lunes, octubre 27, 2014
JESÚS NOS ENSEÑA COMO DEBEMOS PERDONAR
Quienes seguimos a Jesús,  hemos tomado la firme decisión de ser sus perpetuos discípulos, unos aprendices de sus enseñanzas, personas que permanecen en todo momento a la escucha del Maestro, en constante actitud de docilidad, queriendo aprender y dejándose enseñar.

Miren: En los tiempos de Jesús, seguir a un maestro o rabí partía de la iniciativa de la persona que querían ser su discípulo, quien lo elegía, lo cambiaba o podía tener varios maestros. En el caso de Jesús todo es distinto. Él es quien nos dice: "No me habéis vosotros elegido, fui yo mismo quien os elegí" Jn 15,16

Esta ejemplaridad de Jesús como Maestro fue única y absoluta; Él se constituyó en ejemplo porque sus actos eran auténticos, justos y naturales. Seguir su ejemplo no significa "remedarle" sino VIVIR EN EL Y OBRAR SEGÚN SU ESPÍRITU.

Sólo es MAESTRO el que enseña un mensaje propio, no el que transmite el mensaje de otro. Y JESÚS no sólo es "EL MAESTRO" sino que sabe que su doctrina no es suya, sino del Padre y que él sólo habla y transmite las palabras del Padre.
El ESPÍRITU SANTO es nuestro MAESTRO INTERIOR porque nos enseña por dentro, desde dentro interior.

Jesús Enseñaba Con Su Ejemplo. Jesús no sólo decía lo que tenían que hacer las personas, sino que Él mismo ponía en práctica lo que enseñaba. De este modo, nos dio ejemplo de cómo debemos amarnos unos a otros: Él amó a todos, incluso a los enemigos, perdonó siempre, ayudó y consoló a quien lo necesitaba.

Unos buenos padres siempre quieren lo mejor para sus hijos, y por eso están dispuestos a perdonarlos. Jesús que busca lo mejor para nosotros, está siempre dispuesto a perdonarnos.

Él dijo que no había venido a buscar a los sanos, sino a los pecadores. Jesús está siempre dispuesto a perdonar y curar todas nuestras faltas, nuestras debilidades, nuestras cobardías y traiciones.

La mirada que Jesús dirige al pecador, igual que miró a Pedro cuando le negó, no es una mirada de desprecio, que humilla y condena, sino una mirada de comprensión, que anima a comenzar de nuevo. El da la fuerza para cambiar de vida. Su Muerte y Resurrección nos recuperan la amistad con Dios y con los hermanos.

Cuando el hijo pródigo se encontró con su padre, no hubo gritos ni renegadas, sino solamente perdón y alegría. Jesús siempre nos espera; no para castigarnos, sino para que volvamos a ser amigos.

Nosotros, en cambio, cuando vemos caer a un hermano, solemos despreciarlo y aun separarnos de él. Mucho peor si somos nosotros los ofendidos.

Si no perdonamos, nunca avanzaremos.Todos somos pecadores. Y necesitamos perdonarnos para poder caminar. Ni la familia, ni la amistad, ni la organización podrán funcionar si no sabemos perdonarnos. Hemos de aprender de Jesús. Tanto es así, que si no nos perdonamos, ni Dios siquiera nos perdonará.



SEÑOR, TU NOS REGALAS VIDA Y NOS FORTALECES CON LA LUZ DE TU ESPÍRITU. ENSÉÑANOS BUEN MAESTRO A PERDONAR.
 
posted by Laureano García Muentes at 7:12 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>