martes, marzo 25, 2008
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS DA FUERZA PARA CREER EN LA VIDA

Meditaba el Viernes Santo un poco sobre la honestidad de los hombres frente al compromiso que optan para constituirse en cristianos fieles seguidores del Resucitado y que quieren personalizar sus enseñanzas siendo signos de salvación en el mundo. Y analizaba como esta virtud tiñe la vida de apertura, confianza y sinceridad, y expresa la disposición de vivir en la luz.

Muchos de nosotros que hemos iniciado esta experiencia, al quedarnos estáticos al revivir el fallecimiento de Jesús en la cruz, sentimos al igual que sus discípulos cercanos, como las esperanzas se desvanecen, se van llenando nuestras cabezas de desasosiego y frustraciones creyendo aún, que la muerte nos arrebata los caminos de liberación.

Se nos pasa desapercibida y como olvidada lo que Jesús a largo de su vida nos anunciaba con insistencia, el triunfo de Él sobre la muerte y que al tercer día resucitaría de entre los muertos.

Pero creo que son muchos los hoy están pensando así y que nuestra restauración solo ha de estar fundada en las cosas materiales queriéndonos liberar solo de nuestras desesperanzas y esclavitudes de forma momentánea y constituir a Cristo como símbolo de nuestro patrocinio y deseos.

Nos llenamos de miedo y estupor al revivir su dolor al verlo llevar por las calles su cruz para ser clavado y colgado del madero, porque es allí, donde se ven frustradas nuestras esperanzas. Corremos desesperados a lugares sin plenitud o rumbo, nos escondemos en inseguridades y hasta pensamos que podemos exponer de igual forma nuestras vidas.

Los cristianos que seguimos a Jesucristo, vencemos los temores y vivimos con Él en medio de alegrías y tristezas, triunfos y frustraciones, porque a su lado, a la sombra de la cruz, vemos nacer y crecer nuestras esperanzas, fraternizamos su amor en el mundo, le amamos y somos fieles estando con Él hasta el fin.
Ser cristiano es vivir de Cristo, vivir como Cristo, vivir en Cristo, vivir para Cristo.

No es posible que actuemos como los discípulos que caminaban llenos de temor y horror hacia Emaús, dispersos y corriendo presurosos hacia esas cosas que habían abandonado. ¡No! Recordemos que Jesús sin que nos demos cuenta, está en medio de nosotros como queriendo disimular su identidad, nos da fuerza para creer en la vida, nos alienta a dejar a un lado nuestros temores y nuestra falta de fidelidad exhortándonos a seguir caminando junto a Él siempre hacia adelante.

SEÑOR TU ERES EL CAMINO VERDADERO Y LA LUZ DEL MUNDO ENSEÑANOS A SER FIELES A TUS ENSEÑANZAS.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:42 a.m. | Permalink |


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