lunes, diciembre 31, 2007
UNA ESPERANZA EN EL AÑO NUEVO
 
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martes, diciembre 25, 2007
¡ JÚBILO Y ALEGRÍA HA NACIDO JESÚS !

Hoy es un día de júbilo y esperanza. Hoy ha nacido Cristo, el Hijo de Dios que viene a la tierra haciéndose hombre para ser y mostrarnos el camino de salvación.

La Virgen María y San José, observan con gratitud y alegría la llegada de los pastores que después de escuchar el mensaje del Ángel, corren a conocer al niño Jesús y al momento de verlo a los ojos, de estar ante su presencia, no pueden hacer otra cosa que arrodillarse, admirarlo maravillados y entregarle lo más valioso de lo poco que poseen.

Algunos de ellos seguramente, no alcanzan a comprender la magnitud ni la trascendencia de lo que están viviendo, pero tiene la certeza de que a partir de ahora, a todo aquel que encuentren en su camino le contarán todo lo que han visto y oído.

Nosotros en esta Navidad somos esos hombres y mujeres que dormían hasta que el anuncio de la Buena Nueva nos despertó, somos esos pastores que hemos tenido la gracia de encontrar a Cristo y ya hemos entregado ante el pesebre la ofrenda de nuestro trabajo.

Ahora es tiempo de que salgamos de esa gruta a compartir lo que representó ese acontecimiento en nuestras vidas, lo que significó ver por vez primera nuestra imagen reflejada en los ojos de ese niño indefenso, y la manera en la que han cambiado nuestras vidas para siempre.

No nos podemos quedar únicamente en la contemplación. La alegría que sentimos y la paz que nos embarga debe y tiene que ser comunicada. Que nuestro testimonio, que nuestra sed de almas, que nuestro amor a la misión, sea nuestra mejor forma de anunciar a todos, que “Hoy ha nacido Nuestro Salvador”.

¡Que en esta Navidad, el niño Jesús vuelva nacer en cada corazón, y les traiga un 2008 lleno de bendiciones!

(Tomado de Boletín no. 5 Misión Aparecida, ¡Manos a la obra!)
 
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domingo, diciembre 23, 2007
UNA TARJETA DE NAVIDAD

He querido entregarles como regalo de Navidad a cada uno de ustedes lectores de este Portal, el deseo más profundo del corazón, para que nos dejemos llenar de la luz que nos inspira Jesús y en cada día del nuevo año 2.008, además de seguir afanados tras sus huellas, nos constituyéndonos en sus verdaderos discípulos.

Volveré a estar con ustedes a partir del día 8 de Enero del 2.008
 
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jueves, diciembre 20, 2007
¿ SOY UN LUGAR PARA DIOS ?

Una de las reflexiones que debemos hacer en este Adviento es mirarnos que tanto podemos “ser un lugar para Dios”; donde nazca y habite Él por siempre. Recordemos que todos somos un templo de Dios y que Él nos hizo a su imagen y semejanza.

Entendiendo que en “nosotros” se ha de gestar un lugar para Dios, el lugar ha de ser sagrado, bendecido, cuidado y nunca profanado. Nuestras actitudes, cualidades y acciones, han de estar en constante agradecimiento por sus gracias y bondades, afirmando y consolidando todos los esfuerzos, mediante un dialogo sincero con Él de manera permanente y con la convicción de que está presente influyendo en la vida de cada uno.

Dios en este tiempo nos pide ser diferentes y que estemos dispuestos a cambiar el rumbo que llevamos de nuestra vida para que valoremos a todos lo que nos rodea y en especial aquellos con quienes compartimos y realizamos nuestra vida, reconociéndoles su capacidad de servicio y solidaridad; sin egoísmo y desprecio.

Nuestra vida al tomar este sentido y ser transportada por los caminos de Dios, debe estar dispuesta siempre al servicio y al compartir; no con lo que nos sobra, sino dando aunque nos duela, lo que tenemos y que otros necesitan.

La grandeza de los hombres no se mide por los conocimientos que tiene, ni por los títulos que logre alcanzar; nI por los bienes que acumule o por los éxitos sociales, sino siendo bondadoso, misericordioso, solidario y fraterno.

Solo en el amor y el servir se logra edificar un templo para Dios en nuestro corazón y con cada acción, hacer realidad el Reino de Dios en toda la humanidad.

Ser un lugar para Dios, es entregarse sin reservas siguiendo el ejemplo de Jesús, Él, quien a pesar de no tener donde reclinar su cabeza, le dio a los demás salud, vista, movimiento, luz verdad, esperanza y alegría.


DIOS NO MIRA LO QUE SE DA, SINO EL CORAZÓN QUE DA
 
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martes, diciembre 18, 2007
¡ ASÍ TIENE QUE SER !

Al entender lo que nos pide el Adviento y al detenernos para mirar nuestro ser y actuar, podemos afirmar que el discernimiento ha de considerarse como parte integral de nuestro diario vivir, no solo en la preparación de la Navidad, sino en el deseo de mejorar día a día; para así, los nuevos pasos que demos, posean la seguridad, la certeza y la eficacia de unas pretensiones firmes e indestructibles.

Nuestros deseos y esfuerzos de cambiar de manera definitiva y apartar de nuestro interior las angustias, ansiedades e intranquilidades que socavan y dañan el corazón, han de ser el motor que nos impulsa y nos hace mover hacia delante, ¡Y eso tiene que ser así!, porque es la intención radical que nos marca el Señor para convertirnos en sus verdaderos discípulos.

Muchas veces nos parece casi imposible cambiar de vida y de nuestras creencia y criterios por la debilidad tan frágil que sentimos y por la dureza de aceptar un nuevo estilo de vida. Pero al voltear la página, encontramos el ejemplo incuestionable, firme y fortalecido que Dios nos brindó cuando nos regaló su presencia entre nosotros a través de la fragilidad de un niño pobre nacido en un pesebre.

La decisión es de abrirnos a la experiencia de Dios y dejar que su amor se manifieste en nuestra vida en forma de ánimo y fortalezas de tal manera, que las tristezas y el dolor que suframos por el abandono de esas cosas, se hagan ligeras y livianas en nuestra vida a través de su ayuda. ¡Pero nuestras actitudes han de ser radicales, pase lo que pase!

La lucha ha de ser diaria. Por tanto, es necesario que nos propongamos y tracemos un plan de vida que nos conduzca a los caminos de la perfección que Dios nos ofrece, concibiendo todas las cosas con planeación, esfuerzo, atención y mucho amor; además, pidiéndole insistentemente que nos ayude en cada paso que nos programemos dar.

Recordemos siempre que Dios está con nosotros; Él nos ayuda a vencer y salir triunfadores. Solo vasta la decisión de encontrarlo, escucharle y pedirle en nuestras oraciones mediante un dialogo abierto y sincero, que nos ayude a vencer todo y a salir adelante.

Quiero que este Adviento lo vivamos a plenitud y al llegar la Noche Buena, nos acerquemos al Niño en el pesebre de manera humilde, sencilla y sincera, presentándole como regalo nuestra apertura a la esperanza.

“YO PONDRÉ EN USTEDES MI ESPÍRITU, Y USTEDES REVIVIRÁN”
Ezequiel 37
 
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domingo, diciembre 16, 2007
UN TIEMPO PARA COMPARTIR

Cuando hablamos de Navidad, hablamos de la presencia de Dios entre nosotros, por eso la Navidad se caracteriza por la alegría que sentimos, las ganas de compartir y sentir el bienestar solidario, manifestado en todo ese colorido que le da ese aire de “vivir en familia” este tiempo de Adviento que nos prepara para celebrarlo juntos, todos los cristianos en el mundo.

Gracias a esa presencia de Dios entre nosotros, tenemos todos los deseos y las fuerzas para renovarnos, para cambiar nuestro rumbo y ser de hoy en adelante personas nuevas. También, podemos registrar un balance del año que va a terminar cargado de mucho entusiasmo, éxitos, esperanza y alegrías.

Dios nos ofrece una nueva oportunidad en la vida para ser más comprometidos con la misión que nos encargó, para ser misericordiosos y solidarios acogiendo en nuestros corazones a todos aquellos que hoy necesitan de nosotros.

Él, en la debilidad y fragilidad de un niño pobre, que sintió como nosotros la dureza de la vida nos enseñó el amor, la humildad y su nobleza por encima de la maldad y la desidia, que con frecuencia, caracteriza nuestro ambiente post-moderno.

Es importante que nos dejemos contagiar por la alegría de la Navidad y vivamos a plenitud el misterio de Dios con nosotros, abramos nuestros corazones y hagamos de nuestras familias un lugar de acogida, de respeto y defensa de la vida, donde Dios siempre esté presente en nuestro compartir diario.

Que lo que nos falta del año 2.007 sea para todos unos días de alegría, bienestar y de mucho amor en familia y muy unidos con quienes compartimos a diario nuestra vida.

A todos ustedes que han ido fortaleciendo este sitio, quiero desearles una feliz Navidad y prosperidades en el año Venidero, donde las gracias que Dios nos brinda inunde sus corazones generosos.

Le expreso a cada uno gratitud por su confianza y constancia.


FELIZ NAVIDAD 2.007
 
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jueves, diciembre 13, 2007
DESCUBRAMOS AL QUE NOS LLEVA A LA VERDAD

Al caminar esta mañana, reflexionaba como aún somos muchos los que a pesar de escuchar hablar de la palabra de Dios y de conocer numerosos testimonios de convertidos, seguimos como si nada, ostentando y realizando acciones que obedecen a nuestras ansias de poder y de tener. Nos olvidamos de nuestra persona y de aquellos que necesitan de nosotros; y cada día nos envolvemos en grandes tinieblas y ocultamos los errores.
Ya casi no nos inmutan esos comentarios, ni deseamos descubrir la luz que nos brinda Jesús, para así llenarnos de su esplendor y poder realizar la vida de hombres encaminados a la salvación.

En esta época de conversión o tiempo de adviento, Dios nos brinda una nueva oportunidad para preparar el camino del Señor. Esa misma invitación, que Juan Bautista le anunciaba a todo el pueblo de Galilea antes de que naciera el Salvador del mundo y que después el mismo Jesús corroboró cuando pregonó con mucho afán al decir: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y creed en el Evangelio”.

Hablar de conversión significa cambiar de vida, de rumbo, de dirección, es ver con los ojos de Jesús, es buscar afanosamente la fe, es creer en Dios. Es atreverse a cruzar el mar embravecido sin temor a nada y sin mirar atrás.
Conversión es cambiar de mentalidad, de mirada y de prácticas; la conversión es fruto y es consecuencia del Evangelio. No es dar un paso en falso, débil e incierto; es darlo decidido y con firmeza. Conversión es aceptar la invitación que nos hace el Hijo de Dios para seguirlo.

Es este un tiempo de alegría porque Dios nos exhorta a que seamos felices, a que hallemos esperanza en medio de nuestras debilidades y tinieblas; y que de veras, con su luz, nos encontremos con Cristo quien nos espera con los brazos abiertos a la vera del camino.

Un seguidor de Jesús tiene firme su fe y una absoluta confianza en Dios.

El que se deje llevar por el Espíritu Santo se convierte en discípulo de Jesús, vivirá el apasionamiento, se comprometerá a difundir la llegada del reino y a fortalecer la nueva sociedad fraterna. Ha de ser misericordiosos, llevar una conducta coherente entre lo que piensan y dice –ser “limpios de corazón”-; y ha de trabajar por construir la paz y la felicidad para todos.


“MAESTRO, ¿QUÉ TENGO QUE HACER PARA SER DIGNO Y GANAR EL CIELO?”: ¿“YA CONOCES LOS MANDAMIENTOS”?
 
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martes, diciembre 11, 2007
RESPONDER A LA IDENTIDAD QUE DIOS NOS DA

En este tiempo de Adviento se nos invita a todos los cristianos a estar activos, a buscar hallarnos nosotros mismos y ayudar a los demás para que decidan libremente escudriñar los medios necesarios para encontrarse con Jesús.

¿Cuantos seremos los que hoy deseamos ser sanados interiormente, los que desean ser dueños de si mismo y los que están dispuestos en responder sin ningún temor, a la invitación que nos hace Jesús para que le sigamos? ¿Somos muchos, no es así? Pero somos aún débiles y apasionados a la vida que tenemos, dudamos ante los intentos que hacemos y fácilmente caemos, porque no reafirmamos la fe y la esperanza, dando paso a la ignorancia, las incertidumbres, la autosuficiencia y el desengaño.

Aprender a relacionarse con uno mismo, es concebir que hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios, es responder positivamente a la invitación que Él nos hace de salir de uno mismo para ser una persona nueva que toma iniciativas y acción, que se atreve a ser libre, que actúa con amor y quiere ser solidario para con los demás poniéndose en la fila de los que ayudan y quieren servir a los otros.

El tomar la actitud de ser dueños de si mismo, nos ayuda a que seamos responsables para con la identidad que Dios nos ha querido dar, por ello, cada uno de nosotros tiene que esforzarse en tener la responsabilidad de humanizarse y hacerse cada vez mejor, dejando a un lado el orgullo, la vanidad, las ansias desordenadas y todo aquello que lo lleva a divinizarse falsamente y a convertirse en una figura decorada que por fuera luce esplendorosa pero que por dentro lleva un corazón oscuro lleno de grandes tinieblas.

Que bueno sería que hoy reflexionemos sobre lo que nos pide Jesús y aprovechemos al máximo este Adviento para buscar un espacio de discernimiento y mirar nuestro interior. Jesús no solo quiere que le llevemos muchos enfermos a su presencia, sino que seamos nosotros los primeros los que nos dispongamos dentro de nuestra cotidianidad a salirnos del horario que acostumbramos para tener un espacio personal donde se nos facilite un verdadero encuentro con Él y así, con su ayuda, sanarnos.

No creamos que el Adviento es una fiesta con la que nos disponemos a celebrar un aniversario más del nacimiento de Jesús, sino un tiempo donde como cristianos se nos pide mirar nuestra vida y podamos reparar todo aquello que hemos venido realizando mal, para poder acercarnos al pesebre dispuestos a hospedarlo en nuestro corazón.

SE DIGNO, DEJA QUE JESÚS HABITE EN TU CORAZÓN
 
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sábado, diciembre 08, 2007
¡ VAMOS A VENCER ! DIOS ESTÁ CON NOSOTROS

Lo importante en un proceso de conversión o de renovación, es tener el deseo y las ganas de cambiar. Si logramos afirmar la perseverancia, la constancia y una absoluta confianza en Dios, podremos consumar los fines y metas que nos planteamos.

Una de las propuestas positivas que debemos mantener siempre en nuestro corazón, es saber que Dios está con nosotros, que nos fortalece y nos alimenta con sus gracias a fin de salir vencedores en nuestras proposiciones. Lo importante ante todo es mantener la firmeza y el ánimo de continuar.
Nada hay fácil en la vida. Es por ello, que es necesario entender y tener muy presente, que todo hay que logarlo con esfuerzo y mucha dedicación.

Abran momentos en que nos sentiremos débiles y atraídos hacia aquellas cosas que dejamos, pero allí es donde Dios nos abre sus brazos y nos brinda fortaleza. Llenemos nuestro corazón de esperanzas y esforcémonos por recuperar lo perdido, sigamos incansablemente la marcha sin detenernos en mirar hacia atrás.
Es importante saber que tenemos fuerzas para vencer y ellas han de salir de nuestro corazón. Afianzándonos a la voluntad de Dios.

En este proceso de conversión no valen los desánimos ni los desfallecimientos, por que ellos, nos hacen perder los esfuerzos y el arranque realizado haciéndonos caer a la nada.
Busquemos pues, antes de empezar, todas las armas necesarias para esta gran batalla; pongamos todos los empeños, ganas y voluntades en manos de Dios, orémosle y contemplémosle insistentemente para que nos ayude a escuchar su palabra que nos aviva, fortalece e invita a ser hombres nuevos. Al entrar en un incansable contacto con Dios, démonos cuenta de su amor y lo grande de su misericordia.

Cada una de nuestras plegarias y oraciones han de estar acompañadas de nuestras ganas de vivir la experiencia nueva y demostrarle que esos son de verdad nuestros deseos: perseverar en esa lucha.

Dios está a nuestro lado y a nuestro alrededor, por ello, es necesario contemplarlo en todo lo que nos rodea principalmente en el rostro de nuestros hermanos necesitados y aquellas personas que comparten junto a nosotros la experiencia de vida que Él nos regala.

NO CAIGAMOS EN EL DESANIMO Y SIGAMOS ADELANTE, DIOS ESTÁ CON NOSOTROS.
 
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jueves, diciembre 06, 2007
A SILENCIAR LA VIOLENCIA QUE HAY DENTRO DEL CORAZÓN

El Adviento conduce cada día a mirar con los ojos bien abiertos el interior de nuestro ser y descubrir en él, esas aflicciones, odios, egoísmos y rencores guardados que nos ocasionan violencia al corazón, frenan el avance que queremos dar a nuestra vida y nos impiden conocer y escuchar a Jesús para sanarlas e ir junto a Él, iniciando una vida nueva llena de esperanza, con absoluta libertad y decididos a trabajar y servir en la viña del Señor.

Es el tiempo de recargar las baterías de nuestros impulsos y deseos con nuevas motivaciones; y como nuevos hombres llenos de fe, nos convirtamos en efectivos discípulos misioneros de Jesús para el mundo de hoy, atreviéndonos a salir e ir a cualquier lugar, ha proclamarlo con gozo como el único y verdadero camino que nos lleva a la perfección del ser; y que sus palabras de vida eterna, nos transforman y enseñan a utilizar sin temor los medios y modos para que sean muchos los que lo conozcan y se salven.

Necesitamos hoy de una paz interior, una paz que sea llevada permanentemente dentro del corazón y que silencie toda violencia del mundo exterior. Esa paz que todo cristiano seguidor de las huellas del Maestro, ha de llevar muy adentro de su ser y que haga vivenciar y transmitir con testimonio de vida al mundo entero. Es esa la paz innata que enseña Cristo el príncipe de la paz.

Quienes optamos voluntariamente y con plena libertad seguir a Jesús, tenemos que luchar incansablemente contra el mal que aqueja, violenta y corrompe el corazón del hombre y que lo aleja cada vez más de la presencia de Dios.
Un fiel seguidor de Jesús, un cristiano de verdad, ha de saber que este tiempo de Adviento es preciso para discernir, enfrentar y afrontar la lucha, explorando su interior y descubriendo en él, los dardos y puñales que ocasionan las heridas al corazón a fin de sanarlas. Esas heridas que se van ahondando, por las incomprensiones y persecuciones que sufrimos como soldados de Cristo.

Estamos pues, invitados por el Señor a realizar el compromiso de constituirnos en instrumentos de paz; no de una paz inconsciente y aparente, sino real, valiente y llena de tenacidad.


“¿CREÉIS QUE ESTOY AQUÍ PARA DAR PAZ A LA TIERRA?
NO, OS LO ASEGURO, SINO DIVISIÓN”. Lc. 12.51
 
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martes, diciembre 04, 2007
EXPERIMENTAR LA PAZ DEL CORAZÓN

Al iniciar el mes de Diciembre muchas son las personas que viven y sienten un ambiente diferente. Hay alegría, hermandad, fraternidad, solidaridad y el compartir como hermanos y como familia.

Es Diciembre el mes más hermoso del año y donde se nos brinda la oportunidad para prepararnos como iglesia a festejar los misterios que rodean la navidad, como son la Anunciación a María la Madre de Dios, el Nacimiento de Jesús, la visita de los pastores y personalidades al pesebre, como también la huida de José, María y el Niño a Egipto y la presentación del Niño en el templo.

Lo más importante de estas fiestas para el hombre sin importar raza y religión, es concebir en lo más profundo de su ser, el nacimiento del Hijo de Dios. Esa concepción se percibe en la medida que se asume el Adviento como el tiempo que se dispone para reflexionar sobre los preparativos a la fecha del Nacimiento de Jesús en cada corazón, renovar nuestro espíritu y experimentar la venida gloriosa del Hijo del Hombre que trae luz y paz duradera a toda la humanidad.

¿Cuantos somos hoy los que solo nos preocupamos por disfrutar las fiestas que se celebran como novena de aguinaldos, villancicos, la natilla, pavos rellenos, perniles; y dentro de esas festividades decorar con toda clases de luces y adornos las casa para que luzcan bien, pero, en su interior se vivencian persona o familia separadas de Dios con ambientes tensos, desunidos, en desamor, odio y rencores fingiendo al mundo y a la sociedad un bienestar ficticio?

Todos disponemos de cuatro semanas para recapacitar lo que hemos hecho con nuestras vidas, a buscar compartir más con aquellos que necesitan de nosotros, a que nos abramos a los caminos de la luz, a que afiancemos nuestra fe y nuestra esperanza, a que nos comprometamos a vivir el Evangelio, a que no nos dejemos llevar por los placeres y vanidades, a que vivamos junto a nuestras familias y amigos con responsabilidad y solidaridad y a que nos preparemos a recibir dignamente al Señor.

Desde hoy dispongámonos a sentir la segunda venida del Señor, vivamos nuestras alegrías mediante un encuentro sincero y franco; gocemos la esperanza desde ya de la espera con un corazón atento, amoroso, rebosante de buenas obras y abierto cada vez más al servicio a los demás.

SEÑOR QUEREMOS CONOCERTE CADA VEZ MÁS, VIVIR CERCA DE TU CORAZÓN ALEJADOS DEL PELIGRO Y DEL PECADO.
 
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domingo, diciembre 02, 2007
UN TIEMPO PARA DESCUBRIR LA ESPERANZA

Todo en la vida tiene su tiempo. Hay un tiempo para vivir, soñar y para descubrir las esperanzas. Cuando hablamos de esperanza, los cristianos testimoniamos como se le cumplieron los sueños que se manifestaban como promesa del Señor, al pueblo de Israel, que salio en busca de la tierra prometida, guiados por patriarcas y los profetas escogidos por Él.
No cabe ninguna duda que con la venida de Jesús, el Hijo de Dios, se cumple lo que se venía presagiando a cerca del Mesías; y con su venida Dios le da a la humanidad su Hijo Unigénito para ganarle la batalla al mal que socavaba al hombre y con su presencia viva, la llena de esperanza en una vida nueva, para que aquel que opte por seguirle, tenga los deseos e ilusiones de sacar adelante con la ayuda del Espíritu Santo, planes y proyectos familiares, sociales y de una entrega definitiva al servicio de su Obra.

Muchos hombres al sentir en su corazón el llamado que hace Jesús, se afanan por buscar los modos y medios posibles para escucharle y seguirle. Algunos como Zaqueó se sienten pequeños y en medio de sus sombras y con sus deseos reviven sus esperanza mostrando su interés de conocerle. Otros, al notar el testimonio de los discípulos, recurren a pedir la reconciliación y con decisión se les acercan para pedirles información, asesoramiento y hasta ayuda para encontrar la manera de vincularse definitivamente a algún programa pastoral donde se le de la oportunidad de servirle a Dios. Estos han decidido abandonarlo todo y buscar las huellas del Salvador.

Pero hay otros que se han apegado tanto al mundo, que no les interesan vivir la intensidad de la luz que ofrece Jesús y por su falta de fe y de una pasión por las cosas religiosas, se convierten en personas frías que no sienten la atracción por encontrar al Señor y se condenan a vivir el pecado.

Solo quien vive a Dios con toda su intensidad siente que Él está presente en todos los espacios de la vida y que puede con su ayuda lograr la sanación de su espíritu. Solo basta una decisión, el deseo de buscarlo y de encontrarlo. Él está vivo y quiere que todos nos afanemos en hallarlo para que seamos testimonio de esa inmensa alegría que se siente al tenerlo en lo más profundo del corazón.

No te acongojes a pesar de las dificultades que vives y que hacen parte del entretejido de la existencia. Aprendamos de ellas y saquemos lo mejor de lo peor. Mantengamos nuestro corazón firme a su voluntad y démosle gracias por todo lo que nos sucede.


EN MEDIO DE LA DESESPERANZA ESTÁ LA LUZ DE CRISTO.
Él,NOS LLENA DE ESPERANZAS PARA SEGUIR EL CAMINO LLEVANDO CONSIGO NUESTRAS CRUCES. DESCUBRÁMOSLO EN ELLAS.
 
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