jueves, diciembre 13, 2007
DESCUBRAMOS AL QUE NOS LLEVA A LA VERDAD

Al caminar esta mañana, reflexionaba como aún somos muchos los que a pesar de escuchar hablar de la palabra de Dios y de conocer numerosos testimonios de convertidos, seguimos como si nada, ostentando y realizando acciones que obedecen a nuestras ansias de poder y de tener. Nos olvidamos de nuestra persona y de aquellos que necesitan de nosotros; y cada día nos envolvemos en grandes tinieblas y ocultamos los errores.
Ya casi no nos inmutan esos comentarios, ni deseamos descubrir la luz que nos brinda Jesús, para así llenarnos de su esplendor y poder realizar la vida de hombres encaminados a la salvación.

En esta época de conversión o tiempo de adviento, Dios nos brinda una nueva oportunidad para preparar el camino del Señor. Esa misma invitación, que Juan Bautista le anunciaba a todo el pueblo de Galilea antes de que naciera el Salvador del mundo y que después el mismo Jesús corroboró cuando pregonó con mucho afán al decir: “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y creed en el Evangelio”.

Hablar de conversión significa cambiar de vida, de rumbo, de dirección, es ver con los ojos de Jesús, es buscar afanosamente la fe, es creer en Dios. Es atreverse a cruzar el mar embravecido sin temor a nada y sin mirar atrás.
Conversión es cambiar de mentalidad, de mirada y de prácticas; la conversión es fruto y es consecuencia del Evangelio. No es dar un paso en falso, débil e incierto; es darlo decidido y con firmeza. Conversión es aceptar la invitación que nos hace el Hijo de Dios para seguirlo.

Es este un tiempo de alegría porque Dios nos exhorta a que seamos felices, a que hallemos esperanza en medio de nuestras debilidades y tinieblas; y que de veras, con su luz, nos encontremos con Cristo quien nos espera con los brazos abiertos a la vera del camino.

Un seguidor de Jesús tiene firme su fe y una absoluta confianza en Dios.

El que se deje llevar por el Espíritu Santo se convierte en discípulo de Jesús, vivirá el apasionamiento, se comprometerá a difundir la llegada del reino y a fortalecer la nueva sociedad fraterna. Ha de ser misericordiosos, llevar una conducta coherente entre lo que piensan y dice –ser “limpios de corazón”-; y ha de trabajar por construir la paz y la felicidad para todos.


“MAESTRO, ¿QUÉ TENGO QUE HACER PARA SER DIGNO Y GANAR EL CIELO?”: ¿“YA CONOCES LOS MANDAMIENTOS”?
 
posted by Laureano García Muentes at 4:08 a.m. | Permalink |


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