"El Señor es compasivo y misericordioso"...Salmo 103.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Viernes 24 de Mayo del 2024
INTRODUCCION:
Las relaciones entre las
personas no son banales, no se reducen a lo que conviene o no conviene. En esa
lógica no entra el amor. Dios, mediante la redención, rompiendo el yugo de la
mentira, trae consigo algo que Moisés no podía hacer. Moisés se acaba inclinando
ante la dureza del corazón. No puede hacer más. Jesucristo, muriendo en la
Cruz, ha inaugurado la capacidad de amar hasta el fondo, hasta la muerte,
aceptando los límites del otro. Nos da su Espíritu, el Espíritu Santo, su
fuerza, su Amor, la Vida divina, que nos hace vivir nuestra verdad: hechos para
el amor, para amar y ser amados en fidelidad. Nos ha dado, así, la posibilidad
de unirnos indisolublemente a las personas, de amar en fidelidad. Porque
estamos llamados a amar eternamente. Este Evangelio no habla solo de los
matrimonios, habla de todas las relaciones humanas. No hay ninguna relación que
no esté llamada a experimentar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo,
la capacidad de perderse a sí mismo para ganar al otro, para dar vida al otro,
para darse al otro en todas las situaciones. Sobre todo, cuando el otro no es
fácil de amar. Si yo amo al otro solo cuando es agradable, digerible,
apetecible, entonces acabaré utilizándolo para mis intereses. Nuestra grandeza
inicia cuando nos perdemos, cuando, en nombre de Jesucristo, entramos en la
lógica de la eternidad, de la donación, de la entrega. Una relación comienza a
destruirse cuando de modo imperceptible, pero realmente, mata el amor en el
corazón, mata la decisión de elegir el amor, de elegir al otro, de defenderlo y
custodiarlo. El adulterio más grande es la traición de nuestra capacidad de
amar y ser amados.
En el Evangelio de hoy tomado de Mc 10, 1-12, vemos a Jesús enfrentarse a los fariseos ante el acoso de ponerlo a prueba sobre algunos aspectos religiosos. Ellos, se caracterizaban por su rigor y austeridad en el cumplimiento de la Ley.
Dice el texto del Evangelio que los Fariseos se acercaron a Jesús quien iba a Judea y otro lado del Jordán donde se reunió gran cantidad de gente a su alrededor y Él les enseñaba.
Los fariseos le plantearon esta pregunta: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?”. Él les respondió: “¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”. Ellos dijeron: “Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella”. Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”. Mc 10, 1-10.
Al referirse al divorcio, Jesús nos muestra que el divorcio va en contra del plan de Dios y nos invita a reflexionar sobre la seriedad de nuestros compromisos y la importancia de mantener la unidad en el amor.
Miren, en un mundo donde las relaciones a menudo se deshacen con facilidad, estas palabras de Jesús nos recuerdan la necesidad de cultivar el respeto, la comprensión y la paciencia en nuestras relaciones. Como también nos invita a buscar la reconciliación y el perdón en lugar de buscar peleas y malos tratos que llevan a la separación como solución rápida a los conflictos.
Hoy esta Palabra nos desafía a vivir nuestros compromisos de manera integra y a buscar la paz y la armonía en nuestras relaciones como parejas siguiendo siempre el ejemplo del amor incondicional y la compasión que nos enseñó Jesús.
Gracias, Señor, por el don de la fe,
por ella creo, esperamos y te amamos. Pero hoy necesitamos dar un segundo paso,
ya no sólo creer, confiar y quererte, sino que esta oración nos ayude a
transformar ese querer en una auténtica pasión, de modo que derrita la dureza
de corazón y así podamos dejarte salir para que otros experimenten tu cercanía
a través de nuestro testimonio.