jueves, junio 28, 2007
EL DIARIO ALIMENTO

Al dar inicio a ésta reflexión le pido a Dios “Danos hoy el pan de cada día”, plegaria que hace parte del Padre Nuestro. Oración que instituyo y enseñó Jesús a los discípulos para que de una manera humilde y sincera, nos acercáramos a Él, Señor de todo lo creado.

Para nosotros, sus hijos, cualquier día ha de ser una oportunidad de pedirle y darle gracia por tantas cosas hermosas que nos regala.
Al leer Jn.6.35. Jesús nos dice: “Yo soy el pan de vida, el pan vivo bajado del cielo, quien vine a mi nunca tendrá hambre, el que cree en mi nunca tendrá sed”.
Esas hermosas palabras de Jesús junto a la plegaria “Danos hoy el pan de cada día”, nos invitan a mirar las cosas de otra manera, a dejarnos guiar por sus palabras y a que no actuemos como los apóstoles y seguidores de Él en su época, que poco entendieron y se percataron de ellas.

Al invocarlas hoy, reconozco que Cristo es el Señor y que tú y yo seguidores de sus enseñanzas, busquemos las formas de entrar en intimidad con Él. A que trabajemos juntos y unidos en todo el mundo bajo un mismo ideal: Encontrar personas dispuestas a querer renovar sus vidas y con la disposición libre y voluntaria a querer aceptarle.
A que como cristianos comprometidos, no descansemos un solo instante en pregonar su palabra que es vida y que sea más fehaciente el testimonio de la resurrección; para que así, con esas vivencias y esas esperanzas, nos unamos en un trabajo pastoral donde el objetivo sea común: Encontrar la transformación de la Iglesia y la Sociedad para que el reino de Dios impere entre nosotros hasta que Él vuelva.

Cristo a través de su mensaje nos enseña que lo espiritual es lo eterno y que todas las cosas provienen de Dios y son de Dios. Él se nos ofrece como alimento diario y nos invita a que lo busquemos muy frecuente para fortalecernos en el espíritu.

Él, nos muestra su gran sabiduría y nos da ha entender que como Hijo de Dios, tiene aún la misión de la salvación, y que nosotros, somos los instrumentos que ha enviado para sacar de la esclavitud del pecado a muchos hombres. Asimismo, nos invita a que vivamos pregonando en nuestro medio, la vivencia de los valores del Reino con el afán de desterrar del mundo el odio, el rencor, la envidia, el afán del poder y del dinero y el egoísmo, que provocan la desunión y la falta de solidaridad.

PADRE NUESTRO, SANTIFICADO SEA TÚ NOMBRE, REGALANOS EL PAN DE VIDA PARA SER ANUNCIADORES DE LA VERDAD.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:23 a.m. | Permalink |


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