Al entregamos sin reservas a la acción de Dios y al abandonarnos
en sus manos para hacer su voluntad, estamos demostrándole a Dios de que le
amamos y que somos capaces de amar a otros sin condiciones.
Tener confianza en Dios es más que un acto de fe, es una fe inalterable.
Tan interminable es que se va volviendo tan firme, que ni las mayores tormentas
y huracanes que vivamos, la hacen tambalear.
En el medio de hoy somos muchos los que dudamos de ella porque nos
desesperan y hasta nos impacientan las ocasiones en que pareciera que Dios nos
diera la espalda y hasta pensamos que se olvida de nosotros. Vamos concibiendo
muchas veces en nuestro ser un concepto muy errado al ponernos a pensar que
Dios le diera la mayor victoria al mal; y hasta creemos que se hace el sordo y
el mudo para dar respuesta rápida a nuestros llamados que muchas veces le
hacemos cuando las dificultades están en su altura más alta y donde las aguas
del mar embravecido que vivimos, esta llegando a nuestro cuello.
Una entrega sin reservas, pareciera significar para muchos una
locura; y es por que cuando optamos por ello nos desligamos de muchas cosas del
mundo, esas que nos distraen y que nos provocan sensaciones ocasionales, que
nos arrastran al pecado y nos separa de la presencia de Dios.
Por ello es que hoy les quiero invitar a que detengamos un
instante nuestras vidas y al sentarnos a meditar con la ayuda del Espíritu
Santo, hagamos un acto de entrega perfecta a Dios, valiéndonos de todos los
dones y talentos que El nos regalo y contando con todos los medios que la
prudencia nos muestre, le manifestemos a Dios que en El confiamos y que nuestra
vida sigue sus deseos de amor, paz y fidelidad.
¿Cómo podremos temer a la confianza en Dios, si bien sabemos que
El es nuestro Padre y que nos ama infinitamente? El es infinitamente más grande
que cualquier cosa a la que podríamos temer.
Bien sabemos que si nos suceden cosas inesperadas y que se
convierten en malas, es porque nosotros muchas veces hemos tomado caminos
equivocados y de hecho malas decisiones. Y como ellas nos ocupan todo el
tiempo, solo nos preocupamos por sacarlas adelante y nos olvidamos que tenemos un Padre
dispuesto siempre en ayudar.
Miren, el amor de Dios es tan perfecto que vive constantemente
preocupado por cada uno de nosotros y desea que confiemos en la plenitud de su
amor. El solo nos demuestra a su tiempo que el temor sea de la magnitud que
sea, se disuelve y se convierte en impotente.
Hoy Jesús se vuelve a nosotros y en cada oído nos dice: “Contrólate,
Ten confianza, Soy Yo, no tengas miedo. Yo estaré junto a ti, soy tu guía, soy
tu mejor amigo”
SEÑOR,
ESTAMOS SEGUROS DE QUE TU ESTAS JUNTO A NOSOTROS Y QUE TE PREOCUPAS POR NUESTRA
FELICIDAD. AUXÍLIANOS Y LLÉNANOS CADA VEZ MAS DE TU AMOR.