lunes, junio 10, 2024

"Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra"...Salmo 121

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Lunes 10 de Junio del 2024

INTRODUCCION:

La palabra bienaventurados que significa también felicidad, aparece nueve veces en esta primera gran predicación de Jesús. Es como un estribillo que nos recuerda la llamada del Señor a recorrer con Él un camino que, a pesar de todas las dificultades, conduce a la verdadera felicidad. Todas las personas de todos los tiempos y de cualquier edad buscan siempre la felicidad. Dios ha puesto en el corazón del hombre y de la mujer un profundo anhelo de felicidad, de plenitud. ¿No notáis que vuestros corazones están inquietos y en continua búsqueda de un bien que pueda saciar su sed de infinito? Sólo Jesús puede satisfacer esas expectativas, muchas veces frustradas por las falsas promesas mundanas. Como dijo San Juan Pablo II: “Es Él la belleza que tanto les atrae; es Él quien les provoca con esa sed de radicalidad que no les permite dejarse llevar del conformismo; es Él quien les empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien les lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que les suscita el deseo de hacer de su vida algo grande". La felicidad de Dios pasa por el sufrimiento, por la lucha por la justicia y por la paz, no se arruga ante la incomprensión, el insulto, la calumnia... ni siquiera ante la enfermedad y la muerte.

El Evangelio de hoy tomado de  nos presenta el Sermón de la Montaña o también llamado Las Bienaventuranzas y así nos dice textualmente: "Jesús viendo la muchedumbre que le seguía, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron, y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes". Mt 5, 1-12.

Las Bienaventuranzas enseñadas por Jesús, nos revelan “el camino a la felicidad”, es decir, “Su camino”. Esto porque las Bienaventuranzas "iluminan las acciones de la vida cristiana y revelan que la presencia de Dios en nosotros nos hace verdaderamente felices". Estas palabras las dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles 29 de enero, dando inicio a un nuevo ciclo de catequesis.

Miremos algo muy importante: Jesús no quiere ni nos manda que vivamos en la miseria, que suframos, que lloremos, que pasemos hambre y sed. El desea para nosotros una vida digna y desde ella empezar a vivir la vida eterna. Pero de verdad, la cruda y dura realidad es que existe el hambre, la sed, la pobreza; muchas veces extrema, la enfermedad, el sufrimiento, la soledad y la injusticia. Y aquí no me refiero a la vulnerabilidad de la persona que, por humana, en algún momento de su vida tendrá que padecer estas dolencias; sino a la conexión de estas realidades con las otras cuatro bienaventuranzas: más en concreto, a los que orientan su vida según los consejos de Jesús: pobreza de espíritu, limpieza de corazón, misericordia, empeño y pasión por la paz.

Hoy hermanos, Jesús nos pide esas actitudes, incluso a sabiendas de que no vayamos a ser comprendidos. Él hoy nos invita a "Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.  

Jesús, gracias por mostrarnos, con tu palabra y tu vida, el camino de la bienaventuranza, de la felicidad más grande. Danos fuerza para avanzar con decisión, entrega y esperanza por el camino que tú recorriste.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:37 a.m. | Permalink |


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