jueves, junio 06, 2024

"Señor, enséñame tus caminos"...Salmo 25.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Jueves 6 de Junio del 2024

INTRODUCCION:

Es estimulante imaginar la mirada de Jesús abrazando la rectitud del corazón del escriba. En otros pasajes evangélicos, el Señor reconoce una intencionalidad aviesa en su interlocutor y rehúsa dar una respuesta. No es el caso que escuchamos en el pasaje del Evangelio de san Marcos que hoy meditamos. El escriba está interesado sinceramente en la respuesta de Jesús. Para responder a la pregunta de aquel escriba, Jesús une dos textos perdidos en el mar de leyes del Antiguo Testamento. Toma primero unas palabras del Deuteronomio 6,4-5: “Amarás a Dios tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y a continuación une un fragmento de Levítico 19,18: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse a uno mismo no es incompatible. Todo lo contrario. El amor es indivisible: cuando amamos a Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a los hermanos y a nosotros mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los hermanos, crece nuestra capacidad de amar a Dios.

En el Evangelio de hoy tomado de Mc 12, 28b-34,  apreciamos a un Escriba acercarse a Jesús para preguntarle a cerca del Mandamiento más importante de la Ley que entregó Dios a Moisés; y lo hizo, en un tono muy respetuoso. El texto del Evangelio lo narra así:  "Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?” Jesús respondió: “El primero es: «Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas». El segundo es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay otro mandamiento más grande que éstos”. Mc 12, 28b-30.

Este Saduceo no era un hombre cualquiera pues pertenecía a la clase aristócrata sacerdotal judía que negaban abiertamente la inmortalidad del alma.

Él, con habilidad y astucia  quizás quería descubrir algo en Jesús para comprometerlo y denunciarlo ante la Ley.

Cuanta gente de hoy, hermanos, actúa de esa misma manera y sigilosamente hace preguntas a quienes nos acercamos a ellos para compartir la Palabra de Dios. Ellos aparentan hacer ver que quieren conocer lo más importante de nuestra religión, porque se creen que tienen la verdad.

Una gran enseñanza nos deja hoy este Evangelio: No podemos amar a Dios sin amar al hermano; y de manera muy especial, a aquel que está necesitando su amor y misericordia. Es decir: Aceptar al hermano con todas sus defectos y debilidades ofreciéndole la posibilidad de que viva el reencuentro con Jesús Resucitado. 

Señor, enséñanos a amar a nuestro prójimo y a tener una amistad con él, al igual que la tenemos contigo. Hoy te damos gracias por este Evangelio donde nos has enseñado a amar, sabiendo que no sólo necesitamos amar a aquellas personas que menos queremos, sino que también puedo amar al que lo necesita de nuestra ayuda y apoyo espiritual.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:10 a.m. | Permalink |


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