viernes, mayo 24, 2013
VENID A MI TODOS LOS QUE ESTAN AFANADOS Y AGOBIADOS QUE YO LOS HARE DESCANSAR

Deseo que hoy compartamos la siguiente anécdota que hace referencia al Evangelio de San Mateo 11:28; tomándola en nuestras manos, la  hagamos personal y pidiéndole al Espíritu Santo su Luz, le digamos que penetre en lo más profundo de nuestros corazones para que con su ayuda, podamos atrevernos a decirle a nuestro Padre Dios. ¡Aquí estoy Señor, quiero desde hoy hacer tu voluntad!:
 
Un hombre iba por un camino con un pesado costal de papas sobre sus espaldas. Caminaba lenta y sufridamente, pero no soltaba su carga. Dios, que lo veía, le pregunto: = ¿Hacia dónde vas con ese costal de papas?=. El hombre miro hacia el cielo y le respondió insolentemente: = ¿Por qué me preguntas si tú lo sabes todo?=. Con una sonrisa benevolente, le dijo Dios: =Porque quiero que tú me lo digas=...

En otro lugar, alejado de allí, otro hombre iba por otro camino cargando una pesada carretilla llena de ladrillos. Dios, que lo veía le pregunto: = ¿Hacia dónde vas con esa carretilla?=. El hombre miro hacia arriba y respondió: =Voy al pueblo=. Dios le dijo: = ¿Quieres que te ayude con esa carga?=.
El hombre le contesto: =Puedo solo=...



En otro lugar al otro lado del mundo, un hombre iba por un camino arrastrando un montón de leña atado con una cuerda. Dios, que lo veía, le dijo: = ¿Hacia dónde vas con esa leña?=. El hombre respondió: =La llevo a mi casa al otro lado de ese cerro=. = ¿Es lejos-le dijo Dios - quieres que te ayude?=. El hombre, accedió y Dios bajo del cielo, tomo la cuerda y cargo la leña a sus espaldas. Poco habían caminado, cuando el hombre le quito la leña a Dios y la volvió a cargar el mismo. Dios siguió caminando a su lado de todas maneras y un kilometro más adelante, el hombre le volvió a entregar la leña para que El la cargara. Pero, más adelante, el hombre se la volvió a quitar al Señor y la cargo nuevamente y así siguió a lo largo del camino...

En otro lugar, muy lejos de allí, otro hombre iba por un camino llevando un pesado costal de arena. Dios, que lo veía, le dijo: = ¿Hacia dónde vas con ese costal de arena?=. El hombre respondió: =Tengo que llevárselo a mi patrón, que vive a 10 Km. de aquí=. Le dijo Dios: = ¿Quieres que te ayude?=. El hombre sonrió y le dijo: =// Oh sí Señor, yo ya no puedo con esta carga //= y se la entrego. Siguieron caminando y el hombre le iba contando a Dios alegremente de su vida, de su familia y de su trabajo. Le hacía preguntas, le pedía opiniones, en fin, el hombre y Dios, conversando y conversando, llegaron a destino. El hombre ya no se había acordado más de su carga. El Señor mismo cumplió la encomienda de entregársela al patrón de aquel hombre. El hombre agradeció mucho la ayuda y el Señor le dijo que siempre que lo necesitara estaría allí para ayudarlo, solo tendría que decírselo y El lo escucharía. Así, el hombre se fue muy contento a su casa y le conto a su mujer de la maravillosa experiencia que había tenido y de lo bien que se sentía porque no se había cansado nada ese día, ya que Dios había sido quien había cargado ese pesado saco de arena por el...

 ¿Con cuál de estos cuatro hombres nos sentimos identificados? ¿Eres como el primero que cuando tienes problemas y cargas, no tomas en cuenta a Dios o no quieres tomarte la molestia de contárselo?... ¿O  eres como el segundo hombre, orgulloso y soberbio, que no acepta la ayuda de nadie?. (A veces Dios quiere mandar la ayuda a través de alguno de sus hijos, pero por nuestro orgullo, no queremos decir nada a nadie ). ¿O eres como el tercer hombre, que entrega su carga a Dios, pero en realidad su fe no es tan grande como para olvidarse de ella y decide volverla a cargar el mismo una y otra vez? O  eres como el cuarto hombre que humildemente y con alegría acepta la ayuda de Dios y se olvida de su carga hasta el final del camino, porque confía en que El puede con esa carga, al punto de que el ya no tiene que preocuparse más por ella?


Mucha gente que esta en problemas y se dice creyente, no sabe descansar en Dios. Le piden a Dios, se lamentan con Dios, le lloran a Dios, pero no le sueltan su carga. Piensan que ellos son los que deben seguir soportando su peso.  Por que cuando tenemos problemas y nos decimos creyentes, seguimos cargando con ellos?  Porque a veces le decimos: = ¿Señor, te entrego mis cargas=, pero igual seguimos cargándolas nosotros?.
 Debemos seguir el ejemplo del cuarto hombre, dejar que Dios nos ayude con toda nuestra carga y descansar en El, esto quiere decir que simplemente ya no nos vamos a acordar de ella, que ya no vamos a sentir su peso, //porque ese peso lo esta llevando el Señor//. Muchas veces cuando un hermano se encuentra en dificultades, le decimos que este tranquilo, que deje todo en manos del Señor, que El le dará paz en medio de la tormenta, lo decimos muy fácilmente, pero, cuando las dificultades las tenemos nosotros mismos, nos retorcemos las manos, nos llenamos de ansiedad, nos desesperamos, en fin, //no practicamos lo que predicamos//. Necesitamos cambiar esa actitud, necesitamos ser cristianos convencidos de que Dios cumple Sus promesas.
 
Echemos sobre el Señor nuestras cargas y veremos con nuestros ojos que El nos defenderá; nunca dejara a un lado al caído  ni al justo. Salmos 55:22.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:11 a.m. | Permalink |


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