martes, abril 29, 2014
LO QUE DEBEMOS HACER LOS SALVATORIANOS PARA VER PRONTO AL PADRE JORDÁN ELEVADO A LOS ALTARES EN LA IGLESIA CATÓLICA.
Quienes a través de Francisco Jordán nos hemos consagrado fieles a su espíritu, nos declaramos portadores de su carisma y expresión viva de la experiencia de Dios en todos los lugares donde vivimos y compartimos la vida con otras personas.

La manifestación de la vida de Dios en ti y en mí, han de ser esa fuerza impetuosa, esa pasión, esa locura de amor, como dice nuestro Padre Ignacio Madera SDS, que le impregnamos a nuestra vocación Salvatoriana, con la cuales aproximan cada vez más a nuestro Padre Fundador a la riqueza singular que soñamos todos (Religiosos, Religiosas y Laicos) de verlo elevado a los altares en nuestra Iglesia Católica.

Y es que nuestro carisma, ha de provocar en cada uno de nosotros una constante aproximación a una vida unida a Dios en oración; y con esa vivencia, fortalecer nuestra fe y la esperanza de soñar lo que vivimos y lo que debemos vivir en el mañana.

Este ha de ser nuestro compromiso y misión Salvatoriana: Expresar cada vez más la realización constante de un Carisma que persiga a través de los testimonios de cada Salvatoriano, dinámicas particulares o comunitarias que enseñen prácticas donde ese don particular del Espíritu dado por Dios a Francisco Jordán,  sea como un viento huracanado que expanda como semilla la transformación de la sociedad en la historia humana e impulse el crecimiento de la comunidad de seguidores de Jesucristo en la  Iglesia.


¡Atrévete, todos unidos podemos!
 
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martes, abril 22, 2014
UN DESAFÍO DE 50 DIAS

Te invito a que inicies el desafío:
Lee los cuatro (4) evangelios durante estos próximos 50 días hasta el día que celebramos en la iglesia el pentecostés y descubre en ellos el porqué fuiste convocado por Jesús a realizar la misión de anunciar la buena nueva en el mundo.

¿Te atreves?
 
posted by Laureano García Muentes at 4:17 p.m. | Permalink | 0 comments
domingo, abril 20, 2014
¡JESÚS ESTA ENTRE NOSOTROS, VENCIÓ LA MUERTE, HA RESUCITADO!

"Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres por Dios se ha cumplido en nosotros: Jesús ha resucitado. (Hch 13, 32-33).

La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:


Cristo ha resucitado de los muertos,
con su muerte ha vencido a la muerte.
Y a los muertos ha dado la vida.

"Vayan, sin miedo, para servir", la práctica cristiana "no puede quedar encerrada en su vida o en el pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de su comunidad", porque ello "sería como quitarle el oxígeno a una llama que arde". 

"La fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte, se transmite", "El evangelio es para todos, no para algunos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente".

S.S. Papa Francisco

La comunicación de la fe se da en distancias cortas, requiere presencia y cercanía. La proximidad consiste en compartir las situaciones de la vida. Estar afectado por las mismas condiciones o circunstancias en que transcurre la existencia cotidiana.
En esa proximidad se descubre la fuerza del testimonio que ofrece quien actúa motivado por la fe.

Atrevámonos a multiplicar el Reino de Dios que Cristo nos enseño. ¡Él está aquí entre nosotros! Hablemos de su presencia en todos los lugares donde estemos, Él nos acompaña y nos guía.

FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN LES DESEAMOS: QUERIDOS SALVATORIANOS.


 
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viernes, abril 18, 2014
¿TE ATREVES A LAVAR LOS PIES DE OTRA PERSONA?

TE INVITO A REFLEXIONAR HOY EL ACTUAR QUE TUVO JESÚS FRENTE A SUS DISCÍPULOS: 


¡LAVARLES SUS PIES!


¿No crees que este gesto sea un gran EJEMPLO para imitar?


¿No crees que este sea el propósito principal que deseemos en muchas de nuestras oraciones?

Nos hemos de considerar imitadores cuando demos ejemplo a los demás de la manera como enfrentamos las dificultades y cargamos nuestras cruces.

• Lavar los pies de otros es amarlos aun cuando no merecen tu amor.

• Lavar los pies de otros es hacerles el bien aun cuando no nos regresen el favor.

• Lavar los pies de otros es considerar sus necesidades tan importantes como las tuyas.

• Lavar los pies de otros es perdonarlos aún si no dicen "Lo siento".

• Lavar los pies de otros es servirlos aun cuando la tarea sea desagradable.

• Lavar los pies de otros es hacerles saber que te preocupas cuando se sienten oprimidos o cargados.

• Lavar los pies de otros es ser generoso con lo que tienes.

• Lavar los pies de otros es poner la otra mejilla en lugar de tomar represalias cuanto te tratan injustamente.

• Lavar los pies de otros es hacer ajustes en tus planes para poder satisfacer sus necesidades.

• Lavar los pies de otros es servirlos con humildad y no con esperanza de recompensa. 

Fíjate en la postura de Jesús. Se arrodilló. 
Imagina a Jesús arrodillándose frente a ti, inclinándose hasta el nivel de tus pies y dulcemente atendiendo tus necesidades. 
Él en realidad lo está haciendo, justo ahora, hoy. ¡Y lo hará otra vez y otra vez, tantas veces como necesites que Él se preocupe por ti!
 
posted by Laureano García Muentes at 6:41 a.m. | Permalink | 0 comments
miércoles, abril 16, 2014
¿COMO HA DE SER JESÚS PARA MI? PARA MI HA DE SER…

Todo viene del esfuerzo que haga y mis deseos de conversión. Todo nace del  esfuerzo personal por convertir el alma a Dios y por dirigir la mente y el corazón a nuestro Dios. Y esta exploración ha de ser una constante en nuestra vida y ha de ser realizada con todo empeño .

Lo primero que debo descubrir para convertirme de verdad, es entrar a preguntarse ¿quién soy yo?, ¿para qué estoy en este mundo? 

Ello nos da la apertura a la verdad de quien es Cristo Salvador, nuestro Dios  y  Redentor. 

Convertirme a Cristo no es solamente convertirme a una ideología o a una doctrina; la conversión cristiana tiene que pasar primero por la experiencia de Cristo. A veces podemos hacer del cristianismo una teoría más o menos convincente de forma de vida, y entonces se escuchan expresiones como: “el concepto cristiano”, “la doctrina cristiana”, “el programa cristiano”, “la ideología cristiana”, como si eso fuese realmente lo más importante, y como si todo eso no estuviese al servicio de algo mucho más profundo, que es la experiencia que cada hombre y cada mujer tienen que hacer de Cristo.


Lo fundamental del cristianismo es la experiencia que el hombre y la mujer hacen de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿Qué experiencia tengo yo de Jesucristo? A lo mejor podría decir que ninguna, y qué tremendo sería que me supiese todo el catecismo pero que no tuviese experiencia de Jesucristo. Estrictamente hablando no existe una ideología cristiana, es como si dijésemos que existe una ideología de cada uno de nosotros. Existe la persona con sus ideas, pero no existe una ideología de una persona. Lo más que se puede hacer de cada uno de nosotros es una experiencia que, evidentemente como personas humanas, conlleva unas exigencias de tipo moral y humano que nacen de la experiencia. Si yo no parto de la reflexión sobre mi experiencia de una persona, es muy difícil que yo sea capaz de aplicar teorías sobre esa persona. 


¿Es Cristo para mí una doctrina o es alguien vivo? ¿Es alguien vivo que me exige, o es simplemente una serie de preguntas de catecismo? La importancia que tiene para el hombre y la mujer la persona de Cristo no tiene límites. Cuando uno tuvo una experiencia con una persona, se da cuenta, de que constantemente se abren nuevos campos, nuevos terrenos que antes nadie había pisado, y cuando llega la muerte y dejamos de tener la experiencia cotidiana con esa persona, nos damos cuenta de que su presencia era lo que más llenaba mi vida.


Convertirme a Cristo significa hacer a Cristo alguien presente en mi existencia. Esa experiencia es algo muy importante, y tenemos que preguntarnos: ¿Está Cristo realmente presente en toda mi vida? ¿O Cristo está simplemente en algunas partes de mi vida? Cuando esto sucede, qué importante es que nos demos cuenta de que quizá yo no estoy siendo todo lo cristiano que debería ser. Convertirme a la verdad, convertirme a Cristo significa llevarle y hacerle presente en cada minuto.


Hay una segunda dimensión de esta conversión: la conversión a la santidad. Dice el Papa, “Toda la vida debe estar dedicada al perfeccionamiento espiritual. En Cuaresma, sin embargo, es más notable la exigencia de pasar de una situación de indiferencia y lejanía a una práctica religiosa más convencida; de una situación de mediocridad y tibieza a un fervor más sentido y profundo; de una manifestación tímida de la fe al testimonio abierto y valiente del propio credo.” ¡Qué interesante descripción del Santo Padre! En la primera frase habla a todos los cristianos, no a monjes ni a sacerdotes. ¿Soy realmente una persona que tiende hacia la perfección espiritual? ¿Cuál es mi intención hacia la visión cristiana de la virtud de la humildad, de la caridad, de la sencillez de corazón, o en la lucha contra la pereza y vanidad? 


El Papa pinta unos trazos de lo que es un santo, dice: “El santo no es ni el indiferente, ni el lejano, ni el mediocre, ni el tibio, ni el tímido”. Si no eres lejano, mediocre, tímido, tibio, entonces tienes que ser santo. Elige: o eres esos adjetivos, o eres santo. Y no olvidemos que el santo es el hombre completo, la mujer completa; el hombre o la mujer que es convencido, profundo, abierto y valiente. 


Evidentemente la dimensión fundamental es poner mi vida delante de Dios para ser convencido delante de Dios, para ser profundo delante de Dios, para ser abierto y valiente delante de Dios.


Podría ser que en mi vida este esfuerzo por la santidad no fuese un esfuerzo real, y esto sucede cuando queremos ser veleidosamente santos. Una persona veleidosa es aquella que tiene un grandísimo defecto de voluntad. El veleidoso es aquella persona que, queriendo el bien y viéndolo, no pone los medios. Veo el bien y me digo: ¡qué hermoso es ser santo!, pero como para ser santo hay que ser convencido, profundo, abierto y valiente, pues nos quedamos con los sueños, y como los sueños..., sueños son. 


¿Realmente quiero ser santo, y por eso mi vida cristiana es una vida convencida, y por lo mismo procuro formarme para convencerme en mi formación cristiana a nivel moral, a nivel doctrinal? ¡Cuántas veces nuestra formación cristiana es una formación ciega, no formada, no convencida! ¿Nos damos cuenta de que muchos de los problemas que tenemos son por ignorancia? ¿Es mi cristianismo profundo, abierto y valiente en el testimonio?


Hay una tercera dimensión de esta conversión: la dimensión de la reconciliación. De aquí brota y se empapa la tercera conversión a la que nos invita la Cuaresma. El Papa dice que todos somos conscientes de la urgencia de esta invitación a considerar los acontecimientos dolorosos que está sufriendo la humanidad: “Reconciliarse con Dios es un compromiso que se impone a todos, porque constituye la condición necesaria para recuperar la serenidad personal, el gozo interior, el entendimiento fraterno con los demás y por consiguiente, la paz en la familia, en la sociedad y en el mundo. Queremos la paz, reconciliémonos con Dios”.


La primera injusticia que se comete no es la injusticia del hombre para con el hombre, sino la injusticia del hombre para con Dios. ¿Cuál es la primera injusticia que aparece en la Biblia? El pecado original. ¿Y del pecado de Adán y Eva qué pecado nace? El segundo pecado, el pecado de Caín contra Abel. Del pecado del hombre contra Dios nace el pecado del hombre contra el hombre. No existe ningún pecado del hombre contra el hombre que no provenga del pecado primero del hombre contra Dios. No hay ningún pecado de un hombre contra otro que no nazca de un corazón del cual Dios ya se ha ido hace tiempo. Si queremos transformar la sociedad, lo primero que tenemos que hacer es reconciliar nuestro corazón con Dios. Si queremos recristianizar al mundo, cambiar a la humanidad, lo primero que tenemos que hacer es transformar y recristianizar nuestro corazón. ¿Mis criterios son del Evangelio? ¿Mis comportamientos son del Evangelio? ¿Mi vida familiar, conyugal, social y apostólica se apega al Evangelio?



Ésta es la verdadera santidad, que sólo la consiguen las personas que realmente han hecho en su existencia la experiencia de Cristo. Personas que buscan y anhelan la experiencia de Cristo, y que no ponen excusas para no hacerla. No es excusa para no hacer la experiencia de Cristo el propio carácter, ni las propias obligaciones, ni la propia salud, porque si en estos aspectos de mi vida no sé hacer la experiencia de Cristo, no estoy siendo cristiano.


Cuaresma es convertirse a la verdad, a la santidad y a la reconciliación. En definitiva, Cuaresma es comprometerse. Convertirse es comprometerse con Cristo con mi santidad, con mi dimensión social de evangelización. ¿Tengo esto? ¿Lo quiero tener? ¿Pongo los medios para tenerlo? Si es así, estoy bien; si no es así, estoy mal. Porque una persona que se llame a sí misma cristiana y que no esté auténticamente comprometida con Cristo en su santidad para evangelizar, no es cristiana.


Reflexionen sobre esto, saquen compromisos y busquen ardientemente esa experiencia, esa santidad y ese compromiso apostólico; nunca digan no a Cristo en su vida, nunca se pongan a sí mismos por encima de lo que Cristo les pide, porque el día en que lo hagan, estarán siendo personas lejanas, indiferentes, tibias, mediocres, tímidas. En definitiva no estarán siendo seres humanos auténticos, porque no estarán siendo cristianos. 

FUENTE: CATHOLIC.NET

 
posted by Laureano García Muentes at 5:44 a.m. | Permalink | 0 comments
sábado, abril 12, 2014
¡BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR!

La celebración litúrgica ha comenzado con la procesión de las palmas y los ramos, recordando la entrada solemne de Jesús en Jerusalén. “¡Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor!... ¡Hosanna en el cielo! ”.

La Iglesia nos invita a acoger a Cristo con este grito jubiloso. Es el grito de nuestra fe. 

Abramos de par en par las puertas de nuestro corazón a Cristo. No tengamos miedo.

Acoger a Cristo supone buscar personalmente el perdón del  pecado en el sacramento de la Penitencia, recuperar la vida de la gracia, cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, en una palabra, ser buenos y practicar el bien, teniendo como centro la Eucaristía –Sacrificio, Banquete, Comunión- que contiene todo el amor  de Cristo Redentor.

La Liturgia de la Palabra nos invita a fijar la mente y el corazón en Cristo Redentor. Es el Hijo de Dios, Dios como el Padre, que se ha hecho hombre, naciendo de María Virgen por obra del Espíritu Santo.

Es Dios con nosotros, Es nuestro Dios. Lo contemplamos en su Pasión, Muerte y Resurrección. Es el momento culminante del amor que Dios nos tiene "Amor con amor se paga"
.

Salgamos al encuentro de Cristo Redentor respondiendo con amor a su entrega por nosotros y por nuestra salvación.
 
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lunes, abril 07, 2014
LO MARAVILLOSO DEL AMOR DE DIOS

¡El amor de Dios es maravilloso! Esta no es solo es una bella afirmación que inspira al hombre lleno de fe, sino la evidencia de la confianza en El.

Es la frase perfecta que ha engalanado la vida humana a través de los tiempos y que lo ha llevado inclusive a generar bellas poesías.

Vivir el amor de Dios, ha de ser la sublime experiencia para todo cristiano.
Anidar en ella, no solo ayuda a descubrir un mundo nuevo lleno de fe, sino que además le ínsita a abrigar en su corazón una imaginable conmoción.

Sentir el palpitar por el amor de Dios es como concebir en lo más profundo del ser un cosquilleo constante que provoca  la agitación del valor por cambiar todo por El.

Es sentir la seguridad de que alguien nos ama de verdad, que nos mima, que nos admira y que nos incita a que le descubramos en su grandeza de amor.

Miren, la mejor prueba de amor nos la revela Dios cuando se engendra en María Virgen, en Belén de Judá. Allí, toma el rostro humano para decirnos quien es Dios y quien es el hombre. Lo hace de una manera incomprensible al ojo humano. Allí Dios entra en la historia haciéndose presente como único Salvador de la humanidad.

Cada una de sus palabras están llenas de amor, este nos lo regala y entrega cada día, para que con su guía destruyamos todas nuestras arrogancias, egoísmos, ansias, poderes y nos hagamos humildes y sencillos de corazón.

Es tan grande ese amor de Dios hacia los hombres, que fue capaz de regalarnos su propio Hijo para que hecho como nosotros, entregara su vida hasta el punto de sufrir los peores desagravios y morir en una cruz. Que por amor, nos libero del pecado y nos ayuda a que alcancemos la salvación.

Hoy más que nunca, tenemos la necesidad de entender que Dios es amor; y por ese amor grande, bondadoso y misericordioso que Él nos tiene a todos sin excepción, somos liberados de toda esclavitud y de las cosas del mundo.

A veces nos olvidamos de Él y nos vamos dejando arrastrar por esas corrientes oscuras que nos esclavizan y dominan hasta llevarnos hasta nuestra propia destrucción.

Sentémonos, meditemos y reconozcamos que “Amar no es poseer”. Quien de verdad ama, busca afanosamente que el otro se realice como persona y que él, por sus propios medios, pueda construir sus proyectos y sueños.

El amor es: donación y entrega. Quien de verdad ama se entrega, no se esclaviza, no manipula, ni mucho menos le cierra la posibilidad al otro de decidir y optar por sí mismo.

Dios es la fuente de amor y de libertad. Él, como nuestro Padre, nos invita a la Salvación y a la Vida nueva. Nunca nos impone ni nos violenta para que optemos por Él.

 
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