
Todos los hombres tenemos deseos de poder y de una búsqueda de privilegios para ser importantes, pero ellos, son la causa de muchas circunstancias adversas, por lo que se hace necesario derrocarlos y abrir espacios a la acción del Espíritu de Dios que nos lleve a ayudar y a servir a los demás.
Cada uno esta llamado a realizar con toda libertad su propio proyecto de vida y hacer de su profesión, trabajo, medio donde se desempeña y desarrolla su capacidad y su entendimiento, un ministerio al servicio a la obra de Dios.
Somos muchos los que hoy estamos supremamente ocupados, llenos de afanes y gustos por el tener y nos olvidamos de mirar que la vida se nos pasa sin que produzcamos unos resultados de acuerdo a los planes y proyectos que nos trazó Dios, nuestro Padre, desde antes de que naciéramos. Y no solo eso, sino que nos dedicamos en pensar como acumular riquezas materiales y en tener la “independencia” de darnos todos los gustos de manera exagerada y extravagante, para aparentar que somos dueños y señores de un universo vago e incierto.
Nos llenamos de vicios, inmadurez y egoísmos que pervierten y llevan a creer que el poder que poseemos, consiste en el ultraje sobre aquellos que trabajan para nosotros; a tratarlos como esclavos y a míralos por debajo de los hombros suponiendo que no tienen derechos y oportunidades en vida, iguales a los nuestros.
Hemos olvidado el verdadero sentido de la vida que consiste en tener sueños, ilusiones y esperanzas, de tener cada día un motivo para levantarnos todas las mañanas, de sentir que existimos y que nuestra vida ha de estar fundamentalmente basada en lo que somos y en lo que hacemos, que tenemos y poseemos muchas cualidades que Dios nos ha regalado para ser felices y pensar que somos muy afortunados.
Que lastima es ver a muchos en ese afán diario, en vivir perdiendo el tiempo por el tener y acumular riquezas, en el desvelo de ostentar aquello que no llena sentidos ni hace felices.
Dedicarle un mayor tiempo a la vida de verdad nos da la plenitud y la santidad que nos pide el Señor.
Te invito pues a pensar en todas aquellas cosas maravillosas que Dios nos ha regalado y que nos sigue dando cada día.Para que oremos con devoción pidiendole que moldee nuestra vida como buen alfarero, llenándo nuestro ser de ese amor por las cosas bellas que a diario vemos, palpamos y sentimos; y que son un verdadero tesoro de su gratuidad.
TOMAME SEÑOR CON TODO LO QUE SOY Y TENGO, HAZME LIBRE