martes, junio 19, 2007
ESTA ES LA MISIÓN

Cuando estaban comiendo Jesús se apareció a los once discípulos reprendiéndolos por su falta de fe y su testarudez en no creer a los que lo habían visto resucitado y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará.”Lc.16.14-16.

Tener fe y dejar de ser obstinado en la vivencia del encuentro personal con Jesús resucitado, es vivir la conversión y llevar a la práctica el ser un anunciador leal que encarna en su espíritu el fiel testimonio de haber conocido el camino de la verdadera libertad y de ser un vocero ante el mundo de la Buena Nueva de la Salvación manifestada en Cristo.

Quien opta por el conocer y seguir a Jesús, se convierte en un signo de amor y vive con valor la experiencia de la apertura y de ser un instrumento de la bondad de Dios.
El amor de Dios es quien salva. Quien lo percibe, se siente perdonado y alcanza una actitud experimentada que lo guía al compromiso de ser un protagonista en la salvación de la persona humana.

Al acoger a Cristo, lo convertimos en el modelo que nos inspira, que conduce nuestros actos y acciones, el que nos fortalece, alimenta la fe y nos da confianza. Al constituirnos personas nuevas, todo nuestro esfuerzo se revierte y se cristianiza en esa incansable búsqueda de ser constructor de una sociedad trasformada y renovada, donde todos los hombres, sin distingo de raza, religión y condición social, convivan en el amor, la paz y la fraternidad.

La misión nuestra se constituye pues, en dar la vida por Jesucristo para así anunciar su evangelio.

El Papa Juan Pablo II en unas de sus exhortaciones nos decía insistentemente: “hace falta tener un fuerte encuentro con Jesucristo, junto a Él, busquemos a todos los bautizados que no participan de las comunidades eclesiales, ni de los movimientos, asociaciones y que se declaran católicos, pero que ven distante a su Iglesia. Debemos hacerles sentir el calor de nuestra Iglesia que los acoge. Debemos hacerlos discípulos y misioneros”.

Y el Padre Francisco Jordán nos lo inmortaliza a todos los Salvatorianos con estas palabras: “Empeñaos en alcanzar la gran meta a la cual ardientemente aspiramos. Sí, el Reino de Dios ha de llevarnos a abandonar todo, para anunciarlo de hecho, de palabra y de testimonio de la vida” CIP.23, 54

Jesucristo nos envía a proclamarlo teniendo absoluta confianza en Él, dándolo a conocer en todos los pueblos con nuestro propio testimonio de Resurrección.
 
posted by Laureano García Muentes at 3:59 a.m. | Permalink |


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