jueves, enero 22, 2015
MARÍA, PORTADORA Y EDUCADORA DE LA VIDA CRISTIANA

Jesús nos invita a reconocer a María como Madre nuestra, siendo una de las responsabilidades de una madre, el educar a sus hijos.

María, como toda madre humana responsable, se mantiene cercana a sus hijos, y respetando su libertad y dignidad, cuida de ellos con fina discreción. Los ayuda y acompaña en su crecimiento y maduración en la fe. De este modo, junto con su intercesión y las gracias que obtiene, la Madre de toda bondad interviene en la educación de sus hijos en la fe, para ser Iglesia.

María será siempre la Madre educadora de la fe. Cuida de que el Evangelio nos penetre, conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad. Ella es la pedagoga del Evangelio.

María, la Virgen de Nazaret, fue una joven mujer orante. Ella fue una buscadora del Plan de Dios. Hace las preguntas fundamentales acerca de la existencia humana y encuentra que sólo Dios es la respuesta. En su silencio interior Ella escucha las promesas de Dios a su pueblo, y mantiene un vivo eco de ellas.

Llena de admiración, experimenta el anuncio que el ángel le hace del Plan de Dios. En libertad total y con fe intensa, responde: "Hágase su voluntad". Al hacerlo, recibe así la Vida en su seno virginal.

Al mismo tiempo la Vida viene a Ella, y fluye en Ella dándole plenitud. Ella siente la urgencia de responder siempre con coherencia a la bendición que ha recibido. Intentando describir la grandeza de la relación madre e hijo. Uno podría decir que, a la par que el Verbo Eterno de Dios se encarnaba en su seno, su Corazón se plenificaba con la presencia de su Hijo.

En todo caso, debemos entender que la Virgen María vive la vida cristiana recibida de su Hijo. Es por eso que podemos decir que Ella fue la primera cristiana desde el momento que concibió a Jesús por el Espíritu Santo.

La Virgen orante nunca dejó de estar llena de admiración. En la Anunciación abrió humilde y plenamente su Corazón al misterio. A lo largo del resto de su vida Ella lleva todas las palabras y obras de su Hijo a su Inmaculado Corazón. Para Ella, la meditación es una actitud permanente. Está constantemente recibiendo la Vida de Cristo, profundizando en el significado que tiene para su propio camino hacia la perfección en la caridad en el amoroso seguimiento de Jesús, como el esperado reconciliador de la humanidad.

La vida de María es un signo constante de coherencia. Ella asimila y ama la Vida: su Hijo. Libremente permite que la Vida que recibe se exprese en Ella sin obstáculos. Antes de que lo escribiera el Apóstol, Ella ya hacía realidad sus palabras: "Vivo yo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí".

María es una dócil colaboradora del Plan de Dios. Su coherencia supera la prueba del tiempo y las dificultades en todo momento hasta el Gólgota. Su "Hágase" en la Anunciación encuentra su plenitud en el "Hágase" silencioso que repite al pie de la Cruz, y luego en el Cenáculo de Jerusalén.

La vida cristiana, vivida en la propia existencia, pide ser comunicada. Ésa es la dimensión apostólica a la que todos los cristianos estamos llamados.

A la vez que María evangeliza a los miembros de la casa de Zacarías, con gran caridad Ella atiende a las necesidades de sus parientes. Podemos ver que en la unidad de vida de María no hay ni divorcio ni oposición de ningún tipo entre anunciar y testimoniar la Palabra, y servir a la humanidad promoviendo su bien.

María es una síntesis vital de cómo la evangelización, el servicio a los seres humanos y la transformación de las realidades de la humanidad deben ser vividos. Una vez más podemos ver lo que significa la coherencia en la vida cristiana de María.

Ella está atenta a que los dinamismos fundamentales de sus hijos sean liberados de los obstáculos que los esclavizan, y sean guiados por el camino de la reconciliación hacia el descubrimiento de su verdadera identidad y de la plena conformación con el Señor de la Vida.

Al mirar a María, al responder a las palabras que Cristo pronunció desde lo alto de la Cruz "He ahí a tu madre", debemos abrirnos al horizonte que María nos señala como paradigma de vida cristiana en su realidad de laica.




MARÍA, GRACIA PLENA, RUEGA POR NOSOTROS A FIN DE QUE PODAMOS SER  CON NUESTRA VIDA SIGNOS DE EVANGELIZACIÓN.
 
posted by Laureano García Muentes at 2:04 p.m. | Permalink |


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