viernes, agosto 02, 2024

"Que me escuche tu gran bondad, Señor"...Salmo 69.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Viernes 2 de Agosto del 2024

INTRODUCCION:

Jesús se traslada a su pueblo y comienza a enseñar en la sinagoga, centro de la vida israelita, como si quisiera iniciar una nueva etapa de su camino mesiánico. Sus paisanos muestran desde el principio una serie de actitudes que van desde la admiración hasta el escepticismo con respecto a su persona. Las cinco preguntas con las que se cuestionan presuponen ya las respuestas. Se remiten entonces a su procedencia, presumiendo conocer a sus familiares. No se están preguntando realmente por su identidad y no quieren ir más allá para descubrir quién es él. La sabiduría de Jesús y sus milagros podrían ofrecer una buena razón para seguir indagando, pero esto no tiene lugar. El comportamiento de la gente de Nazaret respecto a Jesús se basa en su incredulidad. Es verdad que esta falta de fe no puede impedir la actividad del Maestro, pero sí limitarla, de modo que él no pudo realizar allí muchos milagros.

En el Evangelio de hoy tomado de Mt 13, 54-58, vemos que Jesús regresó a su tierra Nazaret y un día sábado se puso a enseñar en la sinagoga. Sus enseñanzas eran sorprendentes pues iban acompañadas de autoridad. 

Esa admiración causó escándalo en muchos de los asistentes pues no concebían como uno de los suyos podía ser distinto a ellos.

El texto del Evangelio, así nos lo narra: "La gente decía admirada: "¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?" Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: "Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta". Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe". Mt 13, 54-58.

La actitud de desconfianza de los paisanos hacia Jesús radicaba principalmente en que ellos estaban con sus ojos cerrados a las evidencias que Él realizaba ante la gente. Por tanto de manera abrupta se decían entre si: "¿No es éste el hijo del carpintero?"

Los coterráneos de Jesús  estaba llenos de prejuicios y no podían ver la obra de Dios y por tanto, no se dejan sorprender por Él y caen en un encierro donde lo único que vale es lo que dicen. 

Este Evangelio nos enseña y desafía a que nos mantengamos animados confiando plenamente en la voluntad del Señor a pesar de las circunstancias donde hemos quedado defraudados o lastimados. El Señor nos puede dar miles de señales pero, si seguimos endureciendo el corazón,  nunca podremos ver ni hacer milagros en el corazón de nadie. Pidámosle al Espíritu Santo que nos ayude a aumentar nuestra fe.

Padre de amor y bondad, que tu Santo Espíritu nos capacite día a día para dejarnos sorprender por las maravillas de Jesús, que nuestra fe aumente sin cuestionar, sin preguntar, sino con la certeza que Jesús está vivo y todos los días, segundo a segundo nos sorprende con abundantes bendiciones.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:36 a.m. | Permalink |


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