lunes, julio 21, 2014
¿COMO PODRE HACER PARA ACERCARME A DIOS?

Hace varios días, una muchacha joven se me aproximo para preguntarme sobre la manera más certera que debería emplear para acercarse a Dios. La note preocupada y algo desesperada por alguna situación que le ocurría.

Le pregunte su nombre y si ella creía en Jesús. A lo que me respondió muy dispuesta. Me llamo María José y soy cristiana.

Sin mediar palabra alguna a cerca de su vida, le explique en pocas palabras lo que le  había sucedido a Jesús en su época, cuando andando por las calles de Judea, iba anunciando la Buena Nueva entre la gente que le seguía.

Le dije, ¿sabes una cosa? Hoy tú estás haciendo algo muy importante: Recurrir a alguien para pedir una idea y así, orientar tus oraciones a Dios. Eso mismo le sucedió también a Jesús.

Ella quedo un poco desconcertada por lo que le decía.

Le dije, si, figúrate, A Él se le acercaron unos judíos y fariseos quienes le seguían para notar como se comportaba entre la gente y tener así base para señalarlo con acusaciones ante las autoridades. Le pidieron señales o signos para poder “creer y considerarlo como el Enviado de Dios”. Y con mucha autoridad Jesús le respondió, pidiéndoles que recordaran lo que le sucedió a Jonás, quien tuvo dudas en entender lo que Dios le pedía. Eso lo puedes encontrar en las Santas Escrituras. Te invito a que leas el Evangelio de San Mateo Cap. 12, 38-42.

Continuando le dije: Mira María José, muchas son las veces que le pedimos a Dios que obre sobre nosotros y le presentamos listas de necesidades y de nuestras peticiones urgentes. Y algunas de ellas, se las pedimos con mucha insistencia y hasta le exigimos que siempre actúe con más prontitud. Lo consideramos como un mago o alguien que solo esta, para escuchar y realizar todos nuestros gustos. Y nos equivocamos quienes pensamos así.

Dios escucha y se manifiesta a su tiempo y no al tiempo de nuestras conveniencias. El se manifiesta en pequeñas cosas, en los detalles sencillos, en lo cotidiano, en la familia, en el trabajo, en los amigos que se acercan a nosotros, en el ocaso y en el despertar de cada día, por eso y por tantas cosas que vemos y sentimos, debemos darle gracias a Él.

Para que ello lo veamos con nuestros propios ojos tenemos que tener una fe firme que nos lleve a descubrir y reconocer la presencia viva y actuante de Dios entre nosotros. Recuerda que Dios se hizo hombre, vivió y murió por nosotros. Su resurrección es la prueba mas contundente de que tiene todo el poder y el deseo de redimirlo todo e incluso las peores situaciones que vivimos y en las que nos encontramos.

Cuando ores evita las distracciones y pídele al Espíritu Santo su intercesión para que te ayude a sanar tu alma y para escuchar muy cerca y de manera clara su Palabra. Pídele como si estuvieses frente a frente con El y de manera sincera, dile que le amas y que deseas ser diferente.  

No te desesperes ante esas peticiones que te son urgentes, ni tampoco pienses  que ese, tu pedido, a Él no le interesa. No te frustres, ni te preocupes, no te enojes. Tenemos que aprender cada día más de Dios.

A veces nos equivocamos y creemos que no hará nada por nosotros. El es todo amor. Figúrate, tanto nos ama, que resucito a Jesús de entre los muertos para que pudiéramos ir con El a su lado al cielo. ¡Así que animo María José y hecha para adelante! Solo te pido una cosa: Piensa todo lo que hoy sientes cuando estés orando a Dios, no dudes en entregarlo todo en sus manos.

¿Cómo te sientes ahora? ¿Has encontrado respuesta a lo que me cuestionaste? Ten siempre presente que la Palabra de Dios nos llama a escucharla y poner en práctica el mensaje que nos regala Jesús cada día y allí veremos los frutos abundantes que nos dará. Hoy te pido que seas constante y siembres la Palabra de Dios en tu corazón.

María José quedo muy contenta con mis palabras y sentándonos en una banca, dialogamos algunas cosas que le estaban sucediendo. Al despedirse, le dio gracias a Dios por haberme encontrado en su caminar.




SEÑOR, HAZNOS TESTIGOS DE LA FE QUE HAS SEMBRADO EN NUESTROS CORAZONES, AMANDO DE VERDAD A TODOS AQUELLOS QUE NECESITAN.
 
posted by Laureano García Muentes at 9:15 a.m. | Permalink | 0 comments
lunes, julio 07, 2014
SEAMOS HUMILDES Y SENCILLOS DE CORAZÓN


La sabiduría de Dios se contrapone a la “sabiduría” humana que es comparada al conocimiento y el manejo que una persona posee y que en muchos casos acoge para humillar y pisotear a los más débiles y sencillos de nuestra sociedad.

Y es que la cultura actual promueve eso: el ser reconocido, el ser capaz de sobresalir, el ser capaz de ocupar los primeros lugares, el de recibir honra y alabanzas. Poco se habla de cultivar la actitud de humildad y solo se exalta el ego (el Yo).

Hoy la humildad no tiene cabida en la sociedad y en ella, es catalogada como algo desvalorizado, ser algo así como falto de carácter, algo como servil y despreciable.

Para Dios, la humildad y la sencillez constituyen los valores fundamentales que deben adornar a las personas, porque poseer estas cualidades hacen que las personas sean más abiertas a la revelación de Dios y a su mensaje salvífico y a la esperanza.

San Pablo en su carta a los Romanos (12:3) les exhorta con estas palabras: “Digo, pues, por la gracia que me fue dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de si que el que debe tener, sino que piense que si con cordura, conforme a la medida de la fe que Dios repartió a cada uno”

La humildad es por tanto, el reflejo de la fuerza de carácter y de dominio propio, es reflejo de seguridad y de autoestima positiva.

Quien es humilde tiene conciencia de sus habilidades y capacidades propias, y como no tiene nada que demostrar es abierta a aprender y a reconocer sus errores y a apreciar el valor de las otras personas. Es libre de egocentrismos.

El humilde no es orgulloso, no es soberbio, no es arrogante.

La prepotencia y la soberbia de los que se creen sabios o entendidos no permiten construir relaciones pacificas e igualitarias. No poseen el espíritu de Cristo y por tanto, aun no son cristianos. Así lo define San Pablo en la carta a los Romanos 8,9.11-13.

No nos cansemos de buscar la humildad e irradiarla a todos los que están a nuestro lado. Permitamos que Dios invada nuestras vidas y nos haga signos de su amor y su verdad en el mundo.

No olvidemos que la humildad es el fruto del amor fraternal por las personas, que expresa el deseo de servir y ayudar a otros.


SEÑOR, ALIMENTA NUESTRA FE PARA SER SIGNOS DE TU AMOR Y DE LA SALVACIÓN EN CUALQUIER LUGAR DONDE ESTEMOS.

 
posted by Laureano García Muentes at 6:25 a.m. | Permalink | 0 comments
<body>