jueves, noviembre 22, 2007
ATREVETE A SER SIMBOLO DE MUCHAS COSAS BUENAS

Me comentaba un amigo hace unos días, que él hace todo lo posible, por ser un símbolo de cosas buenas en su familia; que arrepentido ha olvidado esos errores que cometió durante su vida, los que de una manera equivocada, por su falta de madurez espiritual, le ocasionó tanto daño a su familia. Me decía que hoy procura ser una luz encendida que transmite confianza y alegría, que vive y trabaja constantemente junto a ellos, haciendo que el amor fraternal prevalezca mediante una entrega total; y que en entre ellos, exista una comunicación permanente y el mayor respeto. Y me agregaba: “Hoy me siento feliz”.

Notando la alegría que sentía, le dije entonces: que así es la conversión de corazón. Esa es la idea donde se centra Jesús para que cada uno de los hombres pueda seguirlo e ir tras sus huellas. Arrepentirse de todo y atreverse a ser símbolo de luz para el mundo. Ser luz es dejar atrás todas las tinieblas que absorben y enloquecen, es brillar, resplandecer y ser insignia de muchas cosas buenas; Y quien vive en la luz siempre contagia a otros con su alegría, porta fuerzas, es capaz de dar orden a las cosas y triunfar, es ser como lo quiere Jesús.

Quienes se apartan de las ansias desordenadas que le ofrece el mundo van conociendo y controlando su interior, andan rompiendo las cadenas que les atan y eliminan todo aquello que no les permite avanzar. Van siendo cada vez más libres y autónomos al conocer de cerca la verdad manifestada en Jesucristo.

Le recordé uno de los apartes del discurso que hizo SS Juan Pablo II en la XVII Jornada Mundial de la Juventud en Toronto entre los días 23 al 29 de Junio de 1.992. Allí el Papa nos enseña la importancia de ser luz y lo que Dios desea para que todos los hombres alcancemos la felicidad verdadera:

”El hombre está hecho para la felicidad. Por tanto, vuestra sed de felicidad es legítima. Cristo tiene la respuesta a vuestra expectativa. Con todo, os pide que os fiéis de Él. La alegría verdadera es una conquista, que no se logra sin una lucha larga y difícil.
Cristo posee el secreto de la victoria. Ya conocéis los antecedentes. Los narra el libro del Génesis: Dios creó al hombre y a la mujer en un paraíso, el Edén, porque quería que fueran felices.
Por desgracia, el pecado trastornó sus proyectos iniciales. Dios no se resignó a esta derrota. Envió a su Hijo a la tierra para devolver al hombre la perspectiva de un cielo aún más hermoso. Dios se hizo hombre –como subrayaron los Padres de la Iglesia– para que el hombre pudiera llegar a ser Dios.
Éste es el cambio decisivo que la Encarnación imprimió a la historia humana. - ¿Dónde está la lucha? La respuesta nos la da Cristo mismo. San Pablo escribió: «Siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que (...) tomando condición de siervo (...), se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte» (Flp 2, 6-8).
Fue una lucha hasta la muerte. Cristo la libró no por sí, sino por nosotros. De aquella muerte ha brotado la vida. La tumba del Calvario se ha convertido en la cuna de la Humanidad nueva en camino hacia la felicidad verdadera.
El Sermón de la montaña traza el mapa de este camino. Las ocho Bienaventuranzas son las señales de tráfico que indican la dirección que es preciso seguir. Es un camino en subida, pero Jesús lo ha recorrido primero. Y Él está dispuesto a recorrerlo de nuevo con vosotros. Un día dijo: «El que me siga no caminará en la oscuridad» (Jn 8, 12). En otra circunstancia añadió: «Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado»(Jn 15, 11).

Caminando con Cristo es como se puede conquistar la alegría, la verdadera alegría”.


Ser luz es pues, hacer camino en el andar, soñar por transmitir esperanzas y forjar para que el mundo se transforme en sal que de sabor a lo insipido y que no tiene valor.


FÓRMATE PARA SER UN TESTIMONIO DE LA LUZ DE CRISTO
EN EL MUNDO
 
posted by Laureano García Muentes at 4:46 a.m. | Permalink |


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