martes, agosto 13, 2024

"Que dulce, Señor, es al paladar tus promesas"...Salmo 119

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Mares 13 de Agosto el 2024

INTRODUCCION:

Los discípulos preguntan a Jesús ¿Quién es el más importante en el Reino de los cielos? La respuesta de Jesús no comienza con una palabra, sino con un gesto profético: Jesús llama a un niño y lo pone en medio; le hace al niño el centro de la contestación. Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. El gran don de la vida es el primer regalo que nos ha sido dado. A veces corremos el riesgo de vivir olvidándonos de esto, como si fuésemos nosotros los dueños de nuestra existencia y, en cambio, somos radicalmente dependientes. En realidad, es motivo de gran alegría sentir que, en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, somos y permanecemos hijos. Este es el principal mensaje que nos dan los niños con su presencia misma: sólo con ella nos recuerdan que todos nosotros y cada uno de nosotros somos hijos de Dios.

En el Evangelio de hoy tomado de Mt 18, 1-5. 10. 12-14, Jesús alerta a sus discípulos a no despreciar a quienes viven en situaciones de vulnerabilidad y fragilidad  por las situaciones que se viven en la sociedad y pide acogerlos y ayudarles a lograr una mejor calidad de vida. 

Dice el texto del Evangelio que: "Los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?". Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo." Mt 18, 1-5. 

Hermanos, Jesús nos llama a crecer en humildad para así, ser uno para el otro. Él nos pide que dejemos a un lado los celos y las ambiciones queriendo demostrar a los demás que somos superiores y valiosos en conocimiento y virtudes. 

Jesús hoy nos brinda una gran lección sobre la ambiciones y los honores que soñamos obtener dentro de la comunidad. Con ello nos enseña que el Reino no se obtiene con exigencias sino como un don gratuito  de Dios.

Jesús pone de ejemplo a los niños porque en ellos hay humildad, debilidad,  no poseen nada, no tiene ambiciones, no son envidiosos, no buscan puestos de privilegio y no andan codiciando a los adultos. 

Él los compara con los más necesitados, los pobres, porque cuando reciben lo hacen con alegría y entrega. Con sencillez y sin mostrar jerarquía; y esa es la condición que hoy nos pone en las manos para que le sigamos. 

Pidámosle al Espíritu Santo que nos ayude a no poner resistencia alguna al llamado de Dios y dejemos que Él sea quien nos guíe, nos enseñe y ayude con sus gracias a mirar con bondad a los demás y de manera muy especial a aquellos que están necesitando de una voz de amor. 

Señor, con la confianza de un niño te pedimos la intercesión de nuestro ángel de la guarda, de modo que tengamos la docilidad para escuchar la Palabra y seguirla, como una oveja sigue a su pastor. Concédenos el don de buscar con la sencillez y la nobleza de un niño, tu maravilloso amor.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:41 a.m. | Permalink |


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