"Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa"...Salmo 130.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Domingo 9 de Junio del 2024
INTRODUCCION:
El pecado es siempre impaciencia: Es el querer obtener antes de tiempo aquello que nos es prometido. El pecado es desobediencia por quererle imponer a Dios nuestro “ritmo” y no dejarnos guiar por Él. Cuando el ser humano vive sin interioridad, pierde el respeto por la vida, por las personas y las cosas. Pero sobre todo se incapacita para «escuchar» el misterio que se encierra en lo más hondo de la existencia. El hombre de hoy se resiste a la profundidad. No está dispuesto a cuidar su vida interior. Pero comienza a sentirse insatisfecho: intuye que necesita algo que la vida de cada día no le proporciona. En esa insatisfacción puede estar el comienzo de su salvación. El Espíritu puede despertar en nosotros el deseo de luchar por algo más noble y mejor que lo trivial de cada día. Puede darnos la audacia necesaria para iniciar un trabajo interior en nosotros y puede hacer brotar una alegría diferente en nuestro corazón; vivifica nuestras vidas envejecidas y enciende en nosotros el amor incluso hacia aquellos por los que no sentimos hoy el menor interés. No seamos impacientes como nuestros primeros padres. Esperemos pues lo mejor está por llegar.
Así lo narra el texto del Evangelio: Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: “¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre”. Jesús dijo esto porque ellos decían: “Está poseído por un espíritu impuro”. Mc 3, 23-30.
La presencia de Jesús convoca y además interpela. La pregunta de fondo que gravita en los que lo interpelan, es: ¿Quién es Jesús y qué le corresponde o no hacer? Y miren: De esa pregunta se desprende una palabra que sitúa a las distintas personas que lo buscan o cuestionan. Ellas además nos remiten a vivir la experiencia del Padre-Dios y su voluntad quien refleja su Espíritu de Amor que guía y acompaña.
Hermanos, el hecho de estar con Jesús despierta pues este doble desafío: Un mundo de deseos y de discernimiento.
Señor, como tus seguidores, no queremos darle importancia al «qué dirán» ni queremos dejarnos influenciar por el ambiente desgraciadamente cada vez más alejado de tu verdad y de tu amor. No permitas que vivamos interesados en el grado de popularidad, ni la simpatía que logremos en los demás. Sólo queremos que nuestro testimonio de vida acerque a más personas para que te conozcan y te sigan también