sábado, junio 27, 2015
APRENDAMOS A ORAR CONFIANDO EN DIOS

El Padre Francisco María de la Cruz  Jordán, Fundador de la Sociedad del Divino Salvador o Familia Salvatoriana, nos dejó de una manera muy especial como herencia su fuerte convicción de que solo en Dios hay que confiar para obtener ayudas y gracias. Sus palabras santas nos inducen a continuar su camino y a perseverar con gran insistencia: “Quien confía en Dios no sucumbirá. No caerá, pues el Señor es toda fortaleza”, y nos pide a todos: “Vivid en la convicción de que una confianza en el Señor, abate al enemigo infernal. Os pido que tengáis esto presente para toda vuestra vida, y así tendréis tal poder y tal fuerza, que ninguna potencia podrá resistiros”.

Sus exhortaciones nos han iluminado  y con ellas hemos aprendido, que para  ser verdaderos apóstoles de Jesús y poder emprender programas y proyectos de promoción y la popularización del Evangelio en cualquier lugar del mundo, hay que vivir su Palabra y confiar plenamente en Dios. 

Él, nos pide que seamos constantes  y perseverantes en la oración y que a través de ella, podemos  obtener de El  todas las fuerzas necesarias  para que nuestros proyectos estén al alcance de todos los hombres  y para que así, sean muchos los que conociendo nuestras vidas y experiencias  sean capaces de renovarse y vivir una vida nueva.

Y es que él aprendió de Jesús al poner en práctica la oración, cuando entendió que Dios sabía lo que necesitamos.

Cuando busco y leo el Evangelio de San Mateo  6, 7-8 encuentro en el estas palabras que pronuncio Jesús:   “Y, al orar, no hablen mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que necesitan antes de pedírselo”

Miren, no está en las palabras la eficacia de la oración, sino más bien en los movimientos del corazón, en las intenciones, porque Dios ve el corazón y Él sabe muy bien qué es lo que necesitamos, incluso lo sabe mejor que nosotros mismos, que muchas veces equivocamos el pedido, y no pocas veces pedimos lo material y temporal solamente, dedicando muy poco a lo espiritual y eterno.

Por eso el Señor y el Padre Francisco Jordán nos quiere decir con estas palabras que vayamos confiados a Dios, sin andar con tantos preámbulos y palabrería inútil, sino que con el corazón abierto le digamos francamente al Señor lo que andamos necesitando, al menos lo que a nosotros nos parece que necesitamos y que nos hace falta, que después el Señor verá si nos lo concede o no, y no por falta de bondad de Dios, sino porque Él tiene sus motivos para retardar o negar un don, ya que el Señor ve el futuro, y lo que hoy podría ser un bien, tal vez no lo sea para el futuro o por lo que vendrá después.

Entonces nuestra oración debe ser confiada, sabiendo que Dios SIEMPRE escucha, y si no concede el don que pedimos, siempre nos concede algo igual o mejor, porque es un Padre bueno, que no se deja ganar en generosidad y quiere lo mejor para sus hijos.

Si…y es verdad; estamos acostumbrados a decir oraciones ya hechas y repetirlas muchas veces como en el rezo del Santo Rosario, y eso está muy bien. Pero no debemos olvidar que a veces nos puede suceder que necesitemos desahogar nuestro corazón con Dios de forma directa y sencilla, contándole lo que nos pasa, e incluso rezando sin palabras, sino con una simple mirada al Señor, a una imagen suya, o elevando los ojos al Cielo y también con llanto en los ojos.

Tenemos que practicar este modo de oración personal con Jesús, porque la oración nos ayuda a unirnos al Señor, y no interesa tanto con qué oración nos unimos a Él, sino que lo que importa es que nos unamos, ya sea de una manera o de otra.

Hay veces que estamos abatidos y no podemos rezar oraciones hechas, y ni siquiera podemos hablar, por el gran dolor que nos embarga o por el grave problema en que estamos. Es entonces cuando debemos recostar la cabeza sobre el pecho de Jesús resucitado que está a nuestro lado siempre, y descansar en él y tomar fuerzas de ese Corazón Sagrado, para seguir en el combate de la vida y no claudicar ni ser arrastrados por el mal y la desgracia, y recibir una caricia suya.

También habrá días en los que de tan cansados que estamos no podemos ni elevar una oración al Señor. Pues bien, aunque no recemos oraciones prefijadas, digámosle a Jesús, espontáneamente lo que sentimos, y así estaremos rezando y muy bien.


SEÑOR, AYÚDANOS A SER CONSTANTE EN LA CONFIANZA HACIA TI, DANOS UN CORAZÓN NUEVO Y QUE NUESTRAS PALABRAS SEAN DULCES Y AMOROSAS HACIA LOS DEMÁS. 
 
posted by Laureano García Muentes at 6:38 a.m. | Permalink | 0 comments
domingo, junio 14, 2015
SER PACIENTES ANTE LA ESPERA DE DIOS

Como seres humanos muchas veces somos impacientes y ante muchas circunstancia, nos angustiamos, nos decepcionamos, nos enojamos y deprimimos, porque nuestros planes, pensamientos y aspiraciones,  parecen diluirse en el tiempo que a ellos, les requerimos; y cuando se presentan, son adversos a las soluciones o metas que tenemos en nuestras mentes. 

Hoy Preguntaría: ¿Cuántas veces no hemos perdido oportunidades o hemos cometido errores por no haber sabido esperar el momento exacto para actuar o tomar decisiones?

En nuestra vida muchas veces suceden situaciones similares; nos encontramos desesperados o preocupados y en medio de estos hechos, clamamos a Dios con insistencia por su ayuda y… esperamos que su respuesta sea inmediata.

Pero, allí esta nuestro problema, no comprendemos que el Señor tiene el tiempo perfecto para enviarnos esa o esas respuestas y espera que sus propósitos sean cumplidos por nosotros, en nuestra vida.

Recordemos: ¡Que Él nunca llega tarde! Dios tiene maravillosas promesas y bendiciones para nosotros sus hijos y su Espíritu Santo nos guía y nos ayuda a través de la Palabra y la oración para que aprendamos a conocer su voluntad.

Es por ello, que tenemos que aprender a pedir de acuerdo a ella y a saber esperar el tiempo perfecto del Señor para su cumplimiento.  Y es allí precisamente, durante esta espera, que nuestro carácter va siendo transformado, nuestra voluntad fortalecida y nuestro amor incrementado.

San Pablo en la Carta a los Romanos 5:3-5 nos exhorta con estas palabras: “Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud probada; la virtud probada, la esperanza. Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”.

Entonces, esperar en Dios no significa tener una actitud pasiva o conformista sino todo lo contrario, la espera debe estar siempre impregnada de positivismo, fe, comunión con Dios, creyendo en su Palabra y sobretodo revelando con nuestros hechos y acciones a quienes comparten su vida con nosotros, la voluntad de nuestro Padre Dios para nuestras vidas.

No debemos desesperarnos, ni ofuscarnos ante nuestras suplicas a Dios. Hemos de ser pacientemente, tener fe, confianza y esperanza en El.

Se nos pide la confianza. Por nuestra parte, ser tierra profunda que guarde la semilla de la Palabra. Por parte del Espíritu, que fecunde nuestra esperanza, y nos permita el aliento de los frutos. San Pablo en su 2 carta a los Corintios 5,6 así nos lo pide: “Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe”


Pidamos entonces al Señor que nos enseñe a esperar confiadamente en El, que podamos ser pacientes y sabios para esperar y conocer el tiempo perfecto del cumplimiento de sus promesas, y que nuestra fe aumente y podamos ser  agradables a Él.
 
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lunes, junio 08, 2015
EL PAPA FRANCISCO NOS EXPLICA CÓMO ORAR EN CASA


El Papa  inició explicando sobre nuestra cercanía con Jesús en nuestras vidas: “Nunca olvida, pero nosotros olvidamos nuestro encuentro con Jesús. Y ésta sería una bella tarea para hacer en casa: pensar en cuándo sentí al Señor cerca de mí, de verdad. ¿Cuándo sentí que debía cambiar de vida, o ser mejor, o perdonar a una persona?”

Nos invitó el Papa Francisco a que reflexionar sobre la forma en que Dios sale a nuestro encuentro de manera cotidiana:“¿Cuándo sentí al Señor que me pedía algo? ¿Cuándo encontré al Señor? Porque nuestra fe es un encuentro con Jesús. Éste es el fundamento de nuestra fe: He encontrado a Jesús como Saulo hoy”.

El discernimiento es importante, hacer una profundización en nuestra oración diaria sobre el cómo y el cuándo Dios nos ha pedido algo  a cada uno de nosotros y el Santo Padre nos lo dijo así: “¿Cuándo Señor me dijiste algo que cambió mi vida o me invitaste a dar ese paso en mi vida?”

Por ello, nos invita el Vicario de Cristo a hacer esta forma de oración diaria, meditando con alegría sobre el momento del Encuentro con Jesucristo, un encuentro de amor: “esta es una bella oración y les recomiendo que la recen cada día. Y cuando te acuerdas, te alegras con eso, con ese recuerdo que es un recuerdo de amor”.

El Papa instruyó a  después de ello, dar lectura el Evangelio y encontrar en sus líneas las formas diversas del encuentro de Jesús  con cada uno de los personajes, encontrando aquellas coincidencias que haya con nosotros: “Leer los Evangelios y ver tantas historias.

Ver cómo Jesús encuentra a la gente, cómo elige a los apóstoles, cómo hay tantos encuentros con Jesús allí. Quizá alguno se parezca al mío. Cada uno tiene el suyo”.

Finalmente el Papa, nos invita a nunca olvidar nuestro primer encuentro con el Señor, pues Él nos tiene siempre presente y nos invita a:“rezar para pedir la gracia de la memoria: Señor ¿cuándo fue ese primer encuentro, ese primer amor? Para no escuchar ese reproche que dirige el Señor, en el Apocalipsis: debo reprocharte que hayas olvidado el primer amor”.

Que estas bellas enseñanzas del Papa nos ayuden en nuestra oración de cada día para tener diariamente un encuentro con Jesucristo.


Tomado de Radio Vaticano del 24 de abril de 2014.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:12 a.m. | Permalink | 0 comments
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