jueves, junio 07, 2007
LA CONFIANZA EN DIOS
Unos de los libros predilectos y al que yo acudo con mucha frecuencia, es ese que condensa las Palabras y Exhortaciones del Padre Francisco María de la Cruz Jordán, fundador de la Sociedad del Divino Salvador o de la Familia Salvatoriana.

Francisco Jordán, nos dejo de una manera muy especial como herencia perdurable, su fuerte convicción de que solo en Dios hay que confiar para obtener ayuda y gracias. Hoy, esa amonestación nos ha iluminado para que muchos hayamos emprendido con mucha decisión grandes programas y proyectos que tienen como razón fundamental, la promoción y popularización del Evangelio; poniéndolo al alcance de todos los hombres para que sean muchos los que conozcan y vivan sus propias vicisitudes y renovaciones.

Con gran insistencia nos exhorta con estas palabras: “Quien confía en Dios no sucumbirá. No caerá, pues el Señor es toda fortaleza”, y nos pide a todos sus hijos espirituales: “Vivid en la convicción de que una confianza en el Señor, abate al enemigo infernal. Os pido que tengáis esto presente para toda vuestra vida, y así tendréis tal poder y tal fuerza, que ninguna potencia podrá resistiros”.

Como hijos de Dios y continuadores de su obra, nos forjamos en ser participes de la herencia del Reino y de ese conjunto de bienes que Dios nos promete junto a esa felicidad sin limites.
Junto a muchos, nos hemos propuesto en continuar la misión de apóstoles de Jesucristo, haciéndonos participes de la santidad que Dios nos ofrece y de trabajar con insistencia por aquellos que necesitan recuperar la confianza del Padre.

Al tener absoluta confianza en Dios, nos representa una entrega a Él sin reservas, abandonarnos así mismo y de todas esas cosas que son del mundo y nos atan, a esperar de Dios su bondad, su sabiduría y su misericordia.
Tener confianza en Dios es tener fe insensible, que no se flaquea ante las amenazas de tormentas, desasosiegos y frustraciones. Es creer que Dios es trinidad Santa.

“La confianza en Dios es la que da serenidad, felicidad y tranquilidad al hombre, porque el Señor crea en torno a los fieles un horizonte de paz que deja fuera el estrépito del mal”.
Juan Pablo II.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:10 a.m. | Permalink |


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