martes, marzo 04, 2008
RECONOZCAMOS ANTE DIOS LAS FALTAS CON HUMILDAD

En este tiempo de gracia y reconciliación se nos pide a todos los hombres el esfuerzo por vivir virtudes como la humildad, la docilidad y la sencillez, para así, fortalecernos y dejar a un lado esas ansias de distinguirse y de llamar la atención por ser importantes entre los que viven y comparten con nosotros la vida, dizque, porque queremos que crean y sientan que somos todopoderosos.

Estas virtudes nos abren el corazón hacia Jesús y nos ayudan a reafirmar el compromiso de ser sus seguidores mediante el reconocimiento de nuestras faltas en pos de una sincera conversión y para que, con un corazón humilde, podamos pedirle la guía de nuestras vidas.
Ese esfuerzo nos permite ratificar nuestra fe y las gracias que nos regala Dios para hacer de nosotros personas nuevas que aumentan el amor por el servir, para llevarles la caridad y la misericordia a los pobres y necesitados, siendo sencillos y amorosos igual que Él, mediante el ofrecimiento sincero de nuestras vidas por la obra de la salvación.

Al vivir de verdad la cuaresma como un tiempo de gracia, de arrepentimiento, reconciliación, paz y esperanzas, purificamos nuestra alma haciéndola digna ante la presencia de Dios, así también, para apartar de una vez por todas de nuestro entorno la soberbia, el orgullo y la vanidad olvidando odios, rencores y egoísmos forjándonos por ser frágiles ante las necesidades de los demás.

Es necesario pues, no dejarnos llevar por las apariencias engañosas del mundo combatiéndolas a través de la Palabra de Dios, siendo perseverantes y firmes en la fe cueste lo que cueste.
Para ello, se hace necesario pedirle ayuda a Dios mediante la oración ya que solos no podemos, requiriéndole las fuerzas necesarias para renunciar definitivamente al pecado, negándonos a nosotros mismos, tomando la cruz de Jesús y convirtiéndonos en sus fieles seguidores que dan testimonio de la resurrección.

Pidámosle al Señor que nos deje ir junto a Él este Viernes Santo, cargando nuestras cruces y muriendo a todas aquellas cosas que nos hacen perder la vida y con el gozo de que Él vive, resucitemos a la alegría y a la paz.


PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN EL CIELO PERDONAS TODAS NUESTRAS OFENSAS Y HAS QUE SEAMOS DIGNOS DE TU PRESENCIA
 
posted by Laureano García Muentes at 3:32 a.m. | Permalink |


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