miércoles, julio 24, 2024

"Mi boca contará tu salvación"...Salmo 71

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Miércoles 24 de Julio del 2024

INTRODUCCION:

La parábola del sembrador que nos muestra el Evangelio de hoy, nos enseña sobre la importancia de la receptividad y la preparación del corazón para acoger la palabra. En nuestra vida diaria, en el trabajo que realizamos en nuestras parroquias y en los movimientos apostólicos. Somos llamados a ser sembradores conscientes, pacientes y amorosos, que preparan el terreno para que la semilla de la palabra crezca y transforme vidas. Así, cada día, nos convertimos en instrumentos de la gracia, llevando esperanza y luz a nuestro mundo. Nosotros somos la tierra que recibe esa Palabra y sí, la recibimos, pero no siempre la acogemos ni siempre lo hacemos de la misma manera. A veces nuestra tierra está endurecida por los golpes de la vida o la indiferencia. Otras veces está agobiada por los afanes y las preocupaciones y tampoco es bien acogida. Tenemos que procurar vivir más en sintonía con el Sembrador y su Palabra, limpiando y liberando nuestra tierra de pedruscos y malezas, regándola en la oración con la lluvia del Espíritu, y así podremos dar el fruto que el Sembrador espera y desea.

El Evangelio de hoy tomado de Mt 13, 1-9, nos presenta La Parábola del sembrador, la cual encierra un gran significado.

El texto del Evangelio la narra así: "Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: “El sembrador salió a sembrar. Al esparcir semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!”. Mt 13, 1-9.

Recordemos que Jesús utilizaba las parábolas (Breves narraciones de ejemplos vivos y de imágenes tomadas de la vida cotidiana que de manera sencilla y clara transmitían una enseñanza de manera más comprensible y fácil para recordar). Hoy se nos presenta con la Parábola del Sembrador y con ella pretende esclarecer la realidad espiritual del cultivo y gestación de la semilla del Reino de Dios en la vida de los hombres. 

En la época de Jesús las costumbres eran agrícolas. El terreno se araba primero y después se esparcían las semillas. Sobre sale aquí, las calidades del terreno.

Entonces, hermanos, vale hoy que nos preguntemos  como somos nosotros en cuanto a tierra de cultivo, pues las semillas que nos han sido entregadas son de altísima calidad y germinan según esté el suelo donde caerá. 

Entonces se nos hace necesario que nuestros terrenos sean óptimos y bien preparados para que la siembra que realizaremos sea de alta calidad. "El que tenga oídos que oiga" nos lo dice Jesús, por tato, estemos todos en disposición y en voluntad para oír y descubrir que nos dicen las enseñanzas de Jesús para así, entender y poner en práctica sus Palabras. 

Señor, hoy venimos ante ti a recibir tu Palabra, que es una pequeña semilla, pero queremos que nos hables sobre lo que necesitamos. No queremos cerrar el corazón sino recibirla con alegría. Haznos dóciles a ella y que te escuchemos con atención. Danos la fuerzas necesarias para convertirnos en "tierra buena" y no seamos sordos a tu voz.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:20 a.m. | Permalink |


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