miércoles, septiembre 04, 2024

"Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad"...Salmo 33

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Miércoles 4 de Septiembre del 2024

En el Evangelio de hoy tomado de Lc 4, 38-44 podemos apreciar que Jesús se había dedicado a curar enfermos y personas poseídas por los espíritus malignos y lo hace conmovido por el dolor y la desesperación que muchos de ellos expresaban.

Así lo describe el texto del Evangelio: "Al salir de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y Él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. De muchos salían demonios, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero Él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías”*. Lc 4, 38-41.

La curación de los enfermos es uno de los signos que más se refleja en el ministerio de Jesús. La sanación es un signo de salvación y en ella está impresa la señal de Dios que quiere restaurar o restablecer la dignidad de las personas; y esa restauración debe estar acompañada al servicio de los demás. La curación de la suegra de Simón - Pedro nos lo pone en evidencia. 

Miren: Jesús no se hacía ilusiones. Él sabía muy bien porque la gente lo buscaba y querían retenerlo para que no se fuera a otras partes. Él lo que quería era humanizar y liberar a quienes se encontraban distanciados y despreciados de la sociedad para que tuviesen una vida digna y fueran partícipes de la Buena Noticia del Reino de Dios. 

Jesús no es exclusivo de ningún grupo y todos tenemos el derecho de recibirlo, Él es más que un ídolo y no debemos buscarlo esperando milagros. A Él hay que dejarlo actuar en nuestras vidas, pero... debemos mostrarle amor y acciones principalmente hacia nuestros hermanos más necesitados. 

Señor, no nos cansaremos de repetirlo y hoy te damos gracias por sostenernos en esta ilusión de seguirte y serte fiel: Te pedimos un corazón semejante al tuyo, que sepa estimar las cosas con tu percepción, que sepa apreciar las situaciones con tu espíritu, mirar a las personas con tu perspectiva. Danos un corazón que antes se canse de vivir para sí mismo, que se entregue a los demás. Danos un corazón sencillo, que no entienda de egoísmos y de tiempos,  y de eso, como «yo quisiera que», «me gustaría más», «preferiría mejor»… Danos Señor, un corazón cuya única ilusión sea amar, sea dar, entregarse y dar testimonio verdadero de tu Amor. 

 
posted by Laureano García Muentes at 5:23 a.m. | Permalink |


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