martes, diciembre 18, 2007
¡ ASÍ TIENE QUE SER !

Al entender lo que nos pide el Adviento y al detenernos para mirar nuestro ser y actuar, podemos afirmar que el discernimiento ha de considerarse como parte integral de nuestro diario vivir, no solo en la preparación de la Navidad, sino en el deseo de mejorar día a día; para así, los nuevos pasos que demos, posean la seguridad, la certeza y la eficacia de unas pretensiones firmes e indestructibles.

Nuestros deseos y esfuerzos de cambiar de manera definitiva y apartar de nuestro interior las angustias, ansiedades e intranquilidades que socavan y dañan el corazón, han de ser el motor que nos impulsa y nos hace mover hacia delante, ¡Y eso tiene que ser así!, porque es la intención radical que nos marca el Señor para convertirnos en sus verdaderos discípulos.

Muchas veces nos parece casi imposible cambiar de vida y de nuestras creencia y criterios por la debilidad tan frágil que sentimos y por la dureza de aceptar un nuevo estilo de vida. Pero al voltear la página, encontramos el ejemplo incuestionable, firme y fortalecido que Dios nos brindó cuando nos regaló su presencia entre nosotros a través de la fragilidad de un niño pobre nacido en un pesebre.

La decisión es de abrirnos a la experiencia de Dios y dejar que su amor se manifieste en nuestra vida en forma de ánimo y fortalezas de tal manera, que las tristezas y el dolor que suframos por el abandono de esas cosas, se hagan ligeras y livianas en nuestra vida a través de su ayuda. ¡Pero nuestras actitudes han de ser radicales, pase lo que pase!

La lucha ha de ser diaria. Por tanto, es necesario que nos propongamos y tracemos un plan de vida que nos conduzca a los caminos de la perfección que Dios nos ofrece, concibiendo todas las cosas con planeación, esfuerzo, atención y mucho amor; además, pidiéndole insistentemente que nos ayude en cada paso que nos programemos dar.

Recordemos siempre que Dios está con nosotros; Él nos ayuda a vencer y salir triunfadores. Solo vasta la decisión de encontrarlo, escucharle y pedirle en nuestras oraciones mediante un dialogo abierto y sincero, que nos ayude a vencer todo y a salir adelante.

Quiero que este Adviento lo vivamos a plenitud y al llegar la Noche Buena, nos acerquemos al Niño en el pesebre de manera humilde, sencilla y sincera, presentándole como regalo nuestra apertura a la esperanza.

“YO PONDRÉ EN USTEDES MI ESPÍRITU, Y USTEDES REVIVIRÁN”
Ezequiel 37
 
posted by Laureano García Muentes at 3:01 a.m. | Permalink |


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