domingo, junio 09, 2024

"Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa"...Salmo 130.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 9 de Junio del 2024

INTRODUCCION:

El pecado es siempre impaciencia: Es el querer obtener antes de tiempo aquello que nos es prometido. El pecado es desobediencia por quererle imponer a Dios nuestro “ritmo” y no dejarnos guiar por Él. Cuando el ser humano vive sin interioridad, pierde el respeto por la vida, por las personas y las cosas. Pero sobre todo se incapacita para «escuchar» el misterio que se encierra en lo más hondo de la existencia. El hombre de hoy se resiste a la profundidad. No está dispuesto a cuidar su vida interior. Pero comienza a sentirse insatisfecho: intuye que necesita algo que la vida de cada día no le proporciona. En esa insatisfacción puede estar el comienzo de su salvación. El Espíritu puede despertar en nosotros el deseo de luchar por algo más noble y mejor que lo trivial de cada día. Puede darnos la audacia necesaria para iniciar un trabajo interior en nosotros y puede hacer brotar una alegría diferente en nuestro corazón; vivifica nuestras vidas envejecidas y enciende en nosotros el amor incluso hacia aquellos por los que no sentimos hoy el menor interés. No seamos impacientes como nuestros primeros padres. Esperemos pues lo mejor está por llegar.

El Evangelio de hoy tomado de Mc. 3, 20-35 nos presenta dos relatos relacionados, así:  El primero nos muestra a Jesús que es incomprendido por su propia familia y amigos cercanos quienes le critican y señalan Loco y que estaba fuera de sí. Y  en una segunda escena, Jesús es acusado por los escribas por estar expulsando demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los demonios. 

Así lo narra el texto del Evangelio: Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: “¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre”. Jesús dijo esto porque ellos decían: “Está poseído por un espíritu impuro”. Mc 3, 23-30.

Jesús en ambas situaciones les explica a la gente que  esas afirmaciones carecen de sentido ya que un reino dividido no puede subsistir y les muestra que su autoridad y fuerza para realizar provienen del Espíritu Santo y le ayuda a expulsar a los demonios como también, para demostrar que el Reino de Dios había llegado.

La presencia de Jesús convoca y además interpela. La pregunta de fondo que gravita en los que lo interpelan, es: ¿Quién es Jesús y qué le corresponde o no hacer? Y miren: De esa pregunta se desprende una palabra que sitúa a las distintas personas que lo buscan o cuestionan. Ellas además nos remiten a vivir la experiencia del Padre-Dios y su voluntad quien refleja su Espíritu de Amor que guía y acompaña. 

Hermanos, el hecho de estar con Jesús despierta pues este doble desafío: Un mundo de deseos y de discernimiento. 

Señor, como tus seguidores, no queremos darle importancia al «qué dirán» ni queremos dejarnos influenciar por el ambiente desgraciadamente cada vez más alejado de tu verdad y de tu amor. No permitas que vivamos interesados en el grado de popularidad, ni la simpatía que logremos en los demás. Sólo queremos que nuestro testimonio de vida acerque a más personas para que te conozcan y te sigan también

 
posted by Laureano García Muentes at 5:22 a.m. | Permalink |


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