lunes, marzo 23, 2009
ES JESÚS EL CIMIENTO DE UNA NUEVA CREACIÓN

Cuando todos seamos capaces de reconocer la impotencia a la que estamos sumidos los humanos para echar abajo las barreras que nos separan de una vida autentica; de verdad, estamos ahí iniciando el proceso de transformación de nuestras vidas y queriendo recibir las enseñanzas nuevas que nos regala Jesús.

Y es que Jesús nos pide tener la absoluta confianza en Él para morir al pecado y a esas cosas que nos apartan de Él. Para iniciar ese proceso solo requerimos del deseo y la voluntad para obrar con decisión y así, nacer de nuevo como lo hizo Nicodemo, llenos de esperanza y de la gracia, sin nada a cambio.

De verdad, cuando penetramos es su Palabra y meditamos sus Evangelios, sentimos la fuerza que nos regala su Espíritu para comprender de verdad lo que necesitamos a fin de enmendar nuestra realidad. Con Él escudriñamos nuestro interior y podemos divisar y detectar en lo más profundo de nuestro ser, lo que aún nos hace falta para alcanzar nuestra propia libertad.

Nicodemo, ese fariseo Judío quería alcanzar la perfección y la verdad. Con sus oscuras noches y lleno de temores, se atrevió salir sin que nadie lo notara en la búsqueda afanosa de Jesús.

En este pasaje descrito en el Capitulo 3 del Evangelio de San Juan versículos 1 al 22, notamos que en el mundo nadie se puede dar la luz a si mismo por más que esté lleno de poderes mundanos. Seamos conscientes que solo en Cristo cimentamos nuestra naturaleza humana y no de esa misma manera como la recibimos de otros según la carne, sino como hijos de Dios.

Dios nos ha ofrecido de manera gratuita un camino hacia la superación y perfección de nuestro ser, por ello, nos entregó a su Hijo único, para que todo aquel que crea en Él tenga vida eterna.

La marcha de Jesús hacia la muerte y la resurrección está sembrada de hechos en que nos comunica la salud, la vida y la alegría. Es Dios quien desea una nueva primavera para nosotros, incorporándonos a su Hijo porque el que está en Cristo es una nueva creación. Ha pasado lo viejo, todo es nuevo (2 Cor 5, 17).

Jesús nos quiere devolver la salud, quiere liberarnos de toda esclavitud y de toda tristeza perdonándonos todas nuestras faltas.
Si tenemos fe, si queremos que de verdad nos cure, debemos acercarnos confiadamente a Él para que nos llene de su gracia.

“SEÑOR, NO SOY DIGNO QUE ENTRES A MI CASA, PERO SE QUE BASTA UNA PALABRA TUYA PARA SANARME”
 
posted by Laureano García Muentes at 6:44 a.m. | Permalink |


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