martes, junio 26, 2007
VIVIR LA CONVERSIÓN QUE PROCLAMAMOS

Al conmemorar el nacimiento de Juan Bautista precursor de Jesús y el más grande y último de todos los profetas, recordaba en mi cuarto estudio, el coraje que sembró Dios en su mente y corazón, para denunciar sin temor el mal que corroía la convivencia comunitaria de su pueblo hasta el punto de haber entregado su propia vida por los principios del amor y la justicia.

Juan Bautista, fue un pregonero de su humildad y sensatez sin esa búsqueda afanosa de privilegios. Reconocía que había sido enviado por Dios para preparar el camino del Salvador y que su afán no era otra cosa que todos los hombres dieran una respuesta ajustada al mandato Divino de dejarlo todo por la conversión, porque el Reino de Dios estaba ya cercano.

Para él, lo importante era que el hombre debía renacer del agua y del espíritu, es decir, buscar a Dios y caminar a su lado aceptando que no somos creadores ni autores de nosotros mismos, sino que toda nuestra vida depende de Dios. En otras palabras, abandonando toda seguridad humana, siguiendo con sencillez y confianza a Jesús para que Él se convierta en el arquitecto de nuestro propio destino.

Al reconocer hoy que los hombres somos débiles y frágiles, notamos que la vida trata de hacernos concientes de esa realidad humana con todos sus ataques y problemas, dolores y situaciones difíciles que tenemos que sufrir.
Pero los que creemos en Dios y sabemos que Él nos espera arrepentidos; estamos seguros de lo que Él quiere de nosotros: Que nos convenzamos de su fuerza creadora y misericordiosa que inspira, que no nos deja solos un solo instante y que con sus gracias y fortalezas nos impulsa para que podamos con decisión y plena libertad, abatir las situaciones adversas y seguir adelante.

En el Evangelio de este día domingo 24 de Junio del 2.007 en el que se conmemora el nacimiento de Juan Bautista, el Santo Padre hizo notar “la necesidad de la conversión”, que Jesús propone “no en términos moralistas, sino realistas, como la única respuesta adecuada a los hechos que ponen en crisis las certezas humanas”.
Cristo invita antes que nada a responder al mal con un serio examen de conciencia y el compromiso de purificar la propia vida”, y afirmó que: “la conversión vence al mal en su raíz que es el pecado, incluso si no siempre puede evitar las consecuencias”.


TE INVITO A QUE VIVAS TU PROPIA CONVERSIÓN Y A QUE LA PROCLAMES COMO UN TESTIMONIO DE LA RESURRECCIÓN
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posted by Laureano García Muentes at 4:42 a.m. | Permalink |


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