domingo, julio 28, 2024

"Abre tú las manos, Señor, y nos sacias de favores"...Salmo 145.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 28 de Julio del 2024

INTRODUCCION:

Jesús bendice el pan de cebada, el pan de los pobres, el que en el discurso del Pan de Vida significa el pan de vida eterna. Pero para que ese pan tenga el valor eterno debe satisfacer las cuatro necesidades fundamentales del hombre: comida, bebida, salud y formación; y así, podrá el hombre experimentar qué es la libertad y la justicia. Miren, Todo lo tenemos asegurado en la vida. La sociedad del bienestar ha logrado que la vida transcurra sin los sobresaltos más importantes que han inquietado a las generaciones precedentes: qué voy a comer mañana; dónde me voy a educar; quién me va a curar de mis enfermedades; dónde voy a vivir; cuál es mi familia y mi sociedad que me va a procurar los bienes que hemos mencionado. Todo lo tenemos previsto: desde el nacimiento hasta la muerte. Felipe el discípulo, le dice a Jesús que con el dinero que tienen no hay bastante para comprar pan para todos. Y Jesús se encarga de que lo haya. Debemos dejar una puerta de nuestra vida abierta a Dios, al amor de los demás. Tendremos sorpresas agradables si en vez de agarrarnos a nuestras seguridades, dejamos volar nuestra alma por parajes más abiertos; ciertamente más inseguros, pero más inclinado a la belleza y a experiencias humanas de amor y libertad. Y no debemos cerrar las ventanas que tienen a Dios como horizonte. Él da un felicidad que «ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman» (1Cor 2,9).

En el Evangelio de hoy tomado de Jn 6, 1-15, Jesús al llegar a la otra orilla del lago de Tiberíades (Galilea), nota que mucha gente le había seguido porque habían visto los signos que realizaba y advierte sobre el hambre que debían tener y le plantea a sus discípulos como alimentarlos. 

Dice el texto del Evangelio que "Se retiró a un monte y allí se sentó con sus discípulos. Levantó la vista y viendo el gentío le dice a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?” Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿Qué es esto para tanta gente?” Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”. Jesús, sabiendo que querían apoderarse de Él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña". Jn  6, 1-15.

El Evangelio nos muestra algo muy significativo: El compartir los alimentos es un símbolo atractivo para construir comunidad  en amor y en la solidaridad.

Miren que gran ejemplo nos deja hoy este Evangelio: Hubo pan para todos, así mismo hoy, también lo hay para todas las personas pero nos hace falta generosidad para compartir porque hemos dejado a la gente que lo necesita en las manos del poder financiero y por ello, muchos mueren de hambre por nuestros egoísmos.

Sentir compasión por la gente que está viviendo desorientada, eso nos lo enseña hoy Jesús y así, se construye el amor que sorprende. Él sacia el hambre espiritual y le hace frente al sufrimiento, la soledad, la pobreza y a las dificultades. 

Pidámosle al Espíritu Santo que nos ayude a ser como Jesús y aprender de Él a multiplicar el pan (dones, carismas y talentos que nos ha dado) con humildad y sencillez para así, saciar el hambre que sienten muchos.

Señor, La multiplicación de los panes que nos muestra el Evangelio de hoy, nos recuerda que la abundancia es una característica del auténtico amor. Señor, creemos en ti y te amamos, por eso, con toda confianza, te pedimos que me permitas escucharte en esta oración para conocer cuál es el camino que debemos seguir para que nuestro amor y dones que nos has regalado lo compartamos también con los demás de manera ilimitada. Ayúdanos a ser incondicionales y auténticos.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:12 a.m. | Permalink |


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