jueves, agosto 08, 2024

"Oh Dios, crea en mí un corazón puro"...Salmo 51.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Jueves 8 de Agosto del 2024

INTRODUCCION:

¿Quién soy yo para vosotros, ahora? Jesús no quiere ser un protagonista de la historia, sino que quiere ser protagonista de tu presente, de mi presente; no un profeta lejano: Jesús quiere ser el Dios cercano. La historia del pueblo de Israel esta concatenada con la fidelidad de Dios y de la infidelidad de su pueblo. La alianza encuentra su pleno cumplimiento en Cristo y en la fundación de su Iglesia. Cristo sella el inicio de la nueva alianza al fundar su Iglesia sobre los Apóstoles, con Pedro como fundamento visible en la tierra: Hoy representada por el Papa. Y ratifica esta «alianza nueva y eterna» en el momento de la institución de la Eucaristía, memorial de su pasión redentora, pacto sellado en su Sangre preciosa para la remisión de todos los pecados. Jesús está vivo: recordemos esto, Jesús está vivo, Jesús vive en la Iglesia, vive en el mundo, Jesús nos acompaña, Jesús está a nuestro lado, nos ofrece su Palabra, nos ofrece su gracia, que iluminan y reconfortan en el camino: Él, guía experto y sabio, está feliz de acompañarnos en los senderos más difíciles y en las ascensiones más impracticables. En el camino de la vida no estamos solos, porque Cristo está con nosotros, Cristo nos ayuda a caminar, como hizo con Pedro y con los demás discípulos.

En el Evangelio de hoy tomado de Mt 16, 13-23, Jesús anuncia la creación  de su Iglesia para que ella continúe con la misión de proclamar al mundo que Él es el Hijo de Dios y nombra como responsable a Pedro.

Dice el texto del Evangelio que: "Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y ustedes, les preguntó, ¿Quién dicen que soy?” Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías. Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”. Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. Mt 16, 13-23.

Hoy sería muy importante  que tú y yo respondiéramos a Jesús con toda sinceridad su pregunta: "¿Quien dices que soy yo?".

Antes de responder a su pregunta, miremos algo muy importante: A través de nuestros antepasados se nos ha venido hablando de Jesús, se nos han mostrado su imagen, sus devociones, sus milagros y experiencias de vida que han ido develando su identidad. Y en base a esas explicaciones hemos crecido en la fe y orientado nuestras vidas, aspiraciones y limitaciones. 

Y hoy, seguimos nosotros difundiendo a nuestros hijos, nietos, familiares y amigos todas esas enseñanzas para demostrar a todos que Jesús sigue vivo.

Y es que Jesús desconcierta a quienes a Él se acerca porque siempre está abierto y esperándonos para abrazarnos y conducirnos por el verdadero camino y llevarnos a disfrutar de su Reino. 

Hermanos, estamos cada vez más invitados a seguir sus pasos y reproducir sus gestos de amor y ternura para con Él a nuestro lado hacer más ligera nuestras cargas y menos doloroso la pesadez de nuestras cargas diarias. ¡No te desanimes!

Gracias, Señor, porque siendo tu, Hijo de Dios, has dado tu vida por nosotros por amor. Queremos seguirte con fidelidad y dejarnos guiar por tu Palabra. Tú nos conoces, sabes de nuestras debilidades, de nuestros temores y sacrificios, hoy queremos confesarte que confíanos en Ti y ponemos nuestras vidas entera en tus manos. Queremos que seas la fuerza que nos sostenga y la alegría que nunca nos abandona.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:48 a.m. | Permalink |


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