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Sus exhortaciones nos han
iluminado y con ellas hemos aprendido, que
para ser verdaderos apóstoles de Jesús y
poder emprender programas y proyectos de promoción y la popularización del
Evangelio en cualquier lugar del mundo, hay que vivir su Palabra y confiar plenamente en Dios.
Él, nos pide que seamos constantes y perseverantes en la oración y que a través de ella, podemos obtener de El todas las fuerzas necesarias para que nuestros proyectos estén al alcance de todos los hombres y para que así, sean muchos los que conociendo nuestras vidas y experiencias sean capaces de renovarse y vivir una vida nueva.
Él, nos pide que seamos constantes y perseverantes en la oración y que a través de ella, podemos obtener de El todas las fuerzas necesarias para que nuestros proyectos estén al alcance de todos los hombres y para que así, sean muchos los que conociendo nuestras vidas y experiencias sean capaces de renovarse y vivir una vida nueva.
Y es que él aprendió de Jesús
al poner en práctica la oración, cuando entendió que Dios sabía lo que
necesitamos.
Cuando busco y leo el
Evangelio de San Mateo 6, 7-8 encuentro
en el estas palabras que pronuncio Jesús: “Y, al orar, no hablen mucho, como los
gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No sean
como ellos, porque su Padre sabe lo que necesitan antes de pedírselo”
Miren, no está en las
palabras la eficacia de la oración, sino más bien en los movimientos del
corazón, en las intenciones, porque Dios ve el corazón y Él sabe muy bien qué
es lo que necesitamos, incluso lo sabe mejor que nosotros mismos, que muchas veces
equivocamos el pedido, y no pocas veces pedimos lo material y temporal
solamente, dedicando muy poco a lo espiritual y eterno.
Por eso el Señor y el Padre
Francisco Jordán nos quiere decir con estas palabras que vayamos confiados a
Dios, sin andar con tantos preámbulos y palabrería inútil, sino que con el
corazón abierto le digamos francamente al Señor lo que andamos necesitando, al
menos lo que a nosotros nos parece que necesitamos y que nos hace falta, que
después el Señor verá si nos lo concede o no, y no por falta de bondad de Dios,
sino porque Él tiene sus motivos para retardar o negar un don, ya que el Señor
ve el futuro, y lo que hoy podría ser un bien, tal vez no lo sea para el futuro
o por lo que vendrá después.
Entonces nuestra oración
debe ser confiada, sabiendo que Dios SIEMPRE escucha, y si no concede el don
que pedimos, siempre nos concede algo igual o mejor, porque es un Padre bueno,
que no se deja ganar en generosidad y quiere lo mejor para sus hijos.
Si…y es verdad; estamos
acostumbrados a decir oraciones ya hechas y repetirlas muchas veces como en el
rezo del Santo Rosario, y eso está muy bien. Pero no debemos olvidar que a
veces nos puede suceder que necesitemos desahogar nuestro corazón con Dios de
forma directa y sencilla, contándole lo que nos pasa, e incluso rezando sin
palabras, sino con una simple mirada al Señor, a una imagen suya, o elevando
los ojos al Cielo y también con llanto en los ojos.
Tenemos que practicar este
modo de oración personal con Jesús, porque la oración nos ayuda a unirnos al
Señor, y no interesa tanto con qué oración nos unimos a Él, sino que lo que
importa es que nos unamos, ya sea de una manera o de otra.
Hay veces que estamos
abatidos y no podemos rezar oraciones hechas, y ni siquiera podemos hablar, por
el gran dolor que nos embarga o por el grave problema en que estamos. Es entonces
cuando debemos recostar la cabeza sobre el pecho de Jesús resucitado que está a
nuestro lado siempre, y descansar en él y tomar fuerzas de ese Corazón Sagrado,
para seguir en el combate de la vida y no claudicar ni ser arrastrados por el
mal y la desgracia, y recibir una caricia suya.
También habrá días en los
que de tan cansados que estamos no podemos ni elevar una oración al Señor. Pues
bien, aunque no recemos oraciones prefijadas, digámosle a Jesús,
espontáneamente lo que sentimos, y así estaremos rezando y muy bien.
SEÑOR, AYÚDANOS A SER CONSTANTE EN LA CONFIANZA HACIA TI, DANOS UN CORAZÓN NUEVO Y QUE
NUESTRAS PALABRAS SEAN DULCES Y AMOROSAS HACIA LOS DEMÁS.