sábado, marzo 28, 2009
EL SERVICIO A LOS DEMÁS UN CAMINO QUE NOS LLEVA A LA SALVACIÓN

Al recapacitar y ver como es de dura construir la vida en medio de tantas congojas, frustraciones, fracasos, ansiedades; son muchas las veces donde nos llenamos de miedo porque esos lapsos que hemos experimentado alguna vez, por lo general, lo hemos pasado creyendo que estamos solos y encerrados en nuestros pesimismos; los que nos desesperan e incluso, nos conducen muchas veces a tomar actitudes que alteran aún más nuestras vidas haciéndonos perder los sentidos.

No olvidemos que Jesús, está ahí junto a nosotros. Él, espera pacientemente recibir una llamada nuestra. Él quiere ser participe de nuestras alegrías y de nuestros fracasos. Quiere estar presente en nuestros triunfos y en nuestras adversidades; y más aún, cuando pretendemos obtener el prestigio, el poder, los honores y todos esos deseos o aspiraciones.

Al hacer parte del equipo de Jesús, nos colocamos en sus manos y le pedimos que sea el motor de nuestras vidas; y sobre todo, le demandamos firmeza en nuestra fe.

Pero tengamos cuidado. En la búsqueda afanosa y desordenada de nuestras pretensiones y deseos, las tentaciones son latentes, ellas nos invaden con dulzura extrema y nos susurran al oído con delicias que invitan a vivirlas y degustarlas como la miel.

El anhelo de Jesús es que todos seamos servidores de los demás. Optar por servir al pobre y al necesitado nos va conduciendo por caminos de salvación. Pero tengamos muy presentes tres aspectos que Él detesta: La hipocresía, el dinero y la ambición. Ellos son como un cáncer que corroen y destruyen las buenas intensiones por ayudar y guiar a los demás.

La mezcla de los deseos de servir y dominar es muy traidora. Jesús ante ellas reaccionó enérgicamente cuando dijo: “Quien quiera ser el primero que sea el servidor de los demás” Mc. 9.30-37. Él supo rebajarse y hacerse servidor de todos.
Quienes deseen seguir sus pasos deberá asumir esas mismas actitudes de manera sincera y humilde buscando siempre el intereses a los demás y no el propio.

La gratuidad es la base perfecta de una buena relación con Dios. Recordemos que es Él quien nos regala el ser y nos ofrece una comunión sincera y fraterna, por ello, nos ama, nos quiere y desea que participemos todos de su vida y de su eterna felicidad.

SEÑOR, AYUDANOS A SER CADA DÍA UN TESTIMONIO PARA LOS DEMÁS.
 
posted by Laureano García Muentes at 7:24 a.m. | Permalink | 0 comments
lunes, marzo 23, 2009
ES JESÚS EL CIMIENTO DE UNA NUEVA CREACIÓN

Cuando todos seamos capaces de reconocer la impotencia a la que estamos sumidos los humanos para echar abajo las barreras que nos separan de una vida autentica; de verdad, estamos ahí iniciando el proceso de transformación de nuestras vidas y queriendo recibir las enseñanzas nuevas que nos regala Jesús.

Y es que Jesús nos pide tener la absoluta confianza en Él para morir al pecado y a esas cosas que nos apartan de Él. Para iniciar ese proceso solo requerimos del deseo y la voluntad para obrar con decisión y así, nacer de nuevo como lo hizo Nicodemo, llenos de esperanza y de la gracia, sin nada a cambio.

De verdad, cuando penetramos es su Palabra y meditamos sus Evangelios, sentimos la fuerza que nos regala su Espíritu para comprender de verdad lo que necesitamos a fin de enmendar nuestra realidad. Con Él escudriñamos nuestro interior y podemos divisar y detectar en lo más profundo de nuestro ser, lo que aún nos hace falta para alcanzar nuestra propia libertad.

Nicodemo, ese fariseo Judío quería alcanzar la perfección y la verdad. Con sus oscuras noches y lleno de temores, se atrevió salir sin que nadie lo notara en la búsqueda afanosa de Jesús.

En este pasaje descrito en el Capitulo 3 del Evangelio de San Juan versículos 1 al 22, notamos que en el mundo nadie se puede dar la luz a si mismo por más que esté lleno de poderes mundanos. Seamos conscientes que solo en Cristo cimentamos nuestra naturaleza humana y no de esa misma manera como la recibimos de otros según la carne, sino como hijos de Dios.

Dios nos ha ofrecido de manera gratuita un camino hacia la superación y perfección de nuestro ser, por ello, nos entregó a su Hijo único, para que todo aquel que crea en Él tenga vida eterna.

La marcha de Jesús hacia la muerte y la resurrección está sembrada de hechos en que nos comunica la salud, la vida y la alegría. Es Dios quien desea una nueva primavera para nosotros, incorporándonos a su Hijo porque el que está en Cristo es una nueva creación. Ha pasado lo viejo, todo es nuevo (2 Cor 5, 17).

Jesús nos quiere devolver la salud, quiere liberarnos de toda esclavitud y de toda tristeza perdonándonos todas nuestras faltas.
Si tenemos fe, si queremos que de verdad nos cure, debemos acercarnos confiadamente a Él para que nos llene de su gracia.

“SEÑOR, NO SOY DIGNO QUE ENTRES A MI CASA, PERO SE QUE BASTA UNA PALABRA TUYA PARA SANARME”
 
posted by Laureano García Muentes at 6:44 a.m. | Permalink | 0 comments
viernes, marzo 06, 2009
SOMOS SERES QUE NECESITAMOS DEL CONSUELO

¿Cuantos hombres, mujeres, jóvenes y niños en el mundo sufren y lloran al sentirse débiles y desanimados frente a muchas de las situaciones de la vida? ¿Cuántos de ellos ni siquiera poseen un alimento para subsistir o una vivienda donde poder recostar su cabeza? ¿Qué hacemos tú y yo para ayudar a enfrentar estas necesidades de los demás?

Parece que nos hemos ido olvidando de que los seres humanos sin importar su condición social, raza o religión, necesitamos del consuelo y la ayuda de los demás. Todos juntos conformamos el pueblo de Dios y la sociedad donde convivimos y nos realizamos.

No solo el consuelo está dirigido por algunos, ha de ser misión de todos. ¿Cuantas veces nos hemos equivocado al afirmar que aquel que seca las lágrimas al otro es quien lo ayuda en su tristeza para que está sea menor? ¡NO! El consolador ayuda a apoyar la cabeza de los hermanos, a alentar, confortar y animar, haciendo que el otro, tome todas las fuerzas necesarias seguir adelante.

Consolar es estar al lado de alguien para ayudarle en todo sentido, siempre que lo necesite. Recordemos que esa fue la enseñanza que nos dejó Jesús, quien en su vida pública estuvo siempre junto con sus discípulos alentando y ayudando al pueblo pobre, maltratado y oprimido por las clases sociales de esa época. Los consolaba y les enseñaba a tomar en sus manos las riendas de una vida nueva para salir adelante.

Quienes le seguimos no hemos quedado a la deriva, sin la guía espiritual. Jesús nos dejó el Espíritu Consolador que nos orienta, consuela, conforta, nos anima y nos hace sentir desde muy dentro de nosotros, la fuerza y la fe para seguir adelante.

La vida tiene muchos altibajos y en cada unos de sus momentos buenos y malos está siempre la presencia del Espíritu Santo, quien nos presta su asistencia.
Hoy los que dudan aún se preguntarán: ¿Cuándo y en que momentos Él ha estado presente? A ellos les respondemos, Jesús nos dejó sellados con el su Espíritu, quien nos ilumina y nos guía en el plan que Dios nos tiene para la vida. ¿O es que acaso nunca lo hemos percibido, será que nunca hemos sentido sus acciones? En medio de nuestras debilidades espirituales estoy seguro que hemos percibido cambios profundos en el manejo de nuestras vidas y de la fe, saliendo de ellas reconfortados reavivándose nuestro animo.

Yo soy testigo de sus obras maravillosas, las que han dado sentido a mi vida.

SEÑOR, HOY MÁS QUE NUNCA NECESITAMOS DE TI, VEN A NUESTRAS VIDAS Y CONSUELANOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:24 a.m. | Permalink | 0 comments
martes, marzo 03, 2009
EN NUESTRAS MANOS ESTÁ ELEGIR SERVIR A DIOS

Todo don y toda gracia vienen de Dios. La gratuidad es base principal de la relación entre Dios y los hombres. Dios nos da el ser y nos ofrece la comunión con Él de manera desinteresada, lo hace porque Él así lo quiere, porque nos ama y porque quiere que participemos de su vida y de su felicidad.
Dios no nos impone nada, solo nos ofrece de manera generosa y gratuita su gran amor para hacernos libres y felices.

Quien opta por seguir a Jesús, asume libremente la tarea de servir y de ir convirtiéndose en un profeta, se propone en ser luz y sal para la tierra signos visibles del Reino de Dios; y lo fundamental de todo, se propone a pasar la vida haciendo el bien a los demás.

Un servidor de Dios, no se cree superior, ni posee el poder de engañar a los demás adivinando el futuro. Se sirve, siendo capaces de mirar de manera diferente los acontecimientos, pero a la luz de Dios. Se atreve a enseñar de manera visionaria y en profundidad, con un sexto sentido, la fe. Taladra y llega a lo más profundo de los demás, descubriendo la forma de iluminarles la vida con la esperanza en Dios.

Un buen seguidor de Jesús se convierte pues, en una persona que irradia el amor de Dios, porque ha renacido del agua y del espíritu. ¿Y saben una cosa? se convierte en hijo predilecto del Padre y decide portarse como tal, amando lo mismo que ama su Hijo Jesús.

Muchos somos los que con gran facilidad nos dejamos arrastrar por muchas costumbres que alejan la presencia de Dios en nosotros, nos deshumanizan y nos convierten en títeres del mundo.

Quien acepta la propuesta de Jesús, desecha de plano toda invitación al pecado, aleja de si la invitación del mundo para convertirse en espectáculo de la corrupción y de la irresponsabilidad frente a los demás, en esa persona que vende con facilidad su dignidad y que se convierte en esclavo del prestigio, el dinero y el poder, consecuencias que destrozan la humanidad.

Lo anterior nos manifiesta que servir a Dios es una experiencia única: convertirse en un verdadero cristiano. Y un buen cristiano no es un charlatán o alguien que repite lo que otros han dicho, o que alaba lo que otros han hecho. Lo que se requiere de manera fundamental es que sea un verdadero testimonio de vida encarnando una forma distinta de ver con los ojos de Dios las cosas.
Para servir a Dios se necesita voluntad, se requiere perseverancia y obediencia.

SEÑOR, TU ERES NUESTRO FUNDAMENTO DE VIDA, ILUMINANOS PARA ASÍ CONVERTIRNOS EN UNOS VERDADEROS DISCIPULOS TUYOS
 
posted by Laureano García Muentes at 5:26 a.m. | Permalink | 0 comments
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