lunes, agosto 05, 2024

"Instrúyeme, Señor, en tus leyes"...Salmo 119.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Lunes 5 de Agosto del 2024

INTRODUCCION:

Al contrario de los falsos profetas, Jesús se muestra en el Evangelio como aquel que se compadece de su pueblo. Establece una comunidad de discípulos en la que la certeza de la fe le conduce al servicio y a la generosidad, aunque ella parta de la escasez. Bien valora un pobre el compartir lo que apenas se tiene. Con la invitación de ese «Dadles vosotros de comer» El establece un criterio moral inexcusable: la responsabilidad hacia los otros que brota de la fe en Dios. No partimos de un complejo de salvador, sino que partimos de la fe. No sacaremos al pobre de su pobreza, pero seremos capaces de paliar el hambre y la sed de muchos cuando ejercemos nuestra responsabilidad hacia el otro. Desde la fe asumimos que todo hombre y mujer es miembro de la fraternidad humana, el cristiano desde la fe asume que su compromiso va más allá de sus seguridades. Aquí no hay falsa profecía, ni falsas expectativas; al contrario, se establece un criterio de actuación donde la fe adquiere visos de autenticidad. Una fe que se acompaña con obras. Una fe que no implica engaño, sino que implica una coherencia porque nuestra mirada se ha ampliado más allá de nuestras falsas seguridades.

El Evangelio de hoy tomado de Mt 14, 13-21 nos muestra la grandeza de la Compasión que siente Jesús, motor de su accionar misionero. Él contempla las necesidades de la gente, se acerca a ellas y les alivia.

Así lo podemos contemplar al leer y reflexionar el texto del Evangelio de hoy: " Jesús al enterarse de la muerte de Juan el Bautista, se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, sanó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Éste es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos”. Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos”. Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados”. "Tráiganmelos aquí", les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños". Mt 14, 13-21.

Jesús no fue, ni es, un milagrero que está dedicado a realizar prodigios propagandísticos. Sus milagros son más bien signos que abren brecha en este mundo de pecado y apuntan ya hacia una realidad nueva, meta final del ser humano.

El milagro de la multiplicación de los panes nos invita a descubrir que el proyecto de Jesús es alimentar a los hombres y reunirlos en una fraternidad real en la que sepan compartir su pan y su pescado como hermanos.

Para nosotros cristianos que seguimos a Jesús, la fraternidad no es una exigencia junto a otras, es la única manera de construir entre los hombres el Reino del Padre. 

Este Evangelio de hoy, hermanos, es un toque que nos hace Jesús en nuestros hombros para recordarnos que no podemos quedarnos inmóviles ante las necesidades que pasan nuestros hermanos frente al hambre y la sed de justicia. 

Es hora que expresemos la solidaridad y compartamos junto con ellos sus preocupaciones y multiplicar el Pan de vida que nos da Jesús. 

Recordernos que Jesús no vivió a espaldas de la gente encerrado solo en sus ocupaciones e indiferente al dolor de los demás. El tiempo va pasando y Él aún vive entre nosotros preocupado por el hambre, la sed y las necesidades de los demás. 

Señor, gracias por hacernos parte de la historia de la salvación. Queremos ser ese pan partido que pueda ayudar a los demás a descubrir y experimentar tu amor. Que nuestra debilidad no nos detenga, que sepamos poner los problemas en tus manos y, confiadamente, hacer lo que tu santa voluntad permita.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:59 a.m. | Permalink |


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