ha estudiado un probable milagro realizado por intercesión del Padre Jordán y toda la documentación ha sido presentada a la Congregación para las Causas de los Santos.

Hasta el momento son muchos los casos de gracias recibidas por intercesión del Padre Jordán. La información sobre las gracias recibidas por medio de su intercesión se pueden enviar a la siguiente dirección:


Postulador de los Salvatorianos
Via della Conciliazione 51
00193 Rome, Italy
tel. +39 06 686 291
 
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domingo, septiembre 04, 2011
BREVE HISTORIA DE LA MUERTE DEL PADRE FRANCISCO MARÍA DE LA CRUZ JORDÁN - 8 DE SEPTIEMBRE ANIVERSARIO DE 93 DE SU MUERTE

Los últimos años de la vida del Padre Jordán fueron vividos a la sombra de la cruz.

El comienzo de la primera guerra mundial llevó a Jordán a transferir el Generalato de la Sociedad del Divino Salvador a Fribourgo Suiza. Jordán por lo tanto, se marcho al exilio dejando a Roma. Miro indefenso como muchos de sus estudiantes y clérigos eran llevados a la milicia en sus respectivos países.

El Padre Jordán consciente ya de su debilidad física y viendo la necesidad de que alguien le remplazara como líder asumiendo su obra y más aún, dentro de estos tiempos turbulentos, se retira como Superior General de la Sociedad en 1.915 cuando se realizaba el III (tercer) Capítulo General.

Desde este momento hasta su muerte, tres años después de su retiro, vivió con una gran humildad y luchando por no interferir en los asuntos de Gobierno del nuevo Generalato.


La sede del Generalato era la casa de Maggenberg, Suiza y el Padre Jordán se encontraba en Friburgo donde luchaba con su enfermedad.

En 1.917 su salud declino ostensiblemente y tuvo que permanecer en cama. Sus nervios se fueron deteriorando hasta el punto de que no le fue posible seguir rezando el Oficio Divino. Al Padre Jordán le era ya difícil celebrar la santa Eucaristía.

Cuando les pareció a quienes le acompañaban en su lecho de enfermo que su salud se deterioraba mucho más, fue remitido a un hospital en tafers el cual, era dirigido por las Hermanas de la Caridad.

Cuando Jordán llega a las puertas del hospital y ve que la gente que allí se congregaba para la atención eran los pobres, pronuncio estas palabras: “Ahora estoy en medio de los pobres”.

Según comentó el Padre Pancracio, quien sucedió al Padre Jordán como cabeza de la Sociedad, las Hermanas tomaron un gran aprecio y privilegio en el cuidado del padre Jordán, y cuenta que decían: “Cada una de las Hermanas quiere cuidar al Padre General, cada una es feliz cuando puede hacer algo por él, ellas se pelean por atenderlo”.


En la tarde del 6 de Septiembre de 1.918 unas de las hermanas al ver que su salud empeoraba le dijo al Padre Jordán: “Padre, cuando vaya al cielo, ore también por nosotras, para que podamos permanecer fieles a vuestros votos” y Él le respondió: “ Y para que ustedes cumplan la voluntad de Dios y permanezca unidas a Jesús”

El Padre Francisco Jordán murió el 8 de Septiembre de 1.918, atendido por las hermanas del hospital, un enfermero, el párroco de Tafers y el Padre Pancracio Pfeiffer.


Debido a las dificultades de la guerra, el Padre Jordán fue sepultado en la Iglesia de Tafers y sus restos años mas tarde fueron trasladados a Roma.


Todos los seguidores de la vida Salvatoriana en el mundo nos unimos en oración, para pedir al Todopoderoso nos conceda el privilegio de tener en los altares de la Iglesia Universal a nuestros Venerable Fundador Padre Francisco María de la Cruz Jordán y que cada dia sea visible nuestro testimonio de ser sus hijos espirituales para la gloria de Dios.
 
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