jueves, junio 20, 2024

"Alégrense, justos, con el Señor"...Salmo 97.

REFLEXON AL EVNGELO DE HOY

Jueves 20 de Junio del 2024

INTRODUCCION:

El Padre Nuestro que Jesús nos enseña hoy pierde importancia cuando lo rezamos de forma rutinaria, sin tener presente todo el poder de su contenido. Estamos creídos de que podemos convencer a Dios con palabras, pueden que sean bellas, llenas de superlativos elogiosos, y muy poéticas, pero absolutamente innecesarias y vacías. Esto parece demostrar que nuestra fe está condicionada por nuestros sentimientos puramente humanos. No terminamos de creernos que Dios siempre está pendiente de nuestras necesidades, que él las conoce antes de que se produzcan y ya nos ha dado medios para solucionar problemas y necesidades. El primer paso en la oración cristiana es, por lo tanto, la entrega de nosotros mismos a Dios, a su providencia. Es como decir: Señor, tú lo sabes todo, ni siquiera hace falta que te cuente mi dolor, solo te pido que te quedes aquí a mi lado: eres Tú mi esperanza.

En el Evangelio de hoy tomado de Mt 6, 7-15 vemos a Jesús transmitirle a sus discípulos una manera familiar de relacionarse más con Dios. Y les dice: "Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.". Mt 6, 7-14.

Jesús quiere que al orar lo hagamos con toda sinceridad y sencillez dejando que hable nuestro corazón con actitud humilde. 

Con las recriminaciones que hace Jesús contra la práctica judía, no pretende condenar las oraciones largas, sino que quiere que lo hagamos poniéndonos en la presencia de Dios y salirnos de nosotros mismos y a manera de una sincera relación de amistad le hablemos sobre nuestras verdaderas necesidades y angustias, pidiéndole que nos ayude a cambiar el rumbo de nuestras vidas. 

Hermanos, el Padre Nuestro nos enseña que a Dios tenemos que dirigirnos como sus hijos, que reconocemos en Él toda autoridad y que es capaz de hacer cualquier cosa por nuestro bienestar. Es ésta una oración que nos enseña a confiar en Dios, dejándonos abandonar en sus manos misericordiosas. 

Pidamos al Señor que ilumine siempre nuestra mente y nuestro corazón para que la relación con Él en la oración sea cada vez más intensa, más afectuosa, más constante.  Aunque le digamos “n” veces: “Señor, enséñanos a orar”, no desfallezcamos porque El oye las oraciones que salen de nuestros corazones.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:12 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>