martes, agosto 06, 2024

"El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra"...Salmo 97.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Martes 6 de Agosto del 2024

INTRODUCCION:

En la Transfiguración, el Señor, momentáneamente, dejó entrever su divinidad, y los discípulos quedaron fuera de sí, llenos de una inmensa dicha, que llevarían en su alma toda la vida. “La transfiguración les revela a un Cristo que no se descubría en la vida de cada día. Está ante ellos como Alguien en quien se cumple la Alianza Antigua, y, sobre todo, como el Hijo elegido del Eterno Padre al que es preciso prestar fe absoluta y obediencia total” (Juan Pablo II, Homilía 27-II-1983), al que debemos buscar todos los días de nuestra existencia aquí en la tierra. El misterio que celebramos no sólo fue un signo y anticipo de la glorificación de Cristo, sino también de la nuestra, pues, como nos enseña San Pablo, el Espíritu da testimonio junto con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Nuestra vida es un camino hacia el Cielo. Pero es una vía que pasa a través de la Cruz y del sacrificio. Hasta el último momento habremos de luchar contra corriente, y es posible que también llegue a nosotros la tentación de querer hacer compatible la entrega que nos pide el Señor con una vida fácil, como la de tantos que viven con el pensamiento puesto exclusivamente en las cosas materiales... “¡Pero no es así! El cristianismo no puede dispensarse de la cruz: la vida cristiana no es posible sin el peso fuerte y grande del deber... si tratásemos de quitarle esto a nuestra vida, nos crearíamos ilusiones y debilitaríamos el cristianismo; lo habríamos transformado en una interpretación muelle y cómoda de la vida” (Pablo VI, Alocución 8-IV-1966). No es esa la senda que indicó el Señor.

Se celebra hoy en la Iglesia La Transfiguración del Señor. Ese momento de la vida de Jesús en que la gloria y la eternidad inciden en el tiempo y el mundo para deslumbrar a los hombres su identidad.

Este hecho así lo narra el Evangelio de hoy tomado de Mc 9, 2-10: "Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: “Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos”. Mc 9, 2-8.

Hermanos la Transfiguración de Jesús representa el punto culmen de su revelación.  En ella se manifiesta a sus discípulos en su relación con la historia de Israel, con Dios y la humanidad. 

Como lo leemos en el texto del Evangelio, Dios se revela como el Padre de Jesús. Un padre lleno de amor y le manifiesta a los discípulos que Jesús es su Hijo. 

Hermanos, nosotros estamos también llamados a transfigurarnos por la acción del Señor cada vez que escuchemos y aceptemos su voz y esa Transfiguración consiste en hacernos hombres nuevos para ser testigos de la presencia del Señor en cualquier lugar del mundo. 

Señor, danos la gracia de tener una fuerte experiencia de tu presencia como la que vivieron Pedro, Santiago y Juan. invítanos también a subir al monte alto para que podamos comprender la grandeza de tu gloria y así, convertirnos en verdaderos discípulos y misioneros testigos de tu Divinidad. Reviste con amor nuestros pensamientos, palabras y obras. 
 
posted by Laureano García Muentes at 5:35 a.m. | Permalink |


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