![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGJn9RJV_eaErsbYuny2Z2jguO0A83l43-b13Ixs0_W2gkNadR1ewW6__TCYkfbnF8bkU8XiBYiEOY0dDbR6yhdTCxL0nKoXz9CvXtthZlNJqjPtT3A1PSgdyDGS9IVcEXBi2P5w/s320/papa_francisco_0%5B1%5D.jpg)
Todas las mañanas, cuando llevo a mi hermana a la
escuela, rezamos un Padrenuestro y luego un Ave María. No conozco muchas más
oraciones, y de hecho, son esas las que más nos gustan, por su sencillez y su
universalidad. Las puede rezar cualquiera.
Por eso, hoy que estaba en mi casa, viendo al nuevo Papa, sentí algo muy extraño cuando escogió rezar exactamente lo que yo, y millones de católicos rezamos a diario. Sentí algo muy extraño cuando me di cuenta que el nuevo Papa me estaba haciendo orar, no sólo gritar o vitorear su nombre. Sentí algo muy extraño cuando me pidió que yo, lo bendijera y pidiera por él, al igual que mis demás hermanos, antes incluso de darme la bendición. Sentí algo muy extraño al verlo salir sin tantos adornos, sencillo, con gestos no de celebridad, sino de siervo. Con una sonrisa que esconde tantos años de trabajo.
Y vaya, que hoy, sentí que a mis 62 años, cuanto me hace falta trabajar.
Bienvenido Francisco, a una Iglesia que está en
crisis, pero que lo ha estado
desde el primer día que fue instituida y que lo
estará hasta el día que se termine el mundo. Bienvenido a un mundo que te
atacará, lleno de gente que no piensa como tú, y gente que odia lo que tu
crees. Bienvenido a un pueblo que te juzgará, inclusive dentro de tu misma
casa. Bienvenido al trabajo.
Hoy Francisco, quiero trabajar contigo. Quiero
seguir tu ejemplo, quiero quitarme mis adornos y salir por el balcón a servir a
la gente. Quiero lanzarle una sonrisa al mundo. A los que esperan mucho de mí,
poco, o nada, quiero servirlos a todos. A los que no opinan como yo, quiero
servirlos. A los que he lastimado o lastimaré, quiero servirlos. Quiero
trabajar contigo desde mi hogar, en las cosas que puedo hacer desde hoy. No
quiero imponer mi opinión religiosa, quiero compartir la verdad: que todos
somos hermanos. Que el amor, nos ama. Que ese amor es un Padre.
Hoy Francisco, quiero ser el último en la fila.
Quiero ser el del último lugar del estacionamiento, y el último en servirse de
comer. Quiero poder superar mis miedos y vencer mis malos hábitos, pero además
quiero pasar desapercibido. Quiero que la gente se de cuenta que mi Iglesia no
está para conquistar al mundo, sino para servirle. Quiero que Evangelizar a
todos los pueblos, se traduzca en caridad para todas las naciones.
Y sé que tú trabajarás conmigo. Sé que no estoy
sólo porque el representante de mi Iglesia se despertará todos los días muy
temprano para trabajar. Sé que orarás y contemplaras, y al mismo tiempo
actuarás. Sé que te haces de cocinar todos los días. Sé que viajabas en metro
en tu país. Sé que naciste de padres humildes. Y se que no flaquearás. Sé que
te atacaran, igual que todos los días nos ataca nuestra pena cuando decimos
ante un público tan tímidamente: ‘somos católicos’.
Hoy salgo de ese balcón y le grito al mundo que soy
católico, no porque quiera presumirlo, y tampoco porque quiera demostrar un
punto. Lo hago porque el mundo necesita que me deje de dar pena decir que voy a
servirlo. Me acordaré que soy católico la próxima vez que me dé flojera hacer
mi trabajo. La próxima vez que quiera mentirle a un cliente. La próxima vez que
quiera copiar en un examen. Me acordaré también cuando en una fiesta ofrezcan
droga, esa que a tantas familias destruye. Me acordaré el día que me asalten, o
me secuestren y tenga que perdonar a los que me ofenden. Me acordaré el día que
me insulten o critiquen y tenga que preocuparme por ellos. Me acordaré que soy
católico el día que ya no quiera ver a mi familia, o el día que prefiera
divertirme en lugar de ir a un evento de mi hermana. Me acordaré que existes tú
Francisco, como tantos antes de ti, que también tuvieron que luchar contra sí
mismos. Que también tuvieron que aguantar tanto. Que también tuvieron que
trabajar tanto.
Hoy salgo de ese clóset en el que vivo cada que me da pena compartir un estado de facebook donde se mencione a Dios. Hoy salgo de esa ignorancia tan palpable en mi vida donde no conozco nada de mi religión. Hoy me doy cuenta que no soy católico porque sea el mejor. Hoy me acuerdo que Jesús vino a sentarse con prostitutas e hipócritas y por eso mismo está sentado en mi vida.
Hoy Francisco, te agradezco por aceptar el papado,
te agradezco que te rieras. Te agradezco que salieras tan humilde, que te
inclinaras para ser bendecido por tus fieles. Te agradezco que recordaras al
Papa pasado. Te agradezco que hables mi idioma, y que te guste el fútbol. Te
agradezco que hoy, me hayas puesto a rezar un Padrenuestro y un Ave María.
Porque así de sencillo, hoy me has abierto los ojos.
Francisco,
a partir de hoy, yo trabajaré contigo.