domingo, junio 24, 2007
SER FUEGO DEL ESPÍRITU

Cuando se lucha incansablemente por superar toda dificultad y por dejar todo atrás para seguir adelante con una vida diferente, se razona y se percibe que el fuego del Espíritu del Señor va llenando de ilusión la vida. Se restituye todo y se van revelando cambios en las actitudes que invitan a otros a iniciar procesos de transformación.

Es allí, donde se fundamenta el buen sentido de ser testigos de la resurrección: Ver y sentir la atracción por Cristo, detenerse a escucharle, concebir que sus palabras estremecen y llevan a recapacitar sobre lo que se ha realizado torcido y volver a empezar impulsados por las fuerzas de los dones que el Espíritu Santo ofrece y que cimientan la vida nueva.

Que maravillosa experiencia se siente cuando se descubre que el Espíritu del Señor contagia, ilusiona y transforma. Cuanta ayuda nos presta para encender el fuego de la ilusión y de la esperanza que motiva y entusiasma el corazón.

El Papa Benedicto XVI en la homilía de viernes santo de este año, nos exhortó con estas palabras: “Convertirse a Cristo, hacerse cristiano quiere decir: recibir un corazón de carne, un corazón sensible a la pasión y al sufrimiento de los demás”.

Sentir la necesidad de buscar a Dios y caminar con Dios, es conversión. Seguir con el corazón las enseñanzas de Jesús, es aceptar con plena libertad que estamos siendo transformados y que somos el producto de su amor y por tanto, es sentir que toda nuestra vida depende de Él. Recordemos que Dios nos dio el privilegio de ser libres.

Reconciliarse entonces significa ser fuego transformado en ilusión, es convertirse en luz del Espíritu que deja de lado todo éxito personal y toda seguridad humana, es seguir con sencillez y confianza las huellas del Señor luchando incansablemente para que Jesús se convierta en el modelo de vida que inspira.

Ser fuego, es arder, es provocar y quien se siente inflamado contagia con su calor hasta quemar a los demás. El fuego atrae y convierte.

Cuando nos consolidamos en la Palabra percibimos que encontramos la verdad y la libertad, ellas da paz al corazón. Esa verdad es plena y es revelada en nosotros por el Espíritu Santo que ayuda a que vayamos renunciando a todo, nos asiste a que carguemos consigo nuestras cruces y ha que sirvamos de testigos ante el mundo con nuestro ejemplo de vida. Es el Espíritu Santo, quien nos inflama para que muchos sean los que encuentren el camino que conduce a Cristo Salvador.

En unas de sus tantas exhortaciones escritas en el libro que recopila las palabras y exhortaciones del Padre Francisco Jordán, nos enseña: “Procurad con todas las fuerzas alcanzar la perfección, y así podré yo estar tranquilo y no será necesario que os hable mucho”. “Habéis sido llamados para ser santos. Vuestra misión, vuestra obligación, el deber más sagrado de vuestro estado es aspirad a la santidad”.

VEN Y ACOMPAÑAME A ENCENDER FUEGO EN EL CORAZÓN DE LOS HOMBRES
 
posted by Laureano García Muentes at 4:06 a.m. | Permalink |


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