viernes, junio 06, 2014
RECIBIR EL PENTECOSTES ES ACOGER CON ALEGRÍA LA GRACIA DE DIOS QUE NOS PROMETIÓ A TODA LA HUMANIDAD (Hch.2,17).

El Espíritu Santo ha suscitado firmeza y decisión a quienes hemos optado por seguir a Jesús; El nos guía, nos enseña y nos fortalece  para que podamos servir con eficiencia y sin temor en la misión que le fue legada por Cristo a la Iglesia.
Jesús nos exhorta a través de sus Palabras que llenan de vida equipándonos con el poder de su Espíritu Santo, para lanzarnos a la gran comisión. El así nos lo dice: " Id y evangelizar el mundo con el poder del Espíritu Santo, Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo". Mt.28.19-20
Y es que la Efusión del Espíritu Santo NO es un Sacramento. Es sencillamente la actualización de los Sacramentos de la iniciación cristiana. Es la gracia que se nos da para "liberar". Es, en otras palabras, una experiencia a nivel personal, donde se nos da el encuentro con Jesús vivo, para recibir de Él, la capacidad en el uso de los dones y carismas dados por el Espíritu Santo a los creyentes, para la edificación de la Comunidad Cristiana, para el bien de los demás y para potenciar la evangelización.

Es bueno que tengamos presente, entonces, que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del Espíritu Santo; y que el Espíritu Santo es fruto de la Pascua, que estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además, siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la realidad que nos corresponde vivir.
Con motivo a esta celebración llenémonos de gozo y renovemos con su aliento nuestro espíritu para aumentar con Él nuestra fe y abrir cada día el camino que hemos emprendido como discípulos de Jesús. Les exhorto a que nos consagremos al Espíritu Santo y mediante este modelo de oración:
Espíritu Santo, divino Espíritu de luz y de amor, te consagro mi entendimiento, mi corazón, mi voluntad y todo mi ser, en el tiempo y en la eternidad. 
Que mi entendimiento este siempre sumiso a tus divinas inspiraciones y enseñanzas de la doctrina de la Iglesia católica que tu guías infaliblemente.

Que mi corazón se inflame siempre en amor de Dios y del prójimo.

Que mi voluntad este siempre conforme a tu divina voluntad.

Que toda mi vida sea fiel imitación de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él, contigo y el Padre sea dado todo honor y gloria por siempre.

Amen.

 
posted by Laureano García Muentes at 9:28 a.m. | Permalink |


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