miércoles, abril 17, 2013
VIVAMOS CON COHERENCIA Y DESTRUYAMOS EL TEMOR QUE GUARDAMOS EN NOSOTROS

El llamado que constantemente nos hace Jesús en sus Evangelios es a vivir una vida coherente y ejemplar a fin de que, quienes comparten junto a nosotros, vean y sientan que somos verdaderos testigos de la esperanza cristiana y de su amor.
 
 
Y coherencia es conexión, relación o unión entre la fe y la vida. Entre lo que creemos y la manera como vivimos lo cotidiano. Si ello lo logramos, alcanzaremos la santidad a la que nos llama Dios.
Cuando sostenemos con nuestras obras lo que creemos y afirmamos estamos siendo coherentes.
Y es que la coherencia la acogemos y llevamos en el corazón, manifestándola siempre en la vida diaria y en el lugar donde nos encontremos; no solo cuando todo nos sale bien sino también cuando estamos sometidos a las pruebas de las dificultades y la tribulación.
Dios nos llama a ser santos experimentando las múltiples dificultades, ante la fragilidad, la débil humana y la voluntad inclinada a hacer el mal, ante los hábitos y vicios.
San Pablo en una de sus cartas reconoce a si mismo esas debilidades humanas a las que estamos enfrentados, cuando dice: “al pecado que habita en mi”. Y es una razón verdadera. El pecado y su huella nos llevan a experimentar y a sufrir, tratando de separarnos de lo fundamental que es vivir la coherencia de la fe y una vida ejemplar.
Cuantas veces encontramos dificultad por optar llevar una vida cristiana acorde a los signos actuales de la cultura en que vivimos. Ese reto ambiental es una fortaleza para quienes de verdad queremos mostrar a Cristo vivo en todas partes. Con madurez tenemos que revitalizarnos en la fe.
Muchas son las dificultades que tenemos que afrontar para vivir la fe con coherencia y ello no significa que tenemos que abrumarnos y desalentarnos. Tenemos que levantar nuestras cabezas y seguir el camino, viviendo con humildad y sencillez esta verdad; y a partir de allí, buscar reducir lo que nos distancia la mente y el corazón, nutriendo la fe con palabras y obras. Y así, con todas las fuerzas que nos vienen del Señor y el apoyo de los que están en nuestro entorno, vayámonos acercando cada vez más al horizonte de la plena coherencia que descubrimos en el Salvador.
Recordemos: Estamos llamados a ser Apóstol de Cristo en todo medio y lugar, desde mi propio estado de vida y con la gran misión de anunciar el Evangelio y la reconciliación que El nos ha traído.
 
SEÑOR, DANOS TUS FUERZAS Y GRACIAS PARA VIVIR CADA DIA CON COHERENCIA NUESTRA VIDA Y SER VERDADEROS ANUNCIADORES DE TU PALABRA.
 
posted by Laureano García Muentes at 7:56 a.m. | Permalink |


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