viernes, marzo 06, 2009
SOMOS SERES QUE NECESITAMOS DEL CONSUELO

¿Cuantos hombres, mujeres, jóvenes y niños en el mundo sufren y lloran al sentirse débiles y desanimados frente a muchas de las situaciones de la vida? ¿Cuántos de ellos ni siquiera poseen un alimento para subsistir o una vivienda donde poder recostar su cabeza? ¿Qué hacemos tú y yo para ayudar a enfrentar estas necesidades de los demás?

Parece que nos hemos ido olvidando de que los seres humanos sin importar su condición social, raza o religión, necesitamos del consuelo y la ayuda de los demás. Todos juntos conformamos el pueblo de Dios y la sociedad donde convivimos y nos realizamos.

No solo el consuelo está dirigido por algunos, ha de ser misión de todos. ¿Cuantas veces nos hemos equivocado al afirmar que aquel que seca las lágrimas al otro es quien lo ayuda en su tristeza para que está sea menor? ¡NO! El consolador ayuda a apoyar la cabeza de los hermanos, a alentar, confortar y animar, haciendo que el otro, tome todas las fuerzas necesarias seguir adelante.

Consolar es estar al lado de alguien para ayudarle en todo sentido, siempre que lo necesite. Recordemos que esa fue la enseñanza que nos dejó Jesús, quien en su vida pública estuvo siempre junto con sus discípulos alentando y ayudando al pueblo pobre, maltratado y oprimido por las clases sociales de esa época. Los consolaba y les enseñaba a tomar en sus manos las riendas de una vida nueva para salir adelante.

Quienes le seguimos no hemos quedado a la deriva, sin la guía espiritual. Jesús nos dejó el Espíritu Consolador que nos orienta, consuela, conforta, nos anima y nos hace sentir desde muy dentro de nosotros, la fuerza y la fe para seguir adelante.

La vida tiene muchos altibajos y en cada unos de sus momentos buenos y malos está siempre la presencia del Espíritu Santo, quien nos presta su asistencia.
Hoy los que dudan aún se preguntarán: ¿Cuándo y en que momentos Él ha estado presente? A ellos les respondemos, Jesús nos dejó sellados con el su Espíritu, quien nos ilumina y nos guía en el plan que Dios nos tiene para la vida. ¿O es que acaso nunca lo hemos percibido, será que nunca hemos sentido sus acciones? En medio de nuestras debilidades espirituales estoy seguro que hemos percibido cambios profundos en el manejo de nuestras vidas y de la fe, saliendo de ellas reconfortados reavivándose nuestro animo.

Yo soy testigo de sus obras maravillosas, las que han dado sentido a mi vida.

SEÑOR, HOY MÁS QUE NUNCA NECESITAMOS DE TI, VEN A NUESTRAS VIDAS Y CONSUELANOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:24 a.m. | Permalink |


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