Quienes a través de Francisco
Jordán nos hemos consagrado fieles a su espíritu, nos declaramos portadores de
su carisma y expresión viva de la experiencia de Dios en todos los lugares
donde vivimos y compartimos la vida con otras personas.
La
manifestación de la vida de Dios en ti y en mí, han de ser esa fuerza
impetuosa, esa pasión, esa locura de amor, como dice nuestro Padre Ignacio
Madera SDS, que le impregnamos a nuestra vocación Salvatoriana, con la cuales
aproximan cada vez más a nuestro Padre Fundador a la riqueza singular que
soñamos todos (Religiosos, Religiosas y Laicos) de verlo elevado a los altares
en nuestra Iglesia Católica.
Y es
que nuestro carisma, ha de provocar en cada uno de nosotros una constante
aproximación a una vida unida a Dios en oración; y con esa vivencia, fortalecer
nuestra fe y la esperanza de soñar lo que vivimos y lo que debemos vivir en el
mañana.
Este ha
de ser nuestro compromiso y misión Salvatoriana: Expresar cada vez más la
realización constante de un Carisma que persiga a través de los testimonios de cada
Salvatoriano, dinámicas particulares o comunitarias que enseñen prácticas donde
ese don particular del Espíritu dado por Dios a Francisco Jordán, sea como un viento huracanado que expanda como
semilla la transformación de la sociedad en la historia humana e impulse el
crecimiento de la comunidad de seguidores de Jesucristo en la Iglesia.
¡Atrévete,
todos unidos podemos!