El mundo celebra por estos días la Semana Santa; días dedicados para conmemorar los acontecimientos de la Pasión y muerte de Jesús y como la ocasión que tenemos para realizar una profunda revisión de nuestro compromiso como creyentes, así también, para vivir la renovación de nuestras vidas, entendiendo el significado del mensaje que nos dio Cristo a fin, de buscar, encontrar y dar la orientación a nuestras actitudes frente a un mundo que vive hoy afanoso de testimonio.

Es un tiempo de reparación y transformación buscando en lo más profundo de nuestro ser, esas cosas que se han guardado y adherido al corazón y que no nos dejan avanzar, ni realizar o proyectar la vida, de acuerdo a la propuesta que Jesús asumió de manera generosa y desinteresada para que el hombre se haga libre y viva la esperanza.

¿Cuantos hombres viven aún en la negativa de aceptar el amor predicado por Jesús así como también para dedicar momentos de su diario vivir a fin de realizar discernimientos y rectificaciones de sus actitudes y sin condiciones, con mucha seriedad, ofrendar su vida al mejoramiento del ser y a la realización de proyectos de vida que sean semillas apoyadas en Dios, y para esta época por ejemplo, deciden gozar del descanso para pasear, beber y divertirse?

Estos días son especiales, llenos de gracia y oportunos para hacerla a ejemplo de Jesús. No podemos quedarnos en el pasado viviendo de los lamentos, tenemos que actuar con decisión y sin temor, confiando que Dios está con nosotros; y con prontitud salgamos ha atender al llamado que en la puerta de nuestros corazones el Señor nos hace; y con Él y junto a Él, encontrar el camino correcto que nos conduzca a la transformación de nuestras vidas.

Aprovechemos estos días para hacer un pequeño desierto y con la ayuda de la Palabra podamos sacar de nuestras vidas esas cosas ocultas que tanto daño nos hacen.

SEÑOR, RENUEVANOS Y HAZ DE NOSOTROS
UN LUGAR PARA TI.