jueves, junio 28, 2007
EL DIARIO ALIMENTO

Al dar inicio a ésta reflexión le pido a Dios “Danos hoy el pan de cada día”, plegaria que hace parte del Padre Nuestro. Oración que instituyo y enseñó Jesús a los discípulos para que de una manera humilde y sincera, nos acercáramos a Él, Señor de todo lo creado.

Para nosotros, sus hijos, cualquier día ha de ser una oportunidad de pedirle y darle gracia por tantas cosas hermosas que nos regala.
Al leer Jn.6.35. Jesús nos dice: “Yo soy el pan de vida, el pan vivo bajado del cielo, quien vine a mi nunca tendrá hambre, el que cree en mi nunca tendrá sed”.
Esas hermosas palabras de Jesús junto a la plegaria “Danos hoy el pan de cada día”, nos invitan a mirar las cosas de otra manera, a dejarnos guiar por sus palabras y a que no actuemos como los apóstoles y seguidores de Él en su época, que poco entendieron y se percataron de ellas.

Al invocarlas hoy, reconozco que Cristo es el Señor y que tú y yo seguidores de sus enseñanzas, busquemos las formas de entrar en intimidad con Él. A que trabajemos juntos y unidos en todo el mundo bajo un mismo ideal: Encontrar personas dispuestas a querer renovar sus vidas y con la disposición libre y voluntaria a querer aceptarle.
A que como cristianos comprometidos, no descansemos un solo instante en pregonar su palabra que es vida y que sea más fehaciente el testimonio de la resurrección; para que así, con esas vivencias y esas esperanzas, nos unamos en un trabajo pastoral donde el objetivo sea común: Encontrar la transformación de la Iglesia y la Sociedad para que el reino de Dios impere entre nosotros hasta que Él vuelva.

Cristo a través de su mensaje nos enseña que lo espiritual es lo eterno y que todas las cosas provienen de Dios y son de Dios. Él se nos ofrece como alimento diario y nos invita a que lo busquemos muy frecuente para fortalecernos en el espíritu.

Él, nos muestra su gran sabiduría y nos da ha entender que como Hijo de Dios, tiene aún la misión de la salvación, y que nosotros, somos los instrumentos que ha enviado para sacar de la esclavitud del pecado a muchos hombres. Asimismo, nos invita a que vivamos pregonando en nuestro medio, la vivencia de los valores del Reino con el afán de desterrar del mundo el odio, el rencor, la envidia, el afán del poder y del dinero y el egoísmo, que provocan la desunión y la falta de solidaridad.

PADRE NUESTRO, SANTIFICADO SEA TÚ NOMBRE, REGALANOS EL PAN DE VIDA PARA SER ANUNCIADORES DE LA VERDAD.
 
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martes, junio 26, 2007
VIVIR LA CONVERSIÓN QUE PROCLAMAMOS

Al conmemorar el nacimiento de Juan Bautista precursor de Jesús y el más grande y último de todos los profetas, recordaba en mi cuarto estudio, el coraje que sembró Dios en su mente y corazón, para denunciar sin temor el mal que corroía la convivencia comunitaria de su pueblo hasta el punto de haber entregado su propia vida por los principios del amor y la justicia.

Juan Bautista, fue un pregonero de su humildad y sensatez sin esa búsqueda afanosa de privilegios. Reconocía que había sido enviado por Dios para preparar el camino del Salvador y que su afán no era otra cosa que todos los hombres dieran una respuesta ajustada al mandato Divino de dejarlo todo por la conversión, porque el Reino de Dios estaba ya cercano.

Para él, lo importante era que el hombre debía renacer del agua y del espíritu, es decir, buscar a Dios y caminar a su lado aceptando que no somos creadores ni autores de nosotros mismos, sino que toda nuestra vida depende de Dios. En otras palabras, abandonando toda seguridad humana, siguiendo con sencillez y confianza a Jesús para que Él se convierta en el arquitecto de nuestro propio destino.

Al reconocer hoy que los hombres somos débiles y frágiles, notamos que la vida trata de hacernos concientes de esa realidad humana con todos sus ataques y problemas, dolores y situaciones difíciles que tenemos que sufrir.
Pero los que creemos en Dios y sabemos que Él nos espera arrepentidos; estamos seguros de lo que Él quiere de nosotros: Que nos convenzamos de su fuerza creadora y misericordiosa que inspira, que no nos deja solos un solo instante y que con sus gracias y fortalezas nos impulsa para que podamos con decisión y plena libertad, abatir las situaciones adversas y seguir adelante.

En el Evangelio de este día domingo 24 de Junio del 2.007 en el que se conmemora el nacimiento de Juan Bautista, el Santo Padre hizo notar “la necesidad de la conversión”, que Jesús propone “no en términos moralistas, sino realistas, como la única respuesta adecuada a los hechos que ponen en crisis las certezas humanas”.
Cristo invita antes que nada a responder al mal con un serio examen de conciencia y el compromiso de purificar la propia vida”, y afirmó que: “la conversión vence al mal en su raíz que es el pecado, incluso si no siempre puede evitar las consecuencias”.


TE INVITO A QUE VIVAS TU PROPIA CONVERSIÓN Y A QUE LA PROCLAMES COMO UN TESTIMONIO DE LA RESURRECCIÓN
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domingo, junio 24, 2007
SER FUEGO DEL ESPÍRITU

Cuando se lucha incansablemente por superar toda dificultad y por dejar todo atrás para seguir adelante con una vida diferente, se razona y se percibe que el fuego del Espíritu del Señor va llenando de ilusión la vida. Se restituye todo y se van revelando cambios en las actitudes que invitan a otros a iniciar procesos de transformación.

Es allí, donde se fundamenta el buen sentido de ser testigos de la resurrección: Ver y sentir la atracción por Cristo, detenerse a escucharle, concebir que sus palabras estremecen y llevan a recapacitar sobre lo que se ha realizado torcido y volver a empezar impulsados por las fuerzas de los dones que el Espíritu Santo ofrece y que cimientan la vida nueva.

Que maravillosa experiencia se siente cuando se descubre que el Espíritu del Señor contagia, ilusiona y transforma. Cuanta ayuda nos presta para encender el fuego de la ilusión y de la esperanza que motiva y entusiasma el corazón.

El Papa Benedicto XVI en la homilía de viernes santo de este año, nos exhortó con estas palabras: “Convertirse a Cristo, hacerse cristiano quiere decir: recibir un corazón de carne, un corazón sensible a la pasión y al sufrimiento de los demás”.

Sentir la necesidad de buscar a Dios y caminar con Dios, es conversión. Seguir con el corazón las enseñanzas de Jesús, es aceptar con plena libertad que estamos siendo transformados y que somos el producto de su amor y por tanto, es sentir que toda nuestra vida depende de Él. Recordemos que Dios nos dio el privilegio de ser libres.

Reconciliarse entonces significa ser fuego transformado en ilusión, es convertirse en luz del Espíritu que deja de lado todo éxito personal y toda seguridad humana, es seguir con sencillez y confianza las huellas del Señor luchando incansablemente para que Jesús se convierta en el modelo de vida que inspira.

Ser fuego, es arder, es provocar y quien se siente inflamado contagia con su calor hasta quemar a los demás. El fuego atrae y convierte.

Cuando nos consolidamos en la Palabra percibimos que encontramos la verdad y la libertad, ellas da paz al corazón. Esa verdad es plena y es revelada en nosotros por el Espíritu Santo que ayuda a que vayamos renunciando a todo, nos asiste a que carguemos consigo nuestras cruces y ha que sirvamos de testigos ante el mundo con nuestro ejemplo de vida. Es el Espíritu Santo, quien nos inflama para que muchos sean los que encuentren el camino que conduce a Cristo Salvador.

En unas de sus tantas exhortaciones escritas en el libro que recopila las palabras y exhortaciones del Padre Francisco Jordán, nos enseña: “Procurad con todas las fuerzas alcanzar la perfección, y así podré yo estar tranquilo y no será necesario que os hable mucho”. “Habéis sido llamados para ser santos. Vuestra misión, vuestra obligación, el deber más sagrado de vuestro estado es aspirad a la santidad”.

VEN Y ACOMPAÑAME A ENCENDER FUEGO EN EL CORAZÓN DE LOS HOMBRES
 
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jueves, junio 21, 2007
LLAMADOS A SER SEÑALES VIVAS DE CRISTO

El Padre Francisco María de la Cruz Jordán Fundador de la Sociedad del Divino Salvador o Familia Salvatoriana, invitó siempre a sus hijos espirituales a que acojamos el llamado de Jesús con voluntad para que esa energía se irradie a todos los hombres con el furor de la alegría, sirviendo con amor y brindando la esperanza que contagie, y así, sean muchos los que adquieran el conocimiento de la verdad en Cristo Salvador. Estos sentimientos, nos los dejó plasmado en diversos escritos que realizó durante su vida religiosa consagrada.

Para los que hemos atendido el llamado de Jesús y optado por seguir la vocación Salvatoriana, nos hemos comprometido a ser signos y señal de Jesucristo en el mundo, mediante la unión intima y dinámica con el Señor, que revela a los hombres la presencia viva del Reino de Dios entre nosotros, es decir, realizamos la vocación glorificando con nuestros actos a Dios y siendo testimonios de una vida que atraiga a muchos a participar de la vida eterna.

Jesús nos acoge, prepara y envía, y nos pide como sus discípulos que seamos testimonios suyos, que anunciemos a todas las criaturas el Evangelio y busquemos por todos los medios atraer a muchos para que participen en este discípulado.

Hoy los Salvatorianos en el mundo estamos llamados a brillar y hacer brillar el Reino de Dios entre los hombres y a ser sacramentos universales de salvación. De allí, es que nace nuestra propuesta de evangelización que busca expandir el conocimiento de la verdad de Cristo a todos los hombres haciendo que todos entiendan que es necesaria la conversión y la reconciliación con el Padre para alcanzar la salvación. Así nos lo pide el Padre Jordán:”Manifestar en todas partes al Dios Padre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo” (CIP 5,25).

Si te sientes motivado a seguir nuestras huellas, que son las mismas que Jesús dejó plasmadas en el corazón de nuestro Fundador, y quieres ser un testimonio de la Resurrección de Cristo, te invito a que inicies esta bella experiencia y conozcas más de cerca nuestra familia salvatoriana. Conformamos tres ramas: Religiosos, Religiosas y Laicos y estamos en 33 países realizando nuestros apostolados, así:
Albania, Austria, Bélgica, Bielorrusia, Brasil, Canadá, Chequia, Colombia, Comoros, Ecuador, Eslovaquia, España, Filipinas, Gran Bretaña, Guatemala, Hungría, India, Irlanda, Italia, México, Polonia, Rumania, Rusia, Suiza, Surinam, Taiwán, Tanzania, Ucrania, Estados Unidos, Venezuela.

PROCLAMEMOS JUNTOS LA SALVACIÓN QUE SE NOS HA DADO EN JESUCRISTO, PARA QUE “TODOS PUEDAN LLEGAR A CONOCER AL ÚNICO DIOS VERDADERO Y A QUIEN ÉL ENVIO, CRISTO SALVADOR”
(Jn 17,3)
 
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martes, junio 19, 2007
ESTA ES LA MISIÓN

Cuando estaban comiendo Jesús se apareció a los once discípulos reprendiéndolos por su falta de fe y su testarudez en no creer a los que lo habían visto resucitado y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará.”Lc.16.14-16.

Tener fe y dejar de ser obstinado en la vivencia del encuentro personal con Jesús resucitado, es vivir la conversión y llevar a la práctica el ser un anunciador leal que encarna en su espíritu el fiel testimonio de haber conocido el camino de la verdadera libertad y de ser un vocero ante el mundo de la Buena Nueva de la Salvación manifestada en Cristo.

Quien opta por el conocer y seguir a Jesús, se convierte en un signo de amor y vive con valor la experiencia de la apertura y de ser un instrumento de la bondad de Dios.
El amor de Dios es quien salva. Quien lo percibe, se siente perdonado y alcanza una actitud experimentada que lo guía al compromiso de ser un protagonista en la salvación de la persona humana.

Al acoger a Cristo, lo convertimos en el modelo que nos inspira, que conduce nuestros actos y acciones, el que nos fortalece, alimenta la fe y nos da confianza. Al constituirnos personas nuevas, todo nuestro esfuerzo se revierte y se cristianiza en esa incansable búsqueda de ser constructor de una sociedad trasformada y renovada, donde todos los hombres, sin distingo de raza, religión y condición social, convivan en el amor, la paz y la fraternidad.

La misión nuestra se constituye pues, en dar la vida por Jesucristo para así anunciar su evangelio.

El Papa Juan Pablo II en unas de sus exhortaciones nos decía insistentemente: “hace falta tener un fuerte encuentro con Jesucristo, junto a Él, busquemos a todos los bautizados que no participan de las comunidades eclesiales, ni de los movimientos, asociaciones y que se declaran católicos, pero que ven distante a su Iglesia. Debemos hacerles sentir el calor de nuestra Iglesia que los acoge. Debemos hacerlos discípulos y misioneros”.

Y el Padre Francisco Jordán nos lo inmortaliza a todos los Salvatorianos con estas palabras: “Empeñaos en alcanzar la gran meta a la cual ardientemente aspiramos. Sí, el Reino de Dios ha de llevarnos a abandonar todo, para anunciarlo de hecho, de palabra y de testimonio de la vida” CIP.23, 54

Jesucristo nos envía a proclamarlo teniendo absoluta confianza en Él, dándolo a conocer en todos los pueblos con nuestro propio testimonio de Resurrección.
 
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domingo, junio 17, 2007
UNAMOS NUESTRAS MANOS

Todos en el mundo añoramos hacer que la convivencia entre las personas y pueblos, sea justa y equitativa, que se viva la fraternidad y la solidaridad, se construya la paz con la fuerza del amor y se acaben las injusticias y la violencia.

¿Cuantos se han equivocado buscando soluciones para construir una sociedad humanitaria, fraterna y de paz, elaborando y presentando proyectos a la sociedad con objetivos que contienen intereses particulares y disfrazados; utilizan las estructuras gubernamentales con fines específicos que buscan el manejo del poder y la fuerza para violentar los derechos fundamentales de los hombres?

Pero, se han equivocado porque las estructuras no son el mundo. El mundo, somos tú, yo y todas las personas que conforman la gran familia humana.

Si unimos nuestras manos y nos alimentamos de la presencia de Dios, atendiendo el llamado que nos hace Jesús a que transformemos nuestras vidas asumiendo el compromiso de ser como Él quiere; nuestras vidas se moldearían diferentes y predominaría el amor transformador que contagia y enciende, con el cual iluminaríamos el mundo con una verdadera justicia, una fraternidad equitativa y una paz sostenible con la gracia del Espíritu renovador.

Unir nuestras manos es un símbolo que lleva impregnado el amor de Dios. Es una invitación a todos los hombres y mujeres en el mundo que tienen la buena voluntad de construir una nueva sociedad donde no exista la diferencia de raza, ni del color de la piel, ni de la religión, sino que se viva el amor.

Unamos nuestras manos con toda honestidad y exijámosla a los que están a nuestro alrededor. Seamos responsables en nuestro hogar, en nuestra familia, en nuestro trabajo o en nuestras actividades. Seamos justos y equitativos en las decisiones y en el trato con los demás y que toda actividad que hagamos en la vida glorifique al Señor, alimentándola con su amor

Une tus manos a la mía para desechar el egoísmo, el odio, el rencor, la irresponsabilidad, el desamor, la falta de solidaridad, la violencia y todas aquellas cosas que destruyen el bienestar personal y social.

Unamos nuestras manos para cambiar el mundo como Dios lo quiere.

RECUERDA:

EL HOMBRE ES EL ÚNICO SER QUE TIENE LA CAPACIDAD DE CAMBIARSE A SÍ MISMO. CAMBIA Y UNE TUS MANOS A MÍ.
 
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jueves, junio 14, 2007
 
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EL EVANGELIO ENSEÑA A CONOCER, AMAR Y SEGUIR A JESÚS.

Como cristianos tenemos la necesidad de leer y meditar el Evangelio para descubrir y valorar la fe en la persona de Jesucristo.

Él nos motiva y prepara como discípulos para asumir los retos de enfrentarnos al mundo mediante proyectos que invitan a conocer, amar y seguir a Jesús, como un servicio; ayudando a nuestros hermanos a que vivan la experiencia del encuentro con el Señor.

El Evangelio es la palabra viva de Jesús que nos ayuda a entender que Dios es parte de nuestra vida. Es la fuerza que nos capacita y ayuda a concebir y aceptar a Jesús. Es el texto guía que nos invita a continuar como discípulos los mismos pasos del maestro, Es el incentivo que nos lleva vivir y cumplir la misión que nos encomendó Jesús el día de su ascensión y es la expresión del Resucitado que nos envía por el mundo a continuar la tarea de cambiar al hombre haciéndolo más justo y solidario.

Vivir y sentir el Evangelio es una experiencia que nos alimenta y fortalece el espíritu y nos da impulsos para seguir con decisión el camino de una vida integra y consagrada como testigos y signos de la prolongación visible de la acción del Espíritu Santo en Pentecostés.

Al dar el sentido y la admiración a la persona de Jesucristo cuando leemos los Evangelios, nos ayuda a que percibamos en sus palabras y criterios, en sus gestos y actitudes, en sus reacciones ante las personas y ante las situaciones, aunque a veces parezcan desconcertantes, la necesidad primordial de hacernos como Él; unos lideres que se atrevan a anunciar y denunciar las injusticias sin temor y a predicar con la fuerza del Espíritu Santo las verdades del Reino de Dios en medio de la desesperanza y la tribulación.

Cuando estudiamos el Evangelio nuestro amor a él se aumenta, porque Dios se hace presente y nos va alimentando con su amor. Es por ello, que, cada vez más sentimos la necesidad de vivirlo con intensidad. Él nos ayuda a superar y purificar nuestras ideologías, haciéndose un instrumento privilegiado de nuestra conversión personal. El Evangelio sensibiliza para que nos abramos a la realidad del mundo y ha que nos descubramos como servidores incondicionales de Dios.

SI ENTRAMOS EN COMUNIÓN CON LA PERSONA DE JESÚS, ES PORQUE CREEMOS QUE ÉL TIENE ALGO QUÉ DECIRNOS PARA CAMBIAR NUESTRA VIDA- CONÓCELO, ÁMALO Y SÍGUELO-
 
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martes, junio 12, 2007
TE INVITO A PESCAR

Te invito a que me acompañes a lanzar las redes como Jesús lo hizo con sus discípulos, quienes a la orilla de lago Genesaret, se hallaban afligidos por haber perdido toda una noche en el mar y no habían podido aprehender ningún pez. Jesús en esa oportunidad, le pidió a Simón y a sus compañeros, que se apartaran un poco de la orilla para enseñar a la multitud que le seguía y al notar el desasosiego de ellos, los invitó a que tiraran nuevamente las redes al mar. Fue tal la pesca, que sacaron tantos peces que las redes estaban a punto de romperse. Ellos, tan emocionados por la pesca numerosa, llamaron a sus compañeros a que los ayudaran a sacar las redes, llenando sus barcas tanto que por poco se hundían. (Lc. 5. 3-7).

Hoy recibimos como discípulos esa misma invitación por parte de Jesús a que rememos mar adentro y saquemos también del océano de la vida y de las preferencias, a muchos hombres y mujeres, para ayudarles a encontrar la libertad y la liberación de sus falsos ídolos e ideologías, de las opresiones, engaños y manipulaciones, ayudándoles ha abrirles el corazón a la esperanza y al amor de Dios.

¿Será que ésta invitación la podremos llamar, seducción, incitación o provocación, como la mal interpretan algunos? ¡No! Hoy el mundo se encuentra invadido por el imperio de la desdicha, la osadía y la desconfianza, y es nuestra experiencia de haber sido atrapado y renovados por el Salvador del mundo, lo que nos hace ser responsables de dar a conocer con nuestro testimonio de vida y con la luz del Espíritu Santo, el único y verdadero camino para lograr ser un cooperador de Cristo; es decir, un pescador de hombres. Y mediante ese servicio ayudaremos a que junto a otros, trabajemos por la transformación de la iglesia y la sociedad cumpliendo con la misión de unir a muchos hombres divididos y dispersos en la persona de Cristo.

Sacar de agua es salvar, es capturar hombres para Dios. Toda vocación es un llamado para ir "mar adentro", a desprenderse del pequeño horizonte de la vida ordinaria, para comprometerse en una obra grandiosa: La salvación del género humano.

La aventura a la que Jesús nos quiere lanzar hoy nos podrá parecer atrevida y con poca perspectiva de éxito. Pero el Maestro sabe mejor que nadie a dónde quiere llevarnos y Él, con su omnipotencia, nos hará triunfar en el proyecto de vida que optemos por seguir y la vocación que asumamos.

"No temas". Jesús no quiere que te aleje de Él.
Ven vamos a pescar.
 
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domingo, junio 10, 2007
VETE Y HAZ TÚ LO MISMO

Inicio esta reflexión con las palabras que pronuncio Jesús “Vete y haz tu lo mismo” escritas en el Evangelio de San Lucas Cap. 10. 37 donde Él, en forma desprendida nos manifiesta su amor, su bondad y su misericordia; después de encontrarnos heridos en el camino de la vida por las grandes vicisitudes del mundo, de habernos entregado su auxilio sin condición, sanando nuestras heridas e invitarnos a seguir sus pasos que nos lleva a su posada.

Qué aprendamos a ser samaritanos, nos reclama Jesús hoy a todos los hombres sin distingo de raza, religión y condición social. Él quiere que todos brindemos y sembremos el amor de Dios, los unos con otros, con un corazón abierto, con la mirada levantada, leyendo los signos de los tiempos en el momento histórico actual y siendo verdaderamente libres, para que nuestro accionar de seguidores de Cristo, sea significativo y fecundo.

Que seamos capaces de saciar la sed y el hambre por el conocimiento de Dios; de vendar todas las llagas que afecten la vida en armonía y paz, a ser bálsamo para que no siga fecundando el odio, el rencor, la rivalidad, la envidia y todas las heridas que corroen la familia y la sociedad.

Ser samaritanos consiste en mantener viva la pasión por Cristo y por la humanidad. La pasión es fuego que contagia a los demás con su calor y para mantenerla candente y vigorosa, hay que estar conectado constantemente a Dios mediante la oración. Él nos llenará de fortalezas, nos alimentará la fe y la esperanza. Y nos insiste que hay necesidad de cultivarla e intensificarla.

El desafió para todos hoy es muy significativo y específico; y consiste simplemente en ponerle pasión a la misión que nos legó Jesús:” Vete y haz tú lo mismo”.
Ser apasionado por Cristo, es tener sentimiento intenso. Por ello, la pasión ha de sacarnos de la apatía, de ese adormecimiento y desinterés que optamos frente a muchas situaciones de la vida.
Jesús, fue un insigne apasionado frente al dolor, la humillación, las injusticias y la falta de verdad.

La pasión es un don que nos regala Dios y nos lo infunde el Espíritu Santo, por tanto, nos ayuda a llevar nuestras cruces y a jugárnosla todo por las personas que necesitan de nosotros, hasta dar la vida en cruz si fuese el caso.

“LEVANTATE, VEN A MI Y HAZ TÚ LO MISMO QUE YO HAGO”
 
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jueves, junio 07, 2007
LA CONFIANZA EN DIOS
Unos de los libros predilectos y al que yo acudo con mucha frecuencia, es ese que condensa las Palabras y Exhortaciones del Padre Francisco María de la Cruz Jordán, fundador de la Sociedad del Divino Salvador o de la Familia Salvatoriana.

Francisco Jordán, nos dejo de una manera muy especial como herencia perdurable, su fuerte convicción de que solo en Dios hay que confiar para obtener ayuda y gracias. Hoy, esa amonestación nos ha iluminado para que muchos hayamos emprendido con mucha decisión grandes programas y proyectos que tienen como razón fundamental, la promoción y popularización del Evangelio; poniéndolo al alcance de todos los hombres para que sean muchos los que conozcan y vivan sus propias vicisitudes y renovaciones.

Con gran insistencia nos exhorta con estas palabras: “Quien confía en Dios no sucumbirá. No caerá, pues el Señor es toda fortaleza”, y nos pide a todos sus hijos espirituales: “Vivid en la convicción de que una confianza en el Señor, abate al enemigo infernal. Os pido que tengáis esto presente para toda vuestra vida, y así tendréis tal poder y tal fuerza, que ninguna potencia podrá resistiros”.

Como hijos de Dios y continuadores de su obra, nos forjamos en ser participes de la herencia del Reino y de ese conjunto de bienes que Dios nos promete junto a esa felicidad sin limites.
Junto a muchos, nos hemos propuesto en continuar la misión de apóstoles de Jesucristo, haciéndonos participes de la santidad que Dios nos ofrece y de trabajar con insistencia por aquellos que necesitan recuperar la confianza del Padre.

Al tener absoluta confianza en Dios, nos representa una entrega a Él sin reservas, abandonarnos así mismo y de todas esas cosas que son del mundo y nos atan, a esperar de Dios su bondad, su sabiduría y su misericordia.
Tener confianza en Dios es tener fe insensible, que no se flaquea ante las amenazas de tormentas, desasosiegos y frustraciones. Es creer que Dios es trinidad Santa.

“La confianza en Dios es la que da serenidad, felicidad y tranquilidad al hombre, porque el Señor crea en torno a los fieles un horizonte de paz que deja fuera el estrépito del mal”.
Juan Pablo II.
 
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martes, junio 05, 2007
SERVIR A LOS DEMÁS
La propuesta de misión que nos dejo Jesucristo es "Servir a los demás". Y este propósito implica la lucha permanente contra nuestro egoísmo, pues servir a otros es amarlos, ponerlos antes que a nosotros, es anteponer el beneficio de los demás a nuestros gustos, tiempos, placeres y satisfacciones.

Todos tendemos a ser individualistas, a pensar en nosotros mismos, especialmente cuando tenemos un problema. No salimos al encuentro del hermano y nos sentimos el centro donde todo gira en torno nuestro. Nos parecemos al sistema solar.

Al ser escogidos y enviados por Dios a cumplir la misión de “darlo a conocer como el único y verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo como el Salvador del mundo” (Jn 17.3), los cristianos nos comprometemos y convertimos en mártires de esa gracia que se manifiesta en servir a los demás como hicieron Cristo y María; escogiendo los medios y servicios que el Espíritu Santo inspire, para realizar dentro de la iglesia, sociedad o comunidad, una evangelización catequística donde lo fundamental sea llevar a las personas al pleno conocimiento de Cristo mediante el servicio y acompañamiento a los demás.

Hoy muchos hombres y mujeres en todo el mundo nos hemos consagrado al servicio de la Obra de Dios y de su propagación, optado diferentes servicios dentro de la iglesia, por ejemplo unos se consagran para servir y acompañar a los pobres, otros a los enfermos, a los marginados, a los niños, los ancianos, en fin, diferentes carismas y dones según las gracias que nos da el Espíritu para seguir los pasos de Jesús acompañando y amando a los demás como nos amamos nosotros mismos.

Servir es sembrar semilla buena aunque solo sean otros los que recojan y saboreen las cosechas, es mucho mas que dar con las manos algo que se tiene, es dar con el alma lo que, tal vez, nunca nos fue concedido, es distribuir afecto, bondad, cordialidad, apoyo moral, amor. Es ayuda material y espiritual, es repartir alegría, estima, admiración, respeto, gratitud, sinceridad, honestidad, libertad, justicia; es infundir fe, optimismo, confianza y esperanza de que Dios esta en nosotros y nos acompaña siempre. Servir es.... en verdad, dar mas de lo que recibimos en la vida y de la vida.

La caridad no es una virtud abstracta, sino concreta y se manifiesta en la entrega servicial a los demás.
 
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domingo, junio 03, 2007
CAMBIAR Y SER TESTIGOS CATEQUISTAS
A través de la historia humana, Dios ha sido claro a todos los hombres con esta propuesta categórica: Cambiar y ser testigos catequistas.

En la Biblia, se vivencian muchos apartes sobre la historia de la salvación del pueblo de Dios. A nuestros antepasados los patriarcas y profetas, les pidió Dios, la transformación de sus vidas, para que convertidos, llenos del Espíritu, lo anunciaran a todos los pueblos, mediante el amor de los unos con los otros, la justicia social, la fraternidad entre los pueblos y naciones, la convivencia pacifica y participativa y la paz entre hermanos.

Juan Bautista, pregonaba al pueblo Judío con mucha insistencia el cambio de vida y de actitudes invitándoles a la conversión.
Jesús le pidió a Zaqueo y a Saulo, cuando los encontró sumidos en la oscuridad de sus vidas, hacer un alto en el camino, les incitó a que meditaran como habían realizado su existencia y, ya arrepentidos de sus errores, fueran sus enviados y testigos por todo el mundo.

Todos ellos con furor y ardor, iniciaron una ardua y persistente labor de propagación del Evangelio y llenos del Espíritu Santo, se convirtieron en informadores catequistas de la fuerza liberadora de Dios, y del anuncio hasta hoy, de un nuevo estilo de vida y de un camino lleno de fe, esperanzas y de absoluta confianza en la Divina Providencia.

Jesús ha salido a nuestro encuentro y nos ha pedido también, que para ser sus fieles seguidores, sus discípulos, es necesario tomar una actitud radical de cambio: Dejarlo todo y ser felices a su lado.

Con esa experiencia del testimonio de nuestros antepasados, y con una fe fortalecida, sin ningún temor o miedo, nos hemos atrevido a ser también propagadores de esperanza e ir invitando a la conversión y participación a todos los hombres en el Reino de Dios.

Hemos tomado conciencia de que enderezando nuestros rumbos y nuestras actitudes, disfrutamos de una nueva vida y de un mejor bienestar personal y familiar. Por tanto, este detenerse y reflexionar, es ante todo un querer mejorar, es querer ser mejores y ello deberá ser hecho no solamente desde criterios humanos sino en una dimensión de la fe.

Pregúntate:

¿Qué diferencia hay entre lo que soy y lo que debo ser?
 
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