Todos los años, celebramos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y con
ella, nuestras fiestas patronales; pero este año, conmemoramos con toda
solemnidad, el aniversario 90 (noventa) de nuestra Parroquia Salvatoriana,
Santa Cruz de Manga.
Esta, nuestra fiesta estuvo concentrada en
contemplar la cruz de Jesucristo, que es el punto de referencia más importante de
nuestra fe y de nuestra esperanza. Ya que con ella alcanzamos la salvación, la
vida y la resurrección. Por medio de Jesucristo, quien nos ha salvado y nos ha liberado
de la muerte.
Damos hoy gracias al Señor por su entrega. Y
sintámonos intensamente unidos a Él en estos momentos de inmensa alegría.
Incorporados a este regocijo al celebrar este
aniversario 90 de nuestra Parroquia, ofrecemos nuestras gratitudes a Dios por
todas las manifestaciones de su amor y por habernos regalado el ministerio de
los padres Salvatorianos que han venido construyendo una vida comunitaria
irradiada por su amor.
Hoy después de 90 años de incansables desvelos y
luchas por dar a conocer el amor del Único y Verdadero Dios entre nosotros, podemos
apreciar con gran merito, como estos Sacerdotes han trabajado y que sus esfuerzos
no han sido en vano.
Si miramos un poco la historia de ellos y de
nuestra Parroquia, lo podemos notar.
Desde los primeros años de este siglo al surgir en
la isla de Manga nuevas parcelaciones, regias mansiones de estilo arabesco y la
pavimentación de sus principales vías, surgía en la Calle Real una pequeña
capilla de madera, llamada la Ermita de la Santa Cruz de Manga, que sirvió por
muchos años para el culto divino a los habitantes, acompañada por los Padres
Salvatorianos Alemanes, que venían desde la Iglesia de la Santísima Trinidad,
barrio Getsemaní.
El P. Salvatoriano Patricio Mayr Párroco de la Santísima Trinidad mostró una
gran predilección por la isla de Manga. Y muy pronto, empezó a levantar una
nueva iglesia de material en el lugar donde está hoy el templo parroquial, en
un lugar obsequiado por don Carlos Vélez Daníes. Fue una amplia edificación de
una sola nave.
el P. Patricio se estableció en la Isla de Manga el
5 de marzo de 1924; tomó por residencia en una pieza desmantelada encima de la
que hoy es la sacristía. El 15 del mismo
mes recibió el nombramiento de primer párroco de nuestra Iglesia. En el mes de
abril del mismo año comenzó la construcción de la nueva casa cural, la cual fue
inaugurada el día 5 de octubre del mismo año y bendecida solemnemente por el
Excelentísimo Señor Arzobispo Monseñor Pedro Adán Brioschi.
Terminada la construcción de la casa, el Padre se
preocupó de la parte espiritual de sus feligreses. Estableció la Congregación de las Hijas de
María, encargó nuevos altares de mármol, el del Sagrado Corazón de Jesús y el
de San José. Pronto floreció la devoción
al Sagrado Corazón, mediante el ejercicio de los Primeros Viernes y el
Apostolado de la Oración, tuvo lugar la consagración de las familias.
En los años 1926 y 1927 construyó la famosa torre,
su orgullo y alegría. En todas partes
hablaba de la torre, y cuando llegó el reloj, su alegría no conoció límites, y
casi no pudo esperar el momento de ver el reloj en su sitio, arriba en el
campanario y oír su primera campanada.
En los años de 1928 y 1930 ensanchó la Iglesia,
levantó las dos naves laterales. Más
tarde encargó para dichas naves dos altares de mármol, el de la Inmaculada y el
de Santa Teresita.
El P. Patricio se preocupó también por la juventud
femenina, y consiguió para su colegio Las Madres Mercedarias de México, que
llegaron en enero de 1929.
En marzo de 1932 agotado por los excesivos trabajos
debió regresar a su patria y murió al año siguiente en su pueblo natal.
Hoy todo este trabajo sigue latente en nuestra
Parroquia, la continuidad y el ardor del amor por Cristo sembrado por los
ilustres antecesores: P. Felipe Renz SDS, P. Emerano Roider SDS, P. Beltrán Zeh
SDS, entre otros, han sido el camino y
la guía que nuestros Pastores: P. Huberto Arboleda Hernández SDS como Párroco,
P. Armando Cháves Cháves SDS como Vicario y el Hno. Marcelino Romero SDS como
Colaborador; ellos, albergado dentro de sus planes pastorales esa misión legada,
han venido creando ambientes propicios para continuar organizando y
desarrollando con espíritu evangélico comunidades de vida que animan y
fortalecen la fe y el amor por Cristo Salvador.
A ellos, nuestras gratitudes.