La
Semana Santa está en boca de todos los hombres en muchas regiones del mundo por
estos días, pero no siempre tiene el mismo trasfondo. Algunos encuentran en
ella unas vacaciones necesarias y un espacio para divertirse, ir a playa, beber
y pasarla bien; mientras que otros
demuestran más que nunca su fe y fervor religioso.
Para
los últimos, el Jueves Santo significa la fiesta cristiana que abre el Triduo
Pascual, es decir, el periodo durante el cual se celebra la pasión, muerte y
resurrección de Jesucristo.
El
Jueves Santo es el momento central de la Semana Santa y del año, y para los
creyentes es el día en que el hijo de Dios hecho hombre celebró la Eucaristía
en la Última Cena donde anunció que uno de sus fieles apóstoles le
traicionaría, se produjo el lavatorio de pies y se realizó la oración en el
huerto.
De
los tres momentos, se destaca la presentación del Cuerpo y Sangre de Cristo
ante los apóstoles en lo que fue la primera Eucaristía cristiana.
“Tomad
y comed todos de él, porque este es mi cuerpo, que será entregado por
vosotros”.
La
Biblia recoge esta frase como las palabras que dijo Jesucristo cuando bendijo
el pan que estaba cenando con sus apóstoles. Y les exhorto a “Hacedlo siempre
en conmemoración suya”, esta frase, recoge el Libro Sagrado interpretando el
mandato como la institución de la orden sacerdotal. Desde entonces, las misas
han reproducido los hechos hasta la actualidad, convirtiéndose la Eucaristía en
uno de los siete sacramentos de la Iglesia.
¿Qué
significan para el cristiano el Lavatorio de pies, la oración en el huerto y
traición de Judas?
El
Lavatorio de pies. Para encontrar una referencia bíblica al lavatorio de pies
hay que leer el evangelio de San Juan (capítulo 13, versículos 1 al 15). En él
se refleja cómo Jesucristo se levantó de la mesa en la que estaba cenando y se
puso a lavar los pies a sus apóstoles. El único de los doce que cuestionó a su
maestro fue Pedro, que llegó a negarse al entenderlo como una humillación. “Si
no te lavo, no tienes parte conmigo”, contestó el hijo de Dios hecho hombre.
“Señor, no solo los pies, sino hasta las manos y la cabeza”, rectificó el
pescador.
La
oración en el huerto. Es otro de los momentos que se celebran en el Jueves
Santo. Tal y como recoge la Biblia, Jesucristo se adentró entre los olivos para
orar y contarle a su Padre los sentimientos previos al día de su muerte. Tras
la traición de Judas a cambio de 30 monedas de plata tiene lugar su
prendimiento.
La
traición de Judas. Este acto dramático marca el inicio de la Pasión de Cristo,
un doloroso camino que Él elige con libertad absoluta. Él mismo lo dice
claramente: "Yo doy mi vida.. Nadie me la quita: la doy por mí mismo.
Tengo el poder de darla y el poder de recobrarla". Y así comienza el
camino de la humillación, del despojo, con esta traición. Es como si Jesús
estuviera en el mercado. 'Este cuesta treinta denarios'. Y Jesús recorre este
camino de la humillación y el despojo hasta el final.
Jesús
alcanza la humillación completa con la "muerte en la cruz". Se trata
de la peor de las muertes, la destinada a los esclavos y a los delincuentes.
Jesús era considerado un profeta, pero muere como un delincuente. Mirando a
Jesús en su pasión, vemos como en un espejo también el sufrimiento de toda la
humanidad y encontramos la respuesta divina al misterio del mal, del dolor, de
la muerte… Esta semana nos hará bien a todos nosotros mirar el crucifijo, besar
las llagas de Jesús, besarlas en el crucifijo. Él ha tomado sobre sí el
sufrimiento humano, se ha endosado todo ese sufrimiento.»
REFLEXIÓN:
Lo que sucedió en la vida de Judas me ayuda a reflexionar sobre mi amor hacia
Dios. ¿Soy consciente del gran amor que Dios me tiene? ¿Me doy cuenta de tantas
muestras de cariño de su parte: la vida, el don de la fe, mi capacidad de amar,
mi familia, mi hogar, el alimento, el vestido, algún gustillo, la maravilla de
la naturaleza, incluso las pruebas y dificultades que me ofrece para llevarlas
con amor, su entrega en la cruz? La caída de Judas es el resultado de una vida
en la que poco a poco se enfrió el amor al Maestro.
EXAMINÉMONOS CON
SINCERIDAD Y CONFIANZA DELANTE DE JESÚS Y PIDÁMOSLE EL VALOR Y LA FORTALEZA
PARA GUARDAR NUESTRO CORAZÓN SÓLO PARA ÉL.