"Bendito sea el Señor porque ha visitado a su pueblo"...Int Lc 1,69-75.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Sábado 1 de Febrero del 2025
En el Evangelio de hoy tomado de Mc 4, 35-41, Jesús para experimentar en los discípulos la firmeza de su fe, los deja caer en el peligro de la prueba.Así lo dice el texto del Evangelio: "Aquel día, al atardecer, Jesús le dice a sus discípulos: "Pasemos a la otra orilla". Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; e iban otras barcas con él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?" Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla, enmudece!" El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: "¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?" Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: "Pues ¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?" Mc 4, 35-41.
Aunque los discípulos habían presenciado de Jesús varios de sus milagros no pensaron que su poder era impresionante y fuerte pues revelaba su identidad como Hijo de Dios. Ellos aún desconocían mucho de Él.
Hermanos, en la vida muchas son las veces que creemos que nos ahogamos y nos llenamos de temores; pero no vemos que Jesús se encuentra allí entre nosotros y permanece tranquilo y sereno. Él nos pregunta hoy: ¿Somos capaces de enfrentar los desafíos en medio de las tempestades que se nos presentan?, ¿Nos dejamos vencer por el miedo? ¿Mantenemos la fe y la confianza en Jesús?
Reflexionemos sobre cuales serian nuestras respuestas y apoyémonos en los brazos bondadosos de Jesús para enfrentar con su fuerza arrolladora todos los desafíos con la misma serenidad y esperanza que nos muestra, pues así, junto a Él podremos ver como llegamos a la otra orilla con calma y decisión para hacerle frente a nuestras propias tormentas.
Jesús atraviesa los siglos y llega hasta ti y hasta mí para que despertemos de una vez y comencemos esta travesía hacia la otra orilla, confiados en su promesa, la promesa de una patria mejor, la futura, la del cielo. ¿En qué tenemos puesta la fe? ¿Dónde se apoya y cimienta nuestra vida? ¿Qué cosas nos impiden creer y abandonarnos en Dios? Cuando la cobardía nos esclaviza y nos impide vivir en la voluntad de Dios, ¿a quién o a qué acudimos para salir de esa situación?
Señor, tanto si me respondes como si no, quiero seguir invocándote, invocándote sin cesar, bajo las bóvedas de la asidua oración. Tanto si vienes como si no vienes, quiero seguir confiando en Ti: sabiendo que entras en mi interior a poco que abra el corazón a ti y al hermano.