martes, diciembre 16, 2014
ES TIEMPO DE CONVERSIÓN Y DE RECONCILIACIÓN

Estamos en Navidad y nos hemos venido preparando para recibir a Jesús, el Hijo de Dios en nuestros corazones.

Es tiempo de Adviento, tiempo de gracia, y en él,  tenemos la oportunidad de vivir la fraterna unión no solo con Dios sino con todos los que conviven a nuestro alrededor.

Es por ello que les invito a detenernos un poco y a que reflexionemos sobre este tiempo que nos regala el Señor para vivir la plenitud de la reconciliación y el perdón encontrando la paz verdadera.

Recordemos que Dios hizo todas las cosas con sabiduría y amor, y que admirablemente creó al hombre. Cuando éste por desobediencia perdió su amistad, no lo abandonó al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendió la mano a todos y envío a su Hijo Unigénito a vivir entre nosotros, naciendo de una mujer virgen, por obra y gracia del Espíritu Santo; para que, quien le encuentre, viva con Él la plenitud de una vida nueva.

Con su paciencia ilimitada, su incansable fidelidad al plan de reconciliación, al transcurrir de los tiempos, el Señor ha ido conduciendo a los hombres con la esperanza de la salvación, porque Él no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y vuelva a Él y viva. Admirablemente  así lo expresa la parábola del Hijo Pródigo, página central de la revelación y parábola de la entera historia de la familia humana.

El perdón de los pecados está en el corazón mismo del anuncio evangélico desde su mismo comienzo. Jesús declara repetidamente que ha venido para buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 8) y no se contentó solo con exhortar a los pecadores a que se convirtiesen e hiciesen penitencia, sino que acogió a los pecadores para reconciliarnos con el Padre y les perdonó los pecados como en el caso de la pecadora, del paralítico o de la mujer adúltera. Comió con publicanos y pecadores y su comprensión hacia el pecador la expresó en varias parábolas. Como signo, además, de que tenía poder para perdonar los pecados, curó a los enfermos de sus dolencias.

Esta centralidad del perdón de los pecados en toda la obra de Jesús quedó consagrada para siempre en el cáliz de su "sangre derramada por muchos para el perdón de los pecados".

Esta obra no podría considerarse acabada con su muerte: Ella debía alcanzar a todos los hombres, quienes a pesar de todo siguieron pecando.

Allí no termino su obra, ¡Cristo Resucito! ; Y resucitado,  confió a los Apóstoles continuadores de lo que Él hizo la misión de anunciar a todos los hombres el perdón y la reconciliación que Dios mismo les ofrecía en la muerte y resurrección de su Hijo; encargándoles predicar el camino de conversión abierto a todos, junto con el poder de atar y desatar, de perdonar y retener eficazmente los pecados. Al darles el Espíritu Santo y revestirles de la fuerza de lo alto.

Como Jesús y movidos y animados por el Espíritu Santo, inauguran su misión con la exhortación a la Penitencia el día de Pentecostés, proclaman "un bautizo para el perdón de los pecados", e indican que la conversión, llevada a su cumplimiento en el bautismo, es la condición primera para la salvación.

Desde entonces, y a lo largo de toda su historia, la Iglesia no ha cesado jamás de predicar la conversión y la reconciliación, ni ha dejado de perdonar los pecados porque tiene conciencia de ser dispensadora de la gracia del perdón, merecido por Cristo una vez por todas y porque el Espíritu Santo, principal agente de la remisión de los pecados, habita en ella.

La Iglesia, por esto, como la define el Vaticano II, es en Cristo como un sacramento, o sea, "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano". Ella debe buscar ante todo llevar a los hombres a la reconciliación plena, proclamando la misericordia de Dios y exhortando a los hombres a la penitencia para que abandonen el pecado y se conviertan a Dios.

Con este mensaje de la reconciliación queremos exhortar a todos a encontrar de nuevo a Dios y a vivir la esperanza participando de la gloria de Dios.


SEÑOR, QUE EN ESTE TIEMPO DE ALEGRÍA POR TU LLEGADA, PODAMOS VIVIR A PLENITUD TU PALABRA Y SER MOTIVADORES DE LA RECONCILIACIÓN QUE NOS HAS MOSTRADO EN EL MUNDO.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:40 a.m. | Permalink |


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