jueves, mayo 24, 2007
EL ESPÍRITU SANTO
En los próximos días celebraremos el Pentecostés, que significa la Venida del Espíritu Santo. Cincuenta días después de la Pascua los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe. Ellos los necesitaba Cristo para ser enviados por todo el mundo continuar la misión de salvación.

En esta fecha todos los cristianos retribuyamos a Dios por sus gracias, misericordias y favores recibidos, orando para que su Espíritu, nos continué transformando, iluminando y acompañando en este caminar hacia nuestra perfección.
Recordemos que Jesús durante su vida pública nos prometió su envío una vez estuviese Él sentado a la dista del Padre. Fue una manera de decirnos que estaría siempre presente entre nosotros como fuerza orientadora. San Pablo en su carta a los Gálatas 5:22 lo manifestó así: “Él será para todos la fuerza que une y construye basándose en el amor, la alegría, la paz, la misericordia, la fidelidad y el dominio de si”.

El Espíritu Santo es la fuente de agua viva que renueva y hace encontrar soluciones sencillas a situaciones complicadas, dándonos apoyo y consuelo.
Es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad junto al Padre y el Hijo, quien nos impulsa a crecer en la fe y nos asiste a todos los cristianos para que como testigos, instruidos y formados por Él, llevemos el Evangelio de Jesucristo por todo el mundo, utilizando los medios que nos inspire su amor.

Es también el motor interno de la Iglesia, guía la labor misionera, fomenta el crecimiento e inspira las decisiones y crea los ministerios.
San Pablo en la 1 Cor. 3.16 nos expresa esta relación diciéndonos: “La Iglesia es el templo del Espíritu Santo, no hay más que un cuerpo vivificado por un mismo espíritu, que enriquece a la Iglesia con la plenitud de sus dones”.

Por el Espíritu Santo el cristiano ha sido transformado y arrancado de las influencias de la ley y de los poderes del mundo haciéndolo participe de una vida y una conducta nueva dentro de la sociedad. Por ello, su testimonio es fruto de sus gracias que lo reconforta a que exprese al mundo sin ningún temor que Cristo es el camino, la verdad y la vida.

Cristo nos mandó el Espíritu Santo para ayudarnos a asimilar su doctrina y para darnos fuerzas a fin de que colaboremos en la propagación y popularización del Evangelio en todo el mundo.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:52 a.m. | Permalink |


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